LA ASTUCIA

En esta quietud,

La mente es el cuerpo.

Espacio puro.

Si, hay una diferencia muy grande entre los actos que surgen de la identidad y aquellos que provienen de la compasión. Por esta misma razón abandona ya la astucia. Deja ya de intentar de apoderarte de la verdad, pues algo de lo que te puedes apoderar simplemente no puede ser la verdad entera. O es solo el sujeto que observa y juzga o es solo un objeto. Siendo así ¿que más se podría decir del intento de imponer nuestra verdad a otros? No, no es solo una falta de respeto. Es la manifestación de que no somos conscientes de la herida interna, del conflicto que nosotros mismos llevamos dentro. 

Me dices que apele a mi gobierno para que cese el conflicto y para que acabe la guerra. Lo haré, lo estoy haciendo. Al mismo tiempo quiero eso si recordarte que la historia de la humanidad documenta sobre todo eso: la represión de nuestra propia confusión. Del no ser conscientes que el conflicto lo llevamos dentro de nosotros y que lo proyectamos hacia afuera. Eso es en primer lugar lo que revelan todas las conquistas y reconquistas, todas las revoluciones y contra revoluciones. Sobre todo es el karma del que no somos conscientes. Y si es así no sería acaso lo más apropiado comenzar por mi mismo? ¿Por nosotros mismos?. En primer lugar habría que recordar entonces que no siempre hemos dado por hecho que la realidad tenga solo una perspectiva. No siempre hemos pensado que el ser humano es el centro del universo al igual que no siempre hemos sido teocentristas.

Por esta razón te propongo aquí y ahora que tomemos juntos otra perspectiva. ¿Qué tal si decimos la mente no es más que el cuerpo?  ¿Qué tal si así permitimos que el equilibrio sea lo que dicte que es la cordura? ¿Qué tal si de esta manera nos hacemos conscientes de nuestra propia respiración y permitimos que sea esta la que guie nuestros movimientos? Tal vez te darás cuenta que es entonces cuando mas cerca estamos del fin del conflicto y con ello de una curación duradera. Ahora, llegando a este punto nuevamente podríamos caer en la trampa de intentar de hacer de esta propuesta un ideal único y duradero, razón por la que propongo que supongamos ahora que el cuerpo no es más que la mente. La mente que es como el viento. El aire que tiene la facultad de tocarlo todo sin agarrarse a nada, sin poseer nada en concreto. Tanto la mente como el cuerpo se convierten entonces en un espacio amplio que todo lo acepta. Un espacio que incluye tanto las montañas, como el campo, tanto los ríos como el cielo, tanto al yo como a los otros y de la misma manera, tanto el pasado como también el futuro. Abierto para escuchar no solo a los ganadores si no que también a los perdedores. Incluso a los verdaderos perdedores, a los perdedores de ambos lados, tanto de los ganadores como de los perdedores. Cuando esto ocurre, cuando la mente se extiende de esta manera y somos conscientes de que la mente no es más que el cuerpo, el sufrimiento se disuelve en ese mismo instante y la lucha en este cuerpo que a la vez es el cuerpo de todo el mundo acaba por si misma.

Abandona ya la astucia. El ego visto como separado del todo es el origen del conflicto, es la herida. Vista de esta manera la identidad y la cultura descubrirás porque la disminución de la variedad de perspectivas en realidad es una perdida y porque a quien intenta de apoderarse de la verdad esta le hace incluso más confuso.  Por esta razón abandona ya la astucia. Observa de donde viene lo que percibimos y como esta realidad es obstruida por nuestros sentidos. Más allá entenderás que todos somos expresiones de una misma realidad que compartimos. ¿Me preguntas ahora cual es la diferencia entre los actos que surgen de la identidad y aquellos que surgen de la compasión? Deja ya de intentar de apoderarte de la verdad y observa: no hay nada que no fuese la mente. No hay nada que no fuese el cuerpo. 

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