De varios rumbos.
Rios que se encuentran,
En un solo mar.
Al estudiar las últimas enseñanzas que el Buda dejó antes de su muerte es inevitable sentir su compasión. Es Imposible no ser tocado por un sentimiento de profunda gratitud. Encontrase con sus últimos enseñanzas es como haber arribado a un sitio donde varios largos e interminables ríos de la práctica se juntan para desembocar conjuntamente en el mar de la sabiduría y de la compasión.
Por un lado comenzamos a comprender porque aunque el siendo el Buda y ya sabiendo que todo es perfecto así como es, veía la necesidad de irrumpir el silencio para heredarnos su mensaje de paz. Comenzamos a sentir la sabiduría del silencio. El silencio que no es mudo de temor sino que es un silencio que calla cuando hay que callar y habla cuando hay que hablar. Por otra parte comenzamos a comprender con claridad que Shakyamuni perfectamente sabia que mientras pensemos que existe un lugar o un instante mejor que este siempre tendremos la sensación que la vida consiste en un permanente luchar. Y por otra parte comenzamos a percibir también que el Buda bien sabia que esta sería un historia sin fin. Una vía ausente de una conclusión final. Al igual que la dualidad o el sufrimiento. Y lo mismo que el fin del sufrimiento y la no dualidad que tampoco tienen fin.
El Buda sabia que esta sería una historia sin conclusión final simplemente porque el sufrimiento no tiene fin. Algo que podemos comprobar ya al preguntarnos ¿por qué será que el tener pocos deseos, el conformarse con lo que se tiene o el aprender a cultivar la paz y la felicidad a través del silencio sean actitudes que en nuestra sociedad no encuentran aprobación? ¿Por qué muchas veces se interpretan estas enseñanzas tan básicas incluso como señales de debilidad o de una depresión? Y nuevamente vemos el sufrimiento en toda su magnitud. Vemos que vivimos en un sociedad en la que tiene la razón quien habla mas, quien habla mas alto, quien tiene más adeptos o quien tiene los recursos para costearse una campaña de publicidad mejor. Donde la verdad suena provocadora. Donde nadie quiere oír la injusticia que se encuentra detrás del consumismo ni menos que existen mecanismos que no hacen otra cosa que mantener o incluso justificar esta injusticia aun mas. Donde suena insurgente decir que el confort y la riqueza de unos va a costa de los que no tienen mención en los medios de comunicación y donde suena contra la libertad individual aclamar que así como nos estamos comportando con nuestro planeta estamos caminando hacia nuestra propia destrucción.
Y el Buda también sabia que esta seria una vía sin fin tal y como lo son tambien el fin del sufrimiento y la no dualidad. El lugar donde nada impide que nuestra naturaleza original se exprese porque en realidad no hay nada ni nadie que lo pueda impedir. Pues lo sepamos o no, estemos de acuerdo o no, nuestra naturaleza original se expresando ya desde el principio sin comienzo hasta el fin sin fin con toda inhalación y con toda exhalación. Una comprensión que de forma natural hace de toda dificultad una posibilidad y donde estas ultimas enseñanzas de Buda Shakyamuni representan más bien una ayuda para mantener el equilibrio que ofrece la mente que se abstiene a discriminar.
Ósea que en nuestra práctica del Zen si no hablamos, no necesariamente es por temor o como resultado de una depresión. Tampoco lo es porque no conozcamos los mecanismos que mueven el consumismo o los medios de comunicación. Solo que es tan fácil caer en el error de la separación. Pues bien podríamos decir que es la todopoderosa iglesia católica, o bien los fundamentalistas budistas que temen perder el control o la extrema derecha enemiga de la diversidad cultural quien busca obligarnos a pedir perdón. Una conclusión que podríamos seguir profundizando al cuestionar: ¿Pedir perdón? ¿Porque? ¿A quien?
Preguntas que así de inmediato, aquí y ahora, nos revelan que es lo que quiere decir el Buda con la enseñanza de “mantenerse alejado”. Que nos señalan que el “mantenerse alejado” no significa que hay que renunciar a la familia para vivir en la realidad. Tampoco que hay que renunciar a las responsabilidades que tenemos en la sociedad sino simplemente que es mas fácil mantener el equilibrio cuando no atraemos el sufrimiento que conlleva enfrentarse con los demás. Una pista que directamente nos conduce hasta la conclusión que “el mantenerse alejado” en realidad se refiere a la actividad mental. Pues cuando nos encontramos en la actividad mental distinguimos entre nosotros y los demás, mientras que en el no-dualismo que tiene como lenguaje universal al silencio, dicha distinción se desvanece pues aquellos que llamamos “los demás” muestran ser en realidad diferentes facetas del Yo.
Cuando por alguna incasual casualidad, llegamos a encontrarnos con enseñanzas como aquellas que nos heredera el Buda a través del Yuikyogyo, es inevitable no ser tocado por un sentimiento de profunda gratitud. Es imposible no sentir su sabiduría y su compasión. Es como encontrarse con una flor que con su sutil suavidad y ardua flexibilidad nos esta enseñando que siempre que mantengamos la actividad de volver una y otra vez a la realidad siempre existirá una manera para seguir creciendo más. Pues aunque una gran piedra se interponga en su camino la flor seguirá creciendo en todo instante sin que nada le impida seguir expresando su naturaleza original.
Nota: Informamos que el día 18 de Julio llevaremos a cabo un un Zazenkai urbano en Santiago. Más información en las proximas semanas. Desde ya quedan todos invitados. GAssho