Altos y bajos,
Diferentes aspectos,
de la gravedad.
Siempre que exista algo que separe este instante y un momento mejor nuestra percepción de la realidad estará empañada por la insatisfacción. Mientras pensemos que existe un lugar mejor que este los altos y los bajos impregnaran nuestra percepción y nos darán la sensación que la vida consiste en un permanente luchar. Estas verdades valen tanto para el derecho a libre expresión, como para la sociedad mas justa que deseamos alcanzar y también para la vía que conduce hasta nuestra naturaleza original. Mientras tengamos la sensación de tener que luchar por algo, de tener que defender alguna cosa, mientras exista cualquier insatisfacción en la mente seguiremos experimentando nuestra vida como una suma de experiencias cuyo real significado solo se aprenden al caminar.
Esto es lo que nos revelan aquellas experiencias agridulces que se van interiorizando a medida que vamos superando las dificultades que nos toca enfrentar. Algunas veces mas agrias y otras veces mas dulces. Agrias porque muchas conllevan esfuerzo o incluso dolor y dulces por la satisfacción y gratitud que sentimos al haber superado una dificultad. Experiencias que así, de paso a paso, nos van indicando si la vía por la que caminamos es la correcta. Como aquellos aprendizajes que nos recuerdan con claridad que perdonar no es lo mismo que olvidar. Que un error no es un error si lo reconocemos, recapacitamos y a partir de ahí nos volvemos a levantar. O como aquella experiencia que una y otra vez actualiza en nuestra conciencia el hecho que la confianza no solo no se contradice con la constante atención si no que le hace una necesidad.
En este sentido es nuestra actitud en cuanto a los altos y bajos justamente lo que nos indica si el rumbo que hemos tomado nos esta acercando a nuestro ideal. La manera como llevamos nuestras insuficiencias se convierte así en una brújula que nos guía en medio de la densa neblina de la confusión. Esto lo podemos observar en la vida social por ejemplo en la consecuencia con la que se busca la justicia en una sociedad como también en la libre expresión. En la justicia mientras que a pesar de todo Reeves se sigan implementando instrumentos de control que aseguren que las leyes se respeten y que todos seamos iguales ante la ley. En cuanto a la libre expresión en el cuidado permanente que le otorgamos a este derecho elemental a través de toda la cadena de información. Desde los posibles intereses que hacen de una noticia una noticia hasta la objetividad de un periodista a la hora de informar. Desde el compromiso que tiene un jefe de redacción con la verdad hasta la independencia a intereses ajenos sobre la cual vigilan los propietarios de un medio de comunicación como también en la protección que le otorga el estado a quien cumple con su labor de informar. Y lo mismo lo podemos observar también cuando hemos emprendido la vía para reencontrarnos con nuestra naturaleza original. Nuestra reacción en momentos de confusión es lo que nos indica si el rumbo que hemos tomado nos esta acercando a ser quienes somos de verdad.
Así tal vez el termino „conformarse“ a much@s de nosotr@s no nos termine por convencer. Quizás no nos suene tan atractivo como las palabras “competividad”, “belleza”, ” triunfar” o “amar”. Quizás porque asociamos el conformarse con una aburrida limitación ausente de creatividad, más cercana de la frustración que de la libertad. En este sentido todo un reto en una sociedad que cultiva la creencia que la innovación y el progreso necesariamente tienen que nacer de la insatisfacción. Pero „El saber conformarse“ en el sentido de las enseñanzas de Buda Shakyamuni no es un conformismo pasivo como aquel que se manifiesta con una depresión. Tampoco se trata aprender a percibir como placentera la insatisfacción. Más bien nos otorga el Buda en su compasión una recomendación en cuanto a una conducta que nos permita mantener el equilibrio dentro de este proceso de constante transformación que compartimos. Una sugerencia en cuanto a una práctica que nos conduzca de la división hacia la unidad. Desde quienes pensamos que somos hacia quienes somos de verdad.
Y hay quien duda de que exista tal distinción en nuestro interior. Pero para comprobarlo basta solo con miramos en el espejo con atención. Hay una sensación de intimidad pero también de extrañeza, de lejanía o de inseguridad. Un sentimiento que nos dice que el rostro que vemos en el espejo delante de nosotros es el nuestro pero que este rostro no es el yo. Que antes éramos otra persona que en este mismo momento ya no está. La sensación de la ilusión dentro de la ilusión. Como la imagen de la luna que brilla sobre la superficie del agua que es la luna pero a la vez no la es. ¿A quien le sorprende así que algunas veces incluso confundamos la medicina con el veneno que ha provocado la enfermedad? Aun así, todavía quedan practicantes que sostienen que la confianza en el Zen significa confiar en que todo lo que ocurre nos conducirá a ser alguien mejor. Una comprensión que en realidad demuestra ingenuidad en cuanto a la ley de causa y condición pues esta en primer lugar urge en despertar a nuestra responsabilidad. ¿Entonces porque no ahora mismo intentar de ser nuestra mejor versión? Una pregunta que si es acompañada por la perseverancia en la práctica de zazen puede llegar a abrir puertas donde antes ni soñábamos que podían estar. Que comienza a despertar en nosotros la comprensión sobre el hecho que cuando todas las cosas son otro aspecto del yo la dificultades son sobretodo una oportunidad para despertar. Despertar aquí y ahora de nuestro sueño particular a la realidad sin separación.
En este sentido continuamos con las ultimas enseñanzas de Buda Shakyamuni, que han quedado grabadas en el Yuikyogyo (1), el Sutra de las enseñanzas heredadas:
Tercero: contentarse con el silencio. (Le llamamos contentarse con el silencio al mantenerse alejado de la ruidosa actividad y al vivir en un lugar tranquilo).
Buda Shakyamuni dice:
Si vosotros monjes buscáis la paz y la felicidad en el silencio y la soledad, deberíais alejaros de la actividad ruidosa y vivir solos en un lugar tranquilo. El dios Sacra y otros seres celestiales veneran a los que viven en lugares tranquilos. Por eso deberíais evitar la compañía de quienes os están cerca de la misma manera como deberíais evitar la compañía de otras personas y reflexionar con toda tranquilidad como remover la raíz de la insatisfacción. Quien atrae la compañía de otros, atrae también las preocupaciones y el sufrimiento. Es como con un gran árbol – si demasiados pájaros se posan sobre el hay que preocuparse de las ramas secas y quebradas. Quien se ata demasiado a las cosas mundanas se vera enredado en las diferentes formas del sufrimiento. Como un elefante viejo que se hunde en el fango y que no se puede liberar por propia fuerza. A eso le llamamos “mantenerse alejado”.
(1) Según Shobogenzo Hachi dainingaku – Las ocho verdades de una gran persona.
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