DIFICULTADES

SONY DSC
La flor se abre
y sin preguntar llega
la mariposa

Tal vez sea una de las dificultades más grandes que se le presenta a alguien que aspira a ver su verdadero Ser aquella de creer haber comprendido algo. Cuando motivados por nuestra aspiración a ganar, pensamos que sabemos que es el Zen y en base a esa creencia sacamos conclusiones sobre lo que es el Dharma o la verdad. Cuando por ejemplo interpretamos lo que es el vacío o Sunyata y a partir de esa comprensión creemos comprender que porque en el aquí y ahora lo único inmoral es hablar de la moral, ni el bien ni el mal existen. O para dar otro ejemplo más cuando se lee aquella frase del maestro Kodo Sawaki que dice “El Zen es la patraña más grande del mundo” y llegamos a la conclusión que ya que el Zen es una patraña en el Dharma todo está permitido. Pensando la práctica del Zen como una obra de teatro como la Divina Comedia de Dante Alighieri tal vez o un juego en el cual hasta el sectarismo está permitido. Pero esto definitivamente no es así. Y si alguien de nuestros lector@s piensa que si lo es, ha llegado el momento de pedirles que nos borren de sus paginas favoritas de Internet. Entendemos que todo quien utiliza Internet en todo momento está libre de visitar cualquier pagina que quiera o dedicarse a cualquier otra práctica que no sea el Budismo Zen. Pues si bien de ninguna manera pedimos que acrediten en lo que aquí se escribe aun así, si hay algo que si les podemos asegurar esto es que la práctica del Zen no es ni una patraña ni una comedia ni una forma de sectarismo más. La práctica del Zen no es otra cosa que la vía para desarrollar la sabiduría y la compasión. La vía que invoca la paz en todas la direcciones a partir desde nuestro interior y que nos conduce a la unidad con todos los seres y cosas a través de la auténtica experiencia de lo que es el verdadero Ser.

Así, tal vez sea creer que la práctica del Zen no es mas que una patraña un mal menor, pero creer saber que es la verdad no siempre a sido un mal tan inofensivo como creemos que lo es. Lo que en si demuestra el hecho que en la historia de la humanidad ya han habido muchos casos que han hecho hasta de una victima inocente un verdugo feroz. Una expresión del sufrimiento que nos obliga a indagar más sobre la naturaleza humana y que hasta algunas veces nos hace dudar ¿será que como seres humanos llevamos en nosotros insertados el mal? una pregunta que atrae con si más dudas conduciéndonos hasta preguntas fundamentales como ¿qué es el mal? o tal vez ¿qué es aquello que tantas veces imposibilita que la flor de nuestra naturaleza original, cual compartimos con todos los seres, se pueda expresar?

Así que indagamos sobre el origen del dualismo y nos encontramos con que este nace ya en nuestra infancia, en nuestra niñez. Cuando a través del lenguaje que vamos aprendiendo de nuestros padres heredamos su visión del mundo y comenzamos a clasificar la realidad. Cuando adoptando un sistema de valores determinado comenzamos a aprender a distinguir entre el bien y el mal. Algo imprescindible para subsistir dentro de un sistema social y que en su determinado momento nos ayuda a desarrollar nuestra individualidad pero que por otra parte tiene la propiedad de condicionar nuestra percepción de la realidad. Incluso de tal manera que con el tiempo perdemos la facultad de vivir este instante sin discriminar. Pues el dualismo es algo que siempre esta presente en la actividad mental. Incluso cuando interpretamos enseñanzas del Budismo ya que sobretodo entonces se puede observar que, lo queramos o no, siempre estamos manipulando la verdad. Siempre estamos buscando moldear las cosas de tal manera que encajen dentro de nuestro esquema mental. Aquel molde donde todo ya desde el principio está claramente ordenado entre lo que hemos identificado como bueno o malo, superior o inferior, culpable o inocente, mentira o verdad. Lo que en nuestra práctica llamamos la mala yerba. La mala yerba siempre se está extendiendo y vuelve rápidamente si uno no la corta de raíz. Al igual que el dualismo en nuestro interior con su propiedad que le caracteriza de siempre acomodar la verdad de acuerdo a nuestra convicción personal.

De esta manera algunas veces llegamos incluso a interpretar el vacío, sosteniendo que ya que el vacío es la forma y la forma el vacío, solo existe lo que el instante requiere sin que exista el bien y el mal. La pregunta que surge llegando hasta este punto es ?no será está visión que distingue entre la forma y el vacío una expresión del dualismo más? Pues si observamos con atención de la misma manera como decimos “la forma es el vacío es y el vacío es la forma” también podemos decir “la forma es la forma y el vacío es el vacío”. Algo que nos lleva a la conclusión que pensar la realidad como un concepto estático que puede ser obtenido o poseído es en sí una contradicción. Pues las cosas no son como lo aparentan ser, estas son así como se manifiestan, aunque esta no sea la última verdad suprema pues la verdad es que las cosas son como son. Tal vez sea esta la verdad a la que se refiere el maestro Sawaki cuando nombra como patraña el Zen, ya que las cosas no son lo que aparentan serlo aun así los son, lo que tampoco es la última verdad pues en realidad las cosas son como son. Tal vez.

Hay voces que dicen que la educación enfocada en la emancipación individual invoca el individualismo y el egoísmo en una sociedad. Esto quizás porque se enfoca la emancipación desde el temor. ¿Pero qué sucede si entendemos de la autonomía no solo como “Yo” sino que “Yo y todos los demás”? Tal vez sea esta la vía para darnos cuenta que la paz se hace posible solo cuando abandonamos nuestras ansias de ser superior o de ganar. Pues la naturaleza original que impregna todos los seres está al alcance de todos y es generosa y abundante como una flor que abre sus pétalos al amanecer.

Marcar el Enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *