Frente al lago,
Posa una garza gris.
¡Bella postura!
Toda flor es única y aun así decimos que es bella. Todo ser es diferente aun siendo de la misma especie y aun así generalizamos. Toda persona es un individuo tan especial que jamás nacerá uno igual y aun así discriminamos. Todo instante es tan especial que jamás en la historia habrá uno igual y aun así comparamos el antes con el después. ¿Por que será? Todo quien a aprendido a no ceder a los hábitos que caracterizan el pensamiento humano lo intuye, lo puede palpitar. Lo sabe. Si observamos desde el interior las cosas se ven diferente a que si las vemos con la mirada dirigida hacia el exterior. Desde adentro las cosas se ven sin fragmentación, se ven interconectadas, menos superficiales, únicas, cada vez mas libres de comparación. Así a medida que vamos profundizando en lo que es la meditación vamos aprendiendo a apreciar hasta el mas diminuto detalle en toda su singularidad. Vamos comprendiendo con cuerpo y mente la envergadura de la ilusión que implica comparar y distinguir. Decir mejor y peor, bueno o malo, superior y inferior, autentico o imitación.
Aun así hay una duda que siempre se mantiene ahí. Una duda muy valiosa como tarde o temprano llegaremos a reconocer ya que porta consigo un mensaje de libertad. Al impedirnos a acomodarnos en la ignorancia o a ceder a la resignación. La duda de aun no haber llegado hasta el final. La incertidumbre que con silenciosa inquietud nos recuerda constantemente que todavía hay algo que no hemos aclarado algo y que este algo nos impide darnos un baño en las tranquilas aguas de la paz que todo lo contiene en si. La duda que nos obliga a mantener la atención alerta, que nos impide caer en la conformidad que lleva consigo todo ideal y que de esta manera nos permite seguir dando pasos adelante. Ya que si seguimos observando con plena atención claramente comenzamos a reconocer que enfrentar la mirada hacia el interior donde vemos todo en su plena singularidad, con la vista puesta siempre en el exterior en la cual comparamos, es en si también una comparación. Mirar hacia el interior está bien, mirar solo al exterior está mal. Una vez más un instante de confusión. ¿Está bien entonces, o está mal comparar?. Una confusión que para muchos puede perdurar incluso toda una vida. Lo que frecuentemente se puede observar cuando del silencio se ha hecho un ideal. El silencio que se presta para silenciar. El silencio que desea imponer quien aspira al poder. Controlando. Imponiendo. El silencio del temor. El silencio de la dualidad. El silencio que a la vez quita toda credibilidad a quien busca emplearse de el. Y que por otra parte a quien hace del cuestionamiento constante el único habito incuestionable de verdad, le da la posibilidad de dar un verdadero paso adelante. Esto por que tarde o temprano la confusión se disipará. Por si mismo sin esfuerzo alguno llegará la conclusión que ya toda palabra en si implica comparar. Esto ya por que percibimos la realidad a través de nuestros sentidos y estos han aprendido a diferenciar a través de experiencias hechas ayer. A partir de ahí comunicamos nuestras experiencias y los demás nos comprenden a través de experiencias parecidas. Ósea que hablar implica siempre también comparar.
¿Por que decimos todo esto que en si no es ningún misterio siendo una conclusión que se deriva del Sutra de la gran sabiduría perfecta? Solo para recalcar nuevamente que desde la perspectiva del Zen lo mas importante en la educación es que el acto de educar debe ser en si siempre un verdadero acto de emancipación. Una emancipación constante. Sin limites. Implacable porque no se posa en ninguna verdad. Incomparable porque cuestiona constantemente toda verdad. Toda comparación. Un estilo de educación del cual se beneficia tanto quien recibe como quien da porque todos siguen aprendiendo en el proceso de constante transformación. Aplicable a todos los fenómenos. Tanto en el exterior como en nuestro interior. Que incluye tanto al calentamiento global ya tan evidente en todo lugar, como también preguntas referentes a tantas enfermedades del espíritu como las son la depresión, la ansiedad o el estrés y que afectan desde adentro para afuera todo lo que percibimos como exterior.
Así enfocada la educación, como un proceso de cuestionamiento constante está claro que tarde o temprano toda duda se va disipando de manera natural. Vamos comprendiendo desde nuestro interior y en sintonía con todo nuestro alrededor por ejemplo que el enfoque que le debe dar la meditación al estrés no puede ser el de disminuir el estrés percibido aguantando y aguantando hasta aprender a acomodándose con la mente en un sitio supuestamente libre de estrés. Que la educación basada en el Zen tampoco puede ser comparada con el adiestramiento de un perro como algunos quisiesen imponer para instrumentalizarla proponiendo así un mundo ausente de colores y enemigo a la diversidad. Así vamos dejando todas estas antiguas ideas sobre lo que debiese ser el Zen y la educación atrás. Reconociendo con cada paso que vamos dando que si estos enfoques errados algún día acontecieron en nuestras vidas era porque aun había algo que teníamos que reconocer con claridad. Como el hecho que el enfoque que le debe dar la educación en la práctica del Zen debe ser la de dar en todo instante lo mejor de si. En sintonia con todo lo que ocurre a nuestro alrededor y mas allá de cualquier concepto, más allá de cualquier comparación, más allá de cualquier dificultad. Aprender en el Zen significa seguir buscando aun cuando nos creamos perdidos en la ilusion.
¡Feliz navidad y un prospero año nuevo para todo y tod@s! ¡Que tod@s los seres en toda dirección estén libres de sufrimiento y alcancen la plena felicidad!.