La conciencia, como una oruga, en todo instante puede cambiar de dirección.
¿Qué es la conciencia? Una pregunta que desde el comienzo de la historia se debate con mucha pasión. La psicología y la filosofía han intentado de emplear laboratorios para estudiarla sistemáticamente mientras que en otros ramos se ha aplicado incluso la introspección. En la sociología, se ha hablado de la conciencia social definiendo al ser humano por las decisiones que toma dentro de un grupo social.
La conciencia ¿Donde poder localizarla? Hoy en día, se afirma que la conciencia es la conciencia sobre el propio ser. Se dice que la conciencia es la autoconfianza, la experiencia, lo que nos lleva a distinguir entre el mal y el bien. ¿Pero donde encontrarla? En nuestra cultura todo el mundo dice que existe, pero hasta ahora nadie la ha podido tocar. Se habla de la voz interior, de la responsabilidad social, se habla de una lámpara que tenemos en la mente, que cuando se apaga deja de iluminar. Otras definiciones le adjudican incluso características especiales; que la conciencia se compone de un determinado material; que la cantidad y el contenido de material del que consiste determina el grado de conciencia que tenemos sobre nosotros mismos y sobre todo lo que nos rodea, de la célula mas pequeña hasta el mas allá. Ósea que en todo caso la conciencia se demuestra ser un concepto difícil de atrapar. Cuando más concreto se hace lo que la conciencia podría ser, es tal vez cuando esta se expresa a través de nuestro comportamiento. Cuando por ejemplo actuamos de manera impulsiva siguiendo un reflejo y sin más simplemente actuamos o cuando analizamos antes lo que vamos a hacer. Cuando se piensa antes o cuando hay fuerza de voluntad se dice que es porque hay conciencia. Se puede entonces decir que la conciencia se define en general como el conocimiento que un ser tiene de sí mismo y de su entorno, que se refiere a la moral o bien como se reacciona frente a los estímulos que provienen del interior y del exterior .
En el Budismo la conciencia es uno de los cinco agregados. La conciencia, shiki (vijñâna) es la inteligencia, el recuerdo, la experiencia, lo vivido, la lógica. “Vi” significa analizar, jnana “comprender” y representa la totalidad de la actividad mental. (1) Una actividad mental que analiza e interpreta a través de los sentidos, pero que no tiene esencia propia y por eso imposible de localizar.
En el Genjo Koan el maestro Dogen explica el dilema de la conciencia de la siguiente manera: “Al principio, cuando la gente busca el Dharma, se encuentra muy alejada de los bordes del Dharma. Pero en cuanto el Dharma es trasmitido auténticamente a nosotros, somos un ser humano en nuestro elemento original. Cuando un hombre esta navegando en un bote y mueve sus ojos hacia la costa, el cree erróneamente que la costa esta en movimiento. Si mantiene los ojos fijos en el bote, el sabe que es el bote el que avanza. De forma similar, cuando intentamos entender los innumerables dharmas en base a suposiciones confusas acerca del cuerpo y la mente, interpretamos en forma equivocada que nuestra propia mente o nuestra propia esencia puede ser permanente. Si no familiarizamos con la acción y regresamos a este lugar especifico, la verdad es evidente, en el sentido que los innumerables dharmas no son el yo. La madera se vuelve ceniza; nunca puede volver a ser madera. Sin embargo, no debemos asumir el punto de vista que la ceniza es su futuro y la madera su pasado. Debemos recordar que la madera permanece en el lugar de la madera en el Dharma. Tiene un pasado y tiene un futuro. A pesar de que tenga un pasado y un futuro, el pasado y el futuro están interrumpidos. La ceniza existe en el lugar de la ceniza en el Dharma. Tiene un pasado y tiene un futuro. La madera, después de volverse ceniza, no vuelve a ser madera otra vez. Igualmente, los seres humanos, después de la muerte, no viven nuevamente. A la vez, es una costumbre establecida en el Dharma del Buda, el no decir que la vida se vuelve muerte. Es por esto que hablamos de la no aparición. Y es la predica del Buda establecida en (el giro de) la rueda del Dharma que la muerte no se vuelve vida. Es por esto que hablamos de no desaparición. La vida es una situación instantánea y la muerte también es una situación instantánea. No pensamos que le invierno se vuelve primavera y no decimos que la primavera se vuelve verano”. (2)
En el Teisho dedicado a la transmisión del Dharma al maestro Fudamitta, Keizan Zenji retoma este punto, diciendo:
“Todos nosotros nacemos y morimos, parimos y llegamos, pero ello no se debe a la actividad del cuerpo o de la mente tal como habitualmente lo concebimos.
Esta es una verdad que han asumido todos los budas dando testimonio de ella a lo largo de los tres tiempos, y lo mismo han hecho los patriarcas de las tres tierras de la India, China y Japón. También vosotros deberíais hacer lo mismo tratando de no actuar desde el punto de vista de la verdad externa. No existe a la postre la menor confusión en todo el día y la noche y, en ultima instancia, las doce condiciones del sufrimiento son las que ponen en marcha la rueda del Dharma. Cuando alcancéis ese reino, la transmigración en los cinco senderos del renacimiento se transformará en el eje de la rueda del Mahayana. (3)
Tal vez sea la verdad externa a la cual Keizan Zenji nos insta abandonar algo parecido a la conciencia. ¿Pero como entonces reconocer la verdad sin observar lo que creemos que nos enseña el alrededor? Probablemente introduciendo la mirada hacia el interior. Volviendo a nuestra respiración a nuestro cuerpo, volviendo con nuestra atención una y otra vez a este instante. Observamos de esta manera la construcción del ego a través de los sentidos. Observando que apelar a la conciencia no es de ninguna fiabilidad dado que nuestro mundo mental esta ligado a los factores físicos y psíquicos de cada individuo y que por lo tanto esta en función de los cambios que experimenta nuestro ser. De esta manera a través de la practica continua llegamos al cesar de toda confusión: no existe ni afuera ni adentro, la conciencia es una creación mental. Y todas nuestra ilusiones se convierten en una manifestación del despertar.
(1) ver más en: http://www.sotozen.cl/?p=634
(2) Eihei Dogen – Shobogenzo Genjo Koan; Traduccíon de Luis Alfonso Díaz y Gudo Wafu Nishijima Roshi.
(3) Según: Francis Dojun Cook (2006): Denkoroku (Crónicas de la transmisión de la luz) Maestro Keizan. Barcelona.