COMPRENSIÓN


En el desierto,
Largos son los caminos.
Fuerte el calor.

Si, es verdad, en un desierto, dentro de una gran extensión de confusión y bajo el calor sofocante de la incontrolable ansiedad, el vacío puede ser una autentica oasis de reposo y tranquilidad. Un lugar donde la mente descansa porque cesa la división. Un sitio de abundancia donde todo vuelve a su lugar. El agua, la sombra, los árboles, la sed. Un sitio desde donde se puede apreciar todo en su orden original. Una zona de encuentro más que una de ausencia. El encuentro de las mil piezas de un espejo antes de que aconteciese su fragmentación.

En la fragmentación el cambio climático no va en sintonía con el desarrollo tecnológico. El progreso va por delante de los avances sociales. Los logros sociales van más rápido que la ley. La ley va en dispar con la educación. La educación se mueve a un ritmo diferente que la felicidad. La felicidad está en disonancia con la emancipación. La emancipación no coincide con la sabiduría y la experiencia real no va en compás con la comprensión intelectual. Hay quienes afirman que hemos de asumirlo. Que el mundo simplemente es así. Que el planeta se mueve sin parar alrededor del sol y a una velocidad de locos además. Como el tiempo. Rápido, confuso, distorsionado, incongruente. Como si todo fuese coincidencia. Como si no hubiese un orden por detrás. No lo creo. Es más, estoy convencido que no es así. Todo se mueve a un ritmo y corresponde a un orden. Otra cosa es que este orden no coincida con nuestra voluntad. Otra cosa es que este ritmo no sea el mismo que el del huracán del progreso que está dejando en ruinas el planeta si seguimos así.

¿A que orden me refiero? Por supuesto que al orden de la ley de causa y efecto y que muchas veces tanto nos cuesta ver. Me pregunto porque será, ¿qué es lo que nos impide ver la relación que existe entre todo lo que acontece? La única respuesta plausible que encuentro es porque nos aferramos a la palabra y a su definición. Le damos significado a las palabras de acuerdo a nuestra historia personal, a nuestra educación, a nuestra herencia cultural, a nuestra socialización, todo aquello que ha formado nuestra personalidad. Pero el significado de las palabras muda constantemente al igual que todas las cosas, al igual que cambia el mundo, al igual que cambio yo. Aun así nos aferramos a ellas. Y nos aferramos tanto a ellas que la ignorancia se convierte en un veneno que se dispersa en toda dirección. Algo que puede ser revisado en cada palabra, pero que en aquellas que discriminan activamente llaman más aun la atención. El otro día en consecuencia de la nuevas leyes de inmigración en EEUU escuche que dicho país planeaba deportar a los “Indios” de su país devuelta a la India. Claro, un chiste, pero como todo chiste uno que expresa también mucha verdad. No. El avance tecnológico no dice nada sobre el estado espiritual de una sociedad. No dice nada. Pero este “no dice nada” no implica crear una nueva contradicción. No dice nada significa que no dice nada ni para bien, ni para mal. El progreso, las posesiones materiales o el trabajo no tienen porque estar en contradicción con la sabiduría o con la salud mental. De hecho no lo están. Muchas veces simplemente no lo vemos, porque desde un lado u otro interpretamos en contra o a favor. Le damos significado a las palabras, nos apegamos o rechazamos, de acuerdo a lo que hemos aprendido encubriendo de esta manera lo que realmente acontece a nuestro alrededor.

En este sentido la oasis, el vacío al que se refiere el Budismo Zen puede ser un verdadero alivio al sufrimiento del que sufrimos hoy. Un lugar donde las herencias culturales se refrescan, donde se diluyen la discriminaciones antiguas a través de la empatía y la comprensión. Un lugar de encuentro. Para actualizarse o quizás incluso para armonizarse con todo lo que acontece. Pues desde el vacío donde las definiciones se diluyen la palabra “Indio” se ve claramente como un anacronismo colonial que se utiliza intencionadamente para mantener una situación que carece de cualquier justificación. Al igual que la palabra vacío puede dejar de significar ausencia para convertirse en un lugar de encuentro en vez que uno de nihilismo y de separación.

El maestro Joshu un día le pide a sus discípulos que le pregunten algo para comprobar su comprensión (1). Un monje sale adelante y en vez de preguntar se postra frente al maestro. Este intuyendo que el monje solo había comprendido intelectualmente le recrimina su mente ansiosa en búsqueda de provecho y reconocimiento exterior. El maestro Hogen le cuenta esta historia al maestro Kaku Tesu Shi y le pide una explicación. El maestro Kaku le dice que lo considera un maestro excelente por lo cual darle una explicación sería tan fuera de lugar como si el Estado se postrase frente a un General en vez que el General se postrase frente al Estado por lo cual no sería posible darle una explicación. Ósea que el maestro Kaku no da una respuesta por que sabe que en realidad es imposible dar una explicación. Simplemente porque no corresponde al orden natural. De la misma manera como no sería natural si el Estado se postrase frente a un General. Si el Estado se postrase ante un General eso solo sería el orden de la fragmentación, donde el vacío representa un concepto fijo que implica ausencia, donde el significado de la felicidad queda reducido a una experiencia emocional y donde la palabra “Indio” solo es un termino discriminatorio que transporta a través de los siglos una injusticia que aun queda por solventar. Si, es verdad, en la práctica del Zen se antepone la experiencia real a la comprensión meramente intelectual. Se antepone porque comprender solo intelectualmente no apaga la sed. Más allá del bien y del mal, solo las vivencias reales nos permiten armonizarnos con el movimiento universal.

Querid@s lector@s, la importancia de la verdadera comprensión es tal en el Budismo Zen que aun hoy en día durante la época del monsum los templos tradicionales siguen conservando la practica de mantenerse en la tranquilidad – Ango. Respetando esta tradición del entrenamiento de verano y dándole preferencia a la práctica con el cuerpo y la mente en unión, pausamos la actividad de este Blog. Hasta Septiembre, me despido con las palabras que el Buda le dirigió a Ananda antes de un retiro de verano. Un día antes de retirarse para sentarse durante el periodo de Ango el Buda le indicó a Ananda: Si alguien viniese y te pidiese escuchar el Dharma, Ananda, deberías enseñar en mi lugar lo siguiente:

“Todos los Dharmas ni nacen ni padecen”.

Que estén bien. Que estén en tranquilidad. Gassho.

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