DIVERSÍON



Si mantenéis los puños cerrados, solo conseguiréis unos granos de arena. Pero si abrís las mano, conseguiréis toda la arena del desierto – Dogen Kigen

Cuanto nos gusta entretenernos, cuanto nos encanta que nos entretengan, pero profundizando sobre la sociedad de eventos observamos que cuando la cultura de masas nos invita a ser libres, lo hace para reforzar un yo que se crea a través de los sentidos. Y como los sentidos están expuestos al condicionamiento, la libertad a la que se nos invita ser participes, significa fortificar aun mas el condicionamiento. Así, nos guste o no, la libertad en la sociedad de eventos es una libertad condicionada y por lo tanto se opone al flujo natural de las cosas.

En el Zen si se espera una diversión, una distracción que no tenga que ver con este instante, seguro que nos desilusionamos pero a la vez es importante recalcar que no es importante si cometemos errores o si tenemos la razón. En nuestra práctica no se trata de hacer de una persona normal un Buda porque en definitiva la ilusión y el Satori viven juntos en este mismo instante y sin ningún problema. De esta manera se crea un espacio en el que se hace posible que la actividad mental se sosiegue. Y cuando la actividad mental se sosiega es posible comprender nuestro comportamiento mecanizado y modificar lo que crea sufrimiento si es necesario. Un comportamiento muchas veces igual de mecanizado como aquel de nuestro trabajo donde debemos ser productivos para cumplir con lo que se espera de nosotros. Un comportamiento que si observamos bien lo podemos encontrar no solo en el trabajo si no que tambien en el tiempo libre y que nos hace pensar que la mejor manera de apreciar la vida es divirtiéndonos.

En nuestra práctica, muchas veces después de tomar la postura y después de poner nuestra atención sobre la respiración, cuando nos hemos armonizado con el lugar de nuestra práctica nos preguntemos: ¿Por qué meditar? ¿Qué hago aquí?. Preguntas de gran relevancia y que requieren que nos tomemos un tiempo antes de responder. Porque ¿qué si respondemos: “para ser mejor persona” o “para ayudar a los demás” o tal vez “para relajarme”? Respuestas obvias si consideramos todos los textos sobre el Zen que hablan sobre los beneficios de la meditación para la salud corporal y mental. Textos que muchas veces comparan el espíritu ilimitado de alguien que practica sin objetivo con aquel de alguien que practica con un espíritu egoísta y que dicen por ejemplo, que aquel que tiene un espíritu egoísta, tiene un espíritu ansioso, que anda demasiado rápido o demasiado lento y que cuando habla, dice algo sobre otro lugares y se molesta con el sitio donde esta. Que dicen que quien tiene un espíritu ansioso quiere estar siempre en otro lugar; tal vez mucho mas arriba y que cuando llega arriba sigue igual de desconforme como antes porque el único momento y el único lugar que existe es el aquí y ahora. Muchos mas ejemplos se pueden dar, pero volvamos a la experiencia de nuestra práctica de Shikantaza, de solo sentarse y cuestionémonos: ¿si estamos practicando para convertirnos en mejor persona, hasta que punto podemos hablar de una práctica sin objetivo?

De esta manera podemos observar que aunque hemos callado, aunque intentemos armonizarnos con el lugar de práctica, el comportamiento mecanizado que creíamos haber dejado detrás de nosotros, nos acompaña incluso durante Zazen. Por lo tanto nos preguntamos ¿es verdaderamente el marketing de la industria de consumo, lo que nos crea nuestra ansiedad? ¿es el trabajo el que provoca el comportamiento mecanizado? ¿O será tal vez nuestra propia mente la que percibe selectivamente lo que quiere ver? Preguntas que para responder requieren una comprensión tanto corporal como espiritual. Preguntas que nos hacen comprender que practicar no es una elección si no que una necesidad. Porque mientras no comprendamos profundamente, mientras mantengamos una sola meta, mientras tengamos el mas mínimo prejuicio o el mas pequeño pensamiento, estaremos lejos del verdadero Zazen. Aquel Zazen que nos enseña que la verdadera pureza es algo que esta mas allá de las contradicciones entre la pureza y la impureza y que se realiza cuando dejamos de agregar a este instante cualquier cosa.

En el capitulo Senjo – lavarse y purificarse – del Shobogenzo, el maestro Dogen dice:

El agua no siempre es originalmente pura o impura. El cuerpo no siempre es originalmente puro o impuro. Todos los Dharmas también son así. El agua nunca es consciente o no consciente, el cuerpo nunca es consciente o no consciente y todos los dharmas también son así. La predica del Honorado del Mundo, es así. A la vez, lavar no es usar el agua para limpiar el cuerpo; mas bien, cuando mantenemos y confiamos en el Dharma del Buda de acuerdo con el Dharma del Buda tenemos este tipo de comportamiento y lo llamamos “lavado”. Es recibir la transmisión autentica de un cuerpo-y-mente del Patriarca Budista de manera inmediata; es ver y oír una frase del Patriarca Budista de forma intima; y es retener y permanecer en un estado de esplendor del patriarca Budista de manera clara. En resumen, es realizar incontables e ilimitadas virtudes. Precisamente en el momento en que dignificamos el cuerpo-y-mente con el entrenamiento, la eterna práctica original se realiza completa e integramente. De esta manera, el cuerpo-y-mente del entrenamiento se manifiesta en el estado original.

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