DAR Y RECIBIR

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Con los pies firmes sobre la tierra sin distinguir entre antes y después

Muchas veces cuando investigamos los diferentes fenómenos sociales como lo son la educación o el derecho a la autodeterminación podemos observar que en realidad estamos estudiando las diferentes facetas de la dualidad. Observamos por ejemplo en nuestra práctica que es imposible no comunicar dado que ya con el simple hecho de sentarnos en silencio en zazen y concentrándonos sobre la postura estamos enviando un mensaje de paz. Y de la misma manera vemos que también que es imposible hablar sobre la educación o el derecho a la autodeterminación sin enviar un mensaje social.

Reconocemos entonces la necesidad de dar un paso más allá y dejamos atrás cualquier objetivo, cualquier interés y cualquier opinión personal. ¿Y que es lo que observamos entonces? ¿qué es lo que podemos ver más allá de la dualidad? Tal vez que ante el movimiento universal dar significa recibir y recibir implica dar.

Una conclusión que repercute profundamente en todas la facetas de nuestra conciencia porque modifica nuestra visión. Vemos por ejemplo que la autodeterminación aun siendo un derecho básico que nos acompaña desde que nacemos hasta la vejez, no es un derecho que todos podemos ejercer. Porque esta es la conclusión a la cual llegamos rápidamente si comenzamos a observar los obstáculos a los que se enfrentan las personas con enfermedades crónicas, los ancianos de etapa terminal o las personas con deficiencia física o mental. Situaciones que llaman a la sociedad a proteger lo que es un derecho elemental, dado que no son solo los síntomas lo que acompañan una enfermedad, sino que también las numerosas consecuencias sociales que trae consigo la situación, como las son: menos movilidad, mas gastos y menos ingresos, declive económico, perdida de contactos sociales, menos participación en la sociedad y muchas otros más.

Así viendo todas las dificultades que se presentan en determinadas situaciones de la vida para mantener un derecho tan elemental como lo es el de la autodeterminación ¿por qué decimos que no hay diferencia entre el dar y el recibir? Quizás porque esta es la conclusión a la que llegamos cuando observamos la compatibilidad de la practica religiosa y los fenómenos sociales como el derecho a la autodeterminación. Pues cuando cuando dirigimos nuestra atención y los esfuerzos de nuestra práctica también a las personas que se encuentran en etapa terminal nos damos cuenta que entre más vemos la impermanencia más comenzamos a apreciar la vida. Y es entonces cuando el dar y el recibir se convierten en un solo movimiento universal y nuestra practica en una joya. Una joya para las personas que necesitan urgentemente nuestra compasión, una joya para quien da y una joya para la sociedad.

Llegando a este punto, tal vez sea oportuno recordar que hay muchas personas que reconocen que dar significa recibir y que sin diferenciar entre practica religiosa y compromiso social simplemente se dedican a dar lo mejor de si. Así lo demuestra gran parte de la medicina de hoy que comprendiendo la importancia que tiene para una sociedad conservar los derechos individuales de los ciudadanos,  dedica cada vez mas sus esfuerzos a hacer todo lo posible para que el paciente conserve hasta los últimos instantes de su vida este derecho elemental a vivir autodeterminadamente. Un derecho que se transforma de algo abstracto en algo real cuando se le informa al paciente sobre sus derechos y sus posibilidades. Cuando todas las actividades se dirigirán en primer lugar a la reducción del dolor, a prologar lo máximo posible la movilidad y la capacidad de decisión.

Según la doctora Elisabeth Kübler Ross existen cinco etapas en cuanto al proceso de muerte. Estas son la isolación, la rabia, la negociación, la depresión y la aceptancia. La isolación que es la primera reacción cuando se sabe que la vida va a terminar. La rabia con la vida y con los demás porque hay algo mucho más poderoso que la propia voluntad frente a lo que no hay nada que se pueda hacer. La negociación en la cual es paciente espera poder ofrecer algo a cambio para poder aliviar el fin. La depresión y la desesperación frente a lo inevitable y por fin la aceptancia. Aquella fase en el proceso terminal en cual la persona acepta completamente y se rinde a lo que va a ocurrir. Una etapa en la cual la persona recupera la paz y puede despedirse comprendiendo profundamente que han sido justamente las etapas mas difíciles de la vida lo que no ha ayudado a crecer. Esta es una enseñanza que nos deja el valioso mensaje que nuestra practica no puede consistir en eliminar el caballo salvaje que llevamos en el interior, si no que son justamente nuestras pasiones el campo de la practica sobre cual podemos aprender a amansar el caballo para después dejarle libremente pasear.

Es entonces cuando nos damos cuenta que va más allá de cualquier dualidad que distingue entre la practica espiritual y la actividad socialmente comprometida, es la característica del movimiento universal que esta no diferencie entre el dar y el recibir porque dar significa recibir y recibir implica dar.

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