En la montaña,
Al fin de una senda,
Hay una puerta.
¿Que buscamos? ¿Qué buscamos en la eternidad y que en la belleza? ¿Qué buscamos al desear ser inefables como la infinita primavera? ¿Deshacernos en la luz? ¿Entrar en el último de los interminables secretos? ¿Que nuestras palabras se queden grabadas en los libros y en la historia? ¿Para siempre y para que luzcan como las estrellas sobre el cielo oscuro y sereno de la noche? Siempre hemos estado buscando, tanto antes como ahora para dar respuesta al caos, para atravesar sanos por la oscuridad, para desatar la inteligencia. Algunas veces hemos creído haber encontrado por fin algo precioso, un tesoro, algo que le da sentido a nuestra existencia y que por fin satisface todas nuestras preguntas. Le hemos llamado un revelamiento, un descubrimiento, algo realmente sorprendente, algo revolucionario más allá de lo imaginado. Aun así después de un tiempo más o menos largo siempre hemos emprendido de nuevo el viaje para volver a buscar, para seguir, para continuar, para continuar buscando..
De la misma manera así como buscábamos ayer buscamos también ahora con lo que la pregunta sigue de pie ¿que pretendemos con seguir buscando? Lo vemos en la sociedad actual: ¿qué buscamos en realidad cuando deseamos alcanzar más audiencia? ¿Cuándo con tal de conseguir más “me gusta”, más “clics”, más seguidores, cuando hablamos hasta el límite de lo que sabemos para después inventarnos el resto? Y es que esto es lo que podemos observar hoy muy frecuentemente. Inconscientes de lo que buscamos realmente estamos dispuestos a abandonar nuestros principios con tal de conseguir dar un paso adelante, con tal de hacer supuestamente un descubrimiento verdadero. Es más, al llegar a este punto llama la atención la similitud que hay entre el papel que cumplen los algoritmos en los medios sociales con las prácticas de una propaganda con fines autoritarios. ¿A quién le sorprende así, que el resultado sean muchas veces unas manos vacías y decepcionadas si ni tenemos tenemos en claro que es lo que estamos buscando realmente? Quedan las manos vacías y muchas veces no solo eso pues también queda el espíritu colonialista puesto en evidencia. La mente que sostiene que el avanzar es cuestión de fuerza, de propiedad o de inteligencia y que de esta manera justifica la apropiación a través de la discriminación de algo que en realidad no le pertenece.
¿Qué buscamos? es una pregunta que nos viene acompañando de muchas vidas anteriores y hemos de asumir que en realidad en nada ha cambiado. Primer y más evidente indicio de ello es que hoy nos encontramos tan divididos como antes. Tanto para afuera como sobre todo para dentro de nosotros mismos. Algo que podemos comprobar cuestionándonos ¿qué hay más allá de los estereotipos? ¿lo espiritual en lo material? ¿lo femenino en lo masculino? Ante estas preguntas diría que no hay alternativa al seguir buscando, a afrontar el peligro de perderse nuevamente. Eso sí, no hemos de olvidar que aunque hay cosas que difícilmente cambian, el cambio continuo no espera a nadie y con esto me refiero al equilibrio de la naturaleza. La luna, el sol, la tierra, el viento y la diversidad de las especies no esperaran a que nosotros nos quede claro si la libertad individual y el autoritarismo se contradicen entre ellos.
Propongo entonces que interrumpamos la búsqueda antes de seguir buscando para que sea una búsqueda sincera y con sentido y de esta manera modifiquemos nuestro karma colectivo. Desbloqueando el bloqueo mental conscientemente. ¿Cómo eso? La propuesta consiste en poner en evidencia que lo material es lo material y lo espiritual lo espiritual, que no se contradicen como tampoco son lo mismo, pero si que se condicionan. ¿Que si se compenetran? por su supuesto, pero no son lo mismo, por lo que hay que darles una atención tanto integral como diferenciada. Al igual que a la noche y al día, como a la luz y a la oscuridad, como a lo femenino y a lo masculino como al bien y al mal, como al aquí y al allá. Y cuando hayamos llegado a esta comprensión, a este punto y por fin pongamos en práctica a este entendimiento tal vez, pero solo tal vez, dejemos de seguir una verdad invisible, tan cercana pero también tan lejana. Entonces nos daremos cuenta que la búsqueda a finalizado. Porque aquí y allá no son el mismo lugar, no, pero tampoco son distintos.