UN ÁRBOL

Entre las sombras,

Una luz se divisa.

Árbol del parque.

Una brisa, una flor, un pájaro. Siento el pasto húmedo bajo mis pies descalzos. Camino en la soledad. Camino en la semi oscuridad de la noche. Deambulo extraviado en la casi claridad de la madrugada. Muy lejos, en la más lejana lejanía, diviso un árbol. Entre sus ramas percibo una luz lejana y pienso: es el árbol puro de la verdad eterna. Camino hacia el y al llegar le observo. Su tronco bien enraizado en la madre tierra está hecho de ecos, sus ramas son gritos lanzados hacia el cielo, sus hojas son una hermosa melodía que suavemente susurra el viento. ¿Qué debo hacer en estos tiempos de tantos y vertiginosos cambios? le pregunto. Pero el majestuoso árbol responde a su manera, conservando en su danza su solemne silencio.   

En la ciudad los autobuses suben y bajan por la alameda como nubes fugaces al amparo del viento. Los niños con sus rostros de interés y entusiasmo por todo lo nuevo se apresuran para no llegar tarde al colegio.  Los adultos siguiendo siempre sus preocupaciones se dirigen en todas las direcciones posibles como lo hacen los peces en un acuario. Acelerado por una ansiosa esperanza el tiempo en la ciudad pasa como volando. Aun así, el futuro aun no ha llegado, me digo. Aun así, el pasado ya ha pasado. Aun así, el presente no puede ser retenido. Me pregunto entonces ¿que es lo correcto, a donde ir, en que sostenerme si hasta la historia se demuestra ser una ciencia incierta? Y es que ante todo observo que todo lo que jamás a ocurrido siempre lo he visto empañado por mi propio karma. Observo que todo lo que veo ahora ya antes de percibirlo está ya enturbiado por mis propias ideas, por mis propias imágenes, por mis propias emociones. Ante este dilema me pregunto ¿cómo salir de este circulo vicioso? ¿Cómo salir de la rueda de la vida y la muerte si yo mismo me soy a mi mismo mi más grande impedimento? 

¿Existe la estabilidad cuando todo se presenta como inseguro? ¿Cuándo todo se tambalea, cuando una vuelta a la antigua normalidad se demuestra ser algo cercano a lo imposible? La noche sigue al día como el día sigue a la noche. La luz condiciona la oscuridad como la sombra condiciona lo claro. Es más, la noche existe en el día y el día existe en la noche. ¿Qué sentido tiene entonces apegarse a la luz del día o rechazar la oscuridad de la noche? Aquí es donde me encuentro con un espacio del que nace un nuevo enfoque. La comprensión que une absolutamente todo, incluso lo que antes creía como contradictorio o contrapuesto. La noche, el día, la luz, la oscuridad, la vida, la muerte, el cuerpo, la mente. Cuando no hay rechazo ni apego en la mente todos los fenómenos se encuentran simultáneamente y sin contradicciones en el aquí y ahora presentes. Lo mismo ocurre incluso con todos los fenómenos sociales que nos encontramos. Si nos preguntamos con la atención dirigida exclusivamente hacia afuera en que dirección tomar en cuanto a la pandemia, en cuanto a las elecciones, en cuanto al racismo, en cuanto a la pobreza, el constante cambio se presenta como un proceso vertiginoso en el cual el ganar y perder, el vivir y morir se alternan sin cesar y sobretodo sin que el alivio al sufrimiento sea posible. Pero por otra parte si dirigimos la atención hacia adentro, hacia la postura del cuerpo y hacia el aliento, nos podemos encontrar con un aquí y ahora convertido en un espacio que no se deja condicionar por la especulación o el miedo y sobretodo desde el cual es más fácil ver el mundo también con los ojos del otro. ¿Es el Zen una religión? me preguntan algunas veces personas con las que me encuentro. Y lo primero que acontece es que me entra una gran duda. ¿Será que la persona no se da cuenta que está preguntando desde su propio punto de vista? ¿O seguirá está pregunta una determinada estrategia como se suele hacer cuando desde una visión panteísta se cuestiona otra creencia? Sea como sea la respuesta, lo que siempre resta es la convicción que para la practica del Zen la duda siempre será una fiel y apreciada compañera. 

Cuantas cosas no dice un árbol deslumbrante con su silencio. ¡Las cosas que dice! Cuando los sentimientos mantienen la calma es posible escucharlos. Dicen que la tristeza y la alegría no son impedimentos para que el corazón se mantenga libre. Dicen que la realidad nunca ha sido algo fijo ya que todo desde siempre ha sido y será impermanente. Dicen que no tiene sentido correr detrás de las cosas o querer huir de ellas. No, por estar en un solo sitio un árbol no esta preso. No, un árbol no es mudo solo por interpretar a su propia manera el silencio. Siento una brisa, veo una flor, escucho un pájaro. Camino por un parque con los pies descalzos y entre la sombra que ofrece el ramaje de un gran árbol, se percibe una luz lejana. 

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