ACEPTAR

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Entre los autos
enseñando su rostro
va el payaso

Un lago no se cuestiona a si mismo si es profundo o no y por eso es un lago. Un muelle no se pregunta si es de noche o de día o a donde debe ir y por eso es muelle. La montaña no se cuestiona si el cielo de hoy está gris o si ayer era azul y por eso es completamente la montaña. Así entendemos en el Zen la responsabilidad. A través de Zazen. A partir de nuestra practica gracias a la cual de a poco vamos despertando al hecho de que absolutamente todo, tanto nuestros sueños como nuestro esfuerzo por alcanzar nuestros sueños son parte de la realidad. La practica que nos demuestra que todo problema comienza recién cuando a través de la actividad mental fragmentamos la realidad.

Ósea que la responsabilidad comienza por nosotros mismos a partir de la comprensión de que es nuestro propio apego, nuestro odio, nuestra ignorancia la fuente de aquel sufrimiento que tantas veces percibimos como exterior. De ahí que entendemos que es un acto de responsabilidad indagar más sobre las diferentes dificultades y etapas que puede conllevar el despertar. Dificultades como la decepción. Aquella decepción fruto del nuestra propia proyección hacia el porvenir que divide entre este instante y otro futuro que esperamos que sea mejor y que se manifiesta cuando nos damos cuenta que los mejores tiempos nunca llegaran ya que este instante, aquí y ahora, es el único instante en el cual nuestra vida acontece y porque proyectar hacia el futuro en realidad impide que nos impliquemos en la realidad y nos imposibilita desarrollar todo nuestro potencial. Llegando a este punto muchos de nosotros se encuentran con la resignación. Un estado mental parecido a la aceptación pero que carece de sabiduría ya que saca sus conclusiones a partir de un proceso mental y no de una experiencia real. Un estado en el cual actuamos a partir de preconceptos, recuerdos o esperanzas que reflejan el miedo que se encuentra en nuestro interior. Una resignación que constantemente se empeña en recordarnos que hay cosas irremediables y que no se pueden cambiar. Cosas como el constante cambio tal vez, o como la vejez y la enfermedad, que son condiciones que no dependen de nuestra voluntad individual. Tal vez no sea una coincidencia que Elizabeth Kuebler Ross haya llamado la ultima etapa antes de la muerte, la etapa de la aceptación. Una etapa en al cual el individuo se retira del mundo exterior a su mundo interior porque ya casi no tiene esperanzas para sobrevivir. Una etapa en la cual se registran los reveses pero ya la persona no reacciona mas. Porque no quiere y porque no puede mas.

Aun así hay una pequeña y a la vez muy importante diferencia entre la resignación y la aceptación. Pues el aceptar en nuestra practica es en primer lugar un acto natural y por eso nunca fruto de una depresión y jamás una obligación. Ni por mas que algo o alguien externo se empeñe a que esto sea así. Pues la aceptación en nuestra practica es como una fruta que ha alcanzado la madurez y que ya no se pregunta ni porque ni cuando tiene que dejarse caer. Ósea que algunas veces es necesario saber dar pasos adelante. Algunas veces es necesario saber como seguir a pesar de las sombras en nuestro interior que han creado una tela gigante que nos impide ir mas allá. Y damos ese paso adelante solo cuando hemos aprendido a aceptar de verdad. Cuando a pesar del dolor en la piernas que podemos sentir, nos hacemos familiar con el dolor y aprendemos a convivir con el al no tocarlo ni con nuestros pensamientos. Quedaría entonces preguntarse ¿de donde nacen aquellas sombras en nuestro interior que nos impiden ir más allá? Así como nos lo indica el proceso de construcción de la realidad que observamos a través de zazen: desde nuestros recuerdos y nuestras esperanzas a los cuales nos apegamos y que por lo tanto nos impiden ver las cosas como son y en consecuencia nos dificultan actuar en armonía con nuestro alrededor. Ósea que es finalmente Zazen lo que nos enseña que significa aceptar. Soltando toda formación metal manteniendo un espíritu libre y sin apego que se expresa en toda circunstancia libremente de acuerdo a la respectiva situación.

Así, trascendiendo todas estas dificultades que conlleva nuestra practica, aparece un punto muy importante en cuanto a la práctica de Zazen. Este consiste en que con el tiempo aprendemos a través de nosotros mismos que en realidad no hay alternativa que aceptar nuestra responsabilidad. Pues por mas doloroso que sea sentir decepción o resignación, cien veces mas sufrimiento se crearía si no aprendiésemos a convivir con las sombras en nuestro interior y nos detuviésemos, por un lado parando nuestro proceso de crecimiento y por otro permitiendo que las sombras en nuestro interior nos dicten que debemos pensar, que debemos hacer o que debemos soñar.

Así nos encontramos nuevamente con que son precisamente nuestros sueños lo que nos conduce a hacer nuestro sueños realidad. Esto si a pesar de las dificultades que se nos presentan en nuestra practica, mantenemos la confianza en la mente que en nada se posa y reconocemos que toda dificultad alberga en si la posibilidad de seguir para que nuestra verdadera naturaleza se pueda expresar. Algo que ocurre solo si comprendemos que la paz comienza en nuestro interior y que esta implica saber no fragmentar la realidad.

La mascara que cubre el rostro del payaso no es algo que siempre nos agrade ver. Aun así nos la enseña porque es payaso y un payaso no se cuestiona porque. Así el payaso está en nosotros y nosotros somos el. Y profundamente se lo deberíamos agradecer pues el payaso nos enseña un tesoro que solos seria muy difícil ver.

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