Paso a paso,
Por un camino arduo.
Sin frio. Sin calor.
La ignorancia es un campo árido azotado por el sol. Es una puerta cerrada con intención. El llanto de un niño que no sabe porque le tratan mal. La pobreza que apenas da margen para respirar. La ignorancia es la violencia que engendra más violencia aun. La ignorancia es la avidez y la rabia a la vez. Ante la ignorancia la educación es el antídoto mas eficaz. Es lo que le devuelve al campo el agua y el verde que el hombre le quitó. Lo que abre cualquier cerradura, de cualquier puerta y de cualquier ventana también. Es el pañuelo que limpia una cara infantil. Es la esperanza y la confianza en el orden original. La educación es aquí y ahora un acto de paz.
En nuestra práctica cuando hablamos de educación no necesariamente nos referimos a una rama de la pedagogía más. No nos referimos a un modelo de aprendizaje que se requiere para convertirnos en alguien mejor. En el Budismo hay tantas maneras de educar como pueden haber flores en un jardín. Educar puede ser el silencio. Puede ser la palabra. La acción concreta. Puede ser una llamada de atención tanto como una caricia sobre la piel. Educar es un acto de paz. Es un arco iris sobre los techos de la ciudad. La educación se refleja en nuestra manera de convivir con el medio ambiente. Es nuestro modo de tratar a los que buscan refugio. Es nuestra manera de relacionarnos con aquellos que piensan diferente. Educación es también nuestra forma de convivir con la injusticia social. Es nuestra manera de pacificar. De esta manera comprendida la educación, todo lo que la mente alcanza refleja nuestra educación, está íntimamente relacionada con nosotros mismos, con todo nuestro alrededor, con este instante, con este lugar.
Ósea que en el Zen la educación se refiere tanto al mundo interior como al mundo exterior. Tiene que ver con la comprensión profunda del sufrimiento como también sobre el camino que conduce a que este pueda cesar. Se refiere a hacerse consciente sobre el habito de la mente de crear oposición donde no la hay como también a ejercitarse sobre el camino que conduce a la comprensión y a la sanación. En este sentido la educación a la que nos referimos es la comprensión profunda de nosotros mismos. Es el vivenciar en carne propia nuestra propia impermanencia y a partir de ahí interiorizar la verdadera esencia de nuestro ser. El punto que nos da a comprender que querer parar la primavera es una necedad e ideales que nos sugieren cortar las flores en realidad un delito contra el amor. Como la intolerancia, como el colonialismo o como todo acto de alineación. Irrevocables reflejos de la ignorancia que llevamos en nuestro interior. La ignorancia sobre el hecho que la separación es una ilusión. La inconsciencia sobre el hecho que el miedo y el ideal interactúan entre si: el ideal existe porque existe el temor y que el temor prevalece a causa del ideal.
Y porque el ideal y el temor se condicionan mantienen entre si y se justifican mutuamente, la educación en el Zen apunta hacia el lugar más allá del miedo y más allá del ideal. Hacia el lugar donde no hay ni ignorancia ni extinción de la ignorancia y por consecuencia ya nada más que alcanzar. ¿Pero porque todo esto?, ¿que valor tiene esta comprensión cuando nos enfrentamos a problemas concretos? o con otras palabras ¿cuál es la respuesta adecuada desde la práctica budista en cuanto a la agresión, la intolerancia, el colonialismo o la alineación? Hay maestros que dicen: “No hay camino hacia la paz, la paz es el camino”. Una enseñanza que permite darle al Koan del post anterior (1) un enfoque adicional si la paz se comprende no como un ideal estático sino como el constante ir y venir que mantiene a los fenómenos entrelazados entre si. Pues si se comprende de esta manera la paz, como un proceso constante absento de fragmentación, volver a la paz, más allá de cualquier ideal, es la manera mas directa de practicar la paz. De enseñar la paz.
Así nos reencontramos con las palabras del maestro Tozan cuales dicen:
– Cuando hace frío, mata al monje que tiene frío. Cuando hace calor, mata al monje que tiene calor.
En el sentido de la paz palabras que pueden significar que la paz es la condición normal del espíritu y por eso no hay camino hacia la paz ya que la paz es el camino y la meta a la vez.
Estimamos que es necesario señalar nuevamente que la ignorancia mas profunda que llevamos dentro de nosotros es la ignorancia sobre la verdadera esencia de nuestro ser. La ignorancia sobre el hecho de que todo interactúa constantemente con todo en toda dirección. Lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos llega a la consciencia a través de los sentidos y tiene consecuencias inmediatas en toda dirección. Por esta razón introducimos la atención hacia el interior. Como un acto de educación. Como una forma de reestablecer la paz. Soltando íntegramente el ideal hasta encontrarnos con la inmaculada realidad absenta de separación. El lugar a donde la ignorancia no nos puede acompañar. Donde toda puerta se abre, donde la violencia cesa, donde la naturaleza vuelve a su equilibrio otra vez. La educación es aquí y ahora un acto de paz.