Un día un monje le pregunto al maestro Daizui Hoshin del distrito Eki:
– ¿Cuándo llegue el eterno fuego que destruye todo el universo, mi espíritu también será destruido o no?
El maestro Daizui Hoshin respondió:
– Será destruido.
El monje preguntó:
– ¿Debería uno entonces permitir que las circunstancias se den?
El maestro Daizui Hoshin dijo:
– Si, permite que se den.
Comentario
„Deberíamos permitir que las circunstancias se den“ es un famoso dicho del maestro chino Joshu Jushin. Quiere decir, que debemos seguir la ley del universo. El monje parece haber tenido serias dudas sobre este principio, en caso de que las circunstancias incluyesen también la destrucción del propio espíritu. Deberíamos permitir que las circunstancias se den aunque fuese este el ultimo día antes del gran fuego, confirmó el maestro. El gran fuego representa los limites de la realidad. Podemos planificar y esforzarnos como queramos, pero en el mundo real las cosas no siempre se dan así como nosotros queremos. Nuestros planes pueden fallar o podemos llegar a constatar que estamos intentando de cambiar algo que no tiene cambio. La postura budista implica aceptar la realidad de una situación y convivir con ella aunque esta realidad no sea una realidad que hemos elegido.
La historia del monje que estaba siendo perseguido por un tigre ilustra esta postura.
El monje corría tan rápido como podía pero no era capaz de medirse con el tigre. Pronto se encontró en una trampa entre el tigre por una parte y un abismo por la otra. Entonces debajo de una roca al borde del abismo encontró un zarcillo y descendió perseguido por el tigre hasta llegar al zarcillo y se sujetó de el. Pero el zarcillo no era lo suficientemente fuerte para sostener su peso y de a poco comenzó a desprenderse de la roca. Justo en ese momento, cuando estaba perdiendo el control sobre su cuerpo y el tigre rugía enfurecido sobre su cabeza, el monje encontró unas bayas. El se estiro para cogerlas y se puso algunas en la boca. Eran dulces y deliciosas.
Esta es la postura en la Vía del Buda. Cuando las circunstancias requerían esforzarse al máximo para poder escapar el monje lo hizo. Pero la realidad de la situación era tal, que no había posibilidad de escapar y el monje pudo aceptar este hecho con tranquilidad. Esta postura pacifica era la fruta dulce que el pudo encontrar incluso en esta situación extrema.
Según: Shinji Shobogenzo – Colección de 301 Koan de Dogen Zenji. Traducción del japonés, comentarios y explicaciones de Gudo Wafu Nishijima Roshi.