En su fragancia,
Mar, playa, brisa, cielo.
Portan veneno.
Está casi desierta la playa y su costa se alarga ante la incierta penumbra de una orilla que parece estar cada vez más lejana. El mar está tranquilo y no se mueve, aun así veo vida en su calma, quizás porque el ritmo que creo observar en el sea el mismo que el del corazón que palpita dentro de mi mismo. El cielo está claro pero a la vez también oscuro lo que me da la impresión de que me hablase a través de sus colores. Pero lo hace desde tan lejos, a tanta distancia que me es imposible escuchar lo que quiere decirme con sus palabras de misterio.
Contrastes. Se dice que las formas entre más se parecen entre si más se armonizan, mientras que aquellas que difieren entre ellas más resaltan. Se puede observar frente al mar como en todas partes de la naturaleza pero también puede ser visto en lo social y en todos los ámbitos de la actualidad de la sociedad en la que vivimos. Especialmente en estos tiempos de pandemia. Tiempos en los cuales el quehacer de una sociedad pulsante se ha visto drásticamente disminuido y en que justamente por ello pareciese resaltar tanto lo que tenemos en común como también aquello que nos diferencia: los deberes, los derechos, la justicia, la riqueza, la pobreza, el genero, la procedencia étnica, la religión, la alimentación, la educación, el arte, la cultura. Si, creo comprender que a partir de la observación de los contrastes que se manifiestan en lo social también es posible acceder a una comprensión más profunda de la realidad en la que vivimos. Observo en primer lugar que todos somos iguales como seres humanos pero que a la vez todos somos innegablemente diferentes. Todos somos nacidos como seres humanos pero a la vez con diferentes características que nos destacan de los demás. Me detengo en este punto que creo que muy importante. No solo en cuanto al desconfinamiento después de la pandemia y los procesos sociales que se avecinan sino que también en cuanto a la practica espiritual en general: aquello que nos diferencia, lo que nos distingue, la singularidad de cada cual, es un bien que exige el mayor respeto y cuidado. Que requiere tanta consideración y esmero como la vida en comunidad misma. Y lo digo porque pienso que ante la impermanencia que caracteriza nuestra existencia, ante los desafíos que se desvelan en los contrastes y ante los cuales nos enfrentamos como sociedad y como especie ya no queda tiempo para mucho más. Ante nuestra propia sombra, como denomina la psicología moderna el aspecto inconsciente de la sociedad ya no nos podemos dar el lujo de seguir especulando. Simplemente no sería ético hacerlo. Menos aun solo con el fin de ganar mas adeptos, de vender más libros o de ganar unas elecciones. Y es que solo del respeto y del cuidado autentico frente a la vida individual puede nacer también un respeto verdadero hacia la comunidad que compartimos. Solo de ahí, desde más allá de la duda, desde la integridad, puede nacer la acción que ha superado la duda, la acción justa, la acción en harmonía con todo lo que le rodea.
Hay gente que dice que es triste amarlo todo sin saber lo que se ama. No estoy de acuerdo con ellos. Es más, creo que si el amor no es ilimitado, si se cree saber lo que se ama, lo más probable es que no sea amor, que sea apego. Pero esta es solo mi opinión personal, esto es lo que a mi me dice la practica cuando me entrego completamente a su metodología. Esto es lo que me dice la practica cuando me adentro en la observación de los cinco agregados y en proceso de construcción de la realidad que caracteriza el cerebro humano. Ahora, desde aquí, si alguien me preguntase que es lo que pienso sobre las funas, la intimidación como instrumento político, la mentira como arma activista, la marginación, la expulsión o incluso la pobreza como método de control, creo que mi respuesta sería muy clara. Pues ante los contrastes, mientras más difieren las formas entre ellas más resalta lo que les distingue. No, el mundo no siempre es una tarde perfumada por las brisas que vienen de un país de ensueño. Las estrellas no siempre responden cuando se les pregunta y los arboles no siempre están tranquilos solo porque no mueven sus ramas. Desde la hoja de una flor de loto cae una gota de rocío sobre un estanque creando ondulaciones sobre el agua. La gota no lucha contra la gravedad, se desprende sin luchar contra su disolución en el agua, pero esto no significa que por ello no refleje en si toda la naturaleza. La gota es la hoja, es la flor, es las ondas y es también el agua.