En la neblina,
¿Es el sol, es la luna?
Luz reluciente.
Juega con las frias hojas la espesa neblina cubriéndolas con su color de plata. Un opaco y negro cubre la montaña de una negrura transparente. La paz se alia con el frio y el frio va de la mano con el sueño. El sueño trae consigo el silencio. Un silencio que al encontrarse con el viento habla de otro modo, en otro idioma, con otros símbolos, con nuevos significados. La belleza del paisaje se disipa cuando yo entro en casa. He sido yo el que ha dejado la ventana abierta así que no hay ningún reproche.
Para mi la neblina siempre ha tenido algo cristalino. Por una parte por su don de encubrir y mistificar todo lo que toca y por otra parte por su facultad de aclararlo todo, como en aquellos momentos en los que quita su capa gris de aquello que hasta entonces había mantenido encubierto. Algunas veces, en medio de su densidad opaca me he preguntado ¿Dónde ha quedado mi espontaneidad innata, donde han quedado mis placeres reales, aquellos que no están condicionados por los estereotipos? ¿Dónde está la verdadera libertad, aquella que está libre de desconfianzas, que no conoce ni la soledad ni la distancia? ¿La libertad de ser uno mismo sin tener que demostrarle a nadie nada? Si, es fácil perderse en la neblina. Es fácil extraviarse y perder el norte cuando nuestra guía son solo las emociones. Culpar a los otros, a los medios, a la inteligencia artificial, a los nuevos influencers virtuales que hoy en día están apareciendo porque ya nada es como antes y los valores que antes nos sostenían hoy ya no están vigentes. Llegando aquí a los que dicen que en la neblina del consumo se pierde la transparencia y con esta el control y más allá la responsabilidad les respondo que se equivocan. Mi experiencia es que en la neblina uno al final siempre se encuentra. Tal vez no donde uno esperaba pero si siempre con uno mismo.
Y es que la neblina tarde o temprano siempre desvela lo que es verdadero. Para asumir lo que propongo solo es necesario dar un paso más allá. Propongo entonces que pensemos la neblina no solo como un fenómeno físico que acontece de manera esporádica sino que como una actividad que esta ocurriendo todo el tiempo. La neblina está aquí y ahora y es algo que encubre todo el mundo tal y como lo conocemos. Algo que así como está sucediendo aquí y ahora siempre ha estado ocurriendo y que siempre seguirá aconteciendo. Algo que es imposible apartar de nuestras vidas, pues querer hacerlo sería como querer cerrar una ventana sin vidrios. O cerrar una puerta que no tiene puerta. Solo si pensamos la neblina de esta manera, esta desvelará sus cualidades más profundas. Sobretodo su don sanador. Aquella facultad que a travez de su omnipresencia y de haber estado siempre dispuesta nos revela que en realidad no hay elección. Que ya es el momento para volver a casa.
Aunque corra el riesgo de perderme aun mas en la neblina, distingo: por una parte existe la neblina producto de la mente que juzga y por otra está la neblina que abarca en si todo con una sola palabra: el amor, el temor, la pasión, el duelo y el alivio por otra. De otra forma dicho, existe la neblina del sueño y existe la neblina del mundo real. La neblina del mundo externo que esta condicionada por lo que asociamos y la neblina de la cual nace la luz interna, la luz que todo lo aclara. Noto que mientras que en la neblina del sueño la duda se ausenta, en la neblina de la realidad la duda siempre está presente. ¿Casualidad? No si asumimos que todo esta interrelacionado con todo y que todo cambia de instante a instante. Evidente es así la similitud de la duda con la neblina pues en medio de la neblina nadie sabe que acontecerá en el próximo instante, nadie sabe que es verdaderamente real y nadie podría decir si todo no es solo más que un efímero sueño..
manhã de inverno
a neblina deixa ver
tudo claramente
Gracias Koun San. Que tu vida vaya bien. Gassho