Las campanillas,
En todas direcciónes,
Tocan: cling, cling, cling.
Cada año en septiembre Chile vuelve a ser el país de los sueños. Vuelve a ser la tierra de la viva memoria, el lugar donde habita la esperanza tan viva y persistente como unas campanillas de viento que con cada toque recuerdan que el pasado ya no existe y que el futuro aun no ha llegado. Es ahí donde mora el sueño de los ancestros, donde acontecen los verdaderos actos. En la incertidumbre en cuanto a la dirección del viento.
Donde el orden antiguo muere y donde lo nuevo aun no ha llegado, ahí se palpita la esperanza. En el desorden. Donde el derrotismo ha quedado atrás y nos abstenemos a caer en el ciego activismo. Donde el acto aun es un experiencia personal e intransmisible. Donde aun somos lo inmesurable. Desde ahí, ¿quien soy yo? ¿que es la patria? Yo soy tu, el, ella, ellos, nosotros. La patria es Chile, Argentina, Peru, Bolivia, España, Alemania, EEUU, Corea del Norte, Japón. Todo el planeta es la patria. ¿Como podría ser de otro modo si no hay limitación? Reflexion. Así es, dependemos nos guste o no los unos de los otros. Es más: no hay existencia separada de los demás. Y aun así yo soy yo y la patria es de donde soy yo. ¿Una contradicción? Solo si hay una idea fija de lo que es el yo. No si entre la campana, el viento y el sonido no hay separación.
Hay quienes dicen que es una predisposición humana volverse intolerante. No creo que sea así. Una predisposición humana puede ser el miedo, incluyendo el temor a lo desconocido ¿pero la intolerancia? La intolerancia es solo una interpretación de un fragmento de la realidad. Una interpretación que ha sido activada por medio de la comparación. Lo que quiero decir, es que no es el ideal la causa de la intolerancia cultural o religiosa, sino que la ignorancia que causa la fragmentación. Esa vista parcial que no ve las cosas dentro del contexto real en el cual todo coexiste con lo demás sino que simplifica creando una identidad ficticia y que se justifica a través de los opuestos: buenos – malos, nacionales – extranjeros, izquierda – derecha, liberal – conservador. No, el universalismo no ha muerto, si no lo podemos ver es solo porque nuestra visión aun esta cegada por la dualidad. La misma dualidad que lleva a la percepción del otro como un peligro para la propia identidad y que crea de esta manera la circunstancias necesarias para estar dispuestos a someternos al autoritarismo si es necesario con tal de proteger nuestra integridad. Un fenómeno que hoy perfectamente se puede observar en diferentes sitios del mundo, tanto en el nacionalismo excluyente como también en fundamentalismo religioso.
Hay quienes dicen que el antídoto más eficaz contra la intoleracia es la conciencia, pues para despertar a una nueva consciencia no se requiere nada especial. No se requiere postergar nada hacia un futuro en cual las condiciones sean mas propicias. Ni tampoco se requiere ningún objeto material o alguna condición social mejor. Da igual si uno es pobre o rico, del norte o del sur, si se es hombre o mujer, blanco o de cualquier otro color. Por esta razón reviso una vez más lo que es la conciencia en el budismo Zen. Ah si, existe la conciencia vigñāna, la conciencia inestable que actua de manera discriminatoria y parcial, como resultado del aferramiento a lo percibido como deseable y el rechazo contra lo no deseado, pero también existe la conciencia que contiene todas las potencialidades dentro de si. La conciencia Amala que es el origen mismo de la vida universal. Ahí es donde todo esta entrelazado entre si. Ahí es donde no hay un antes ni un después.
Donde lo antiguo se desvanece y lo nuevo aun no ha acontecido, la esperanza aun se puede palpitar. En Septiembre Chile está en todo lugar. Como las campanillas de viento, que tocan aquí pero que se escuchan también allá. ¿Que es la patria, donde está el país natal? En septiembre todo es posible. Incluso percibir con toda claridad que el otro es solo otra faceta del Yo. Sea para bien o sea para mal, lo que se lo hago al otro en realidad me lo hago también a mi. Como una campanilla de viento, que puede ser a la vez tanto una campanilla, un sonido o el viento que cambia constantemente de dirección. Aquí que es aquí, en Chile, o en cualquier otro lugar.