El maestro Joshu Jushin se encontraba delante de una gran asamblea y preguntó: “si es que nuestra conciencia esta solo mínimamente diferenciando entre el bien y mal, perdemos el espíritu de Buda completamente. ¿Hay alguien que pueda decir algo al repecto?”
Un monje se paró y le dio un golpe al Jisha (asistente personal) del maestro diciendo: “Por que no le respondes al maestro?”
El maestro volvió a su habitación inmediatamente. Después de esto el Jisha le pidió al maestro que le explique: “¿Entendió la pregunta el monje que me golpeo recién?”
Joshu Jushin dijo: “La persona que estaba sentada podía ver a la persona que estaba parada. Y la persona que estaba parada podía ver a la persona que estaba sentada”.
El maestro Joshu dijo que mantenerse aun que sea solo mínimamente en la conciencia que diferencia entre lo que es justo y lo que es malo, disturba nuestra estabilidad. Es nuestra mente la que discrimina entre el bien y el mal. Esta fuerza de dividir, discriminar y analizar es una parte esencial de nuestra vida cotidiana, pero no puede alcanzar la realidad directa. La mente de Buda es un estado en el cual se alcanza la realidad directamente y por eso transciende inequívocamente toda discriminación. Esta idea lleva a muchas personas a sacar conclusiones equivocadas. Ellos se hacen muchas opiniones extrañas sobre como debería ser una persona que se encuentra en tal estado.
Para ilustrar este hecho podemos hacer la comparación entre un bebe y un buda. Podemos decir que los dos viven en un estado libre de nociones sobre el mal y el bien. De todas maneras el bebe lo hace porque no ha desarrollado todavía completamente su mente racional discriminatoria, mientras que un buda a realizado esta esencia que no es solo saber lo que esta bien y esta mal, sino que simplemente hacer lo que esta bien y no hacer lo que esta mal.
Una persona que ve la realidad, que vive en el mismo estado que un Buda, hace el bien desde el más profundo interior de su ser: no siguiendo una lista de virtudes escritas en un libro, sino que siguiendo las reglas del mismo universo.
El maestro Joshu Jushin preguntó si alguien tenía que decir algo sobre la conciencia que va más allá del bien y el mal. Dado que las palabras mismas están basadas justamente sobre esta discriminación, podría parecer que el maestro les ha dado a sus discípulos una misión imposible.
¿Cómo impedir esta contradicción? El monje en la historia escogió por responder con su propia acción real. El joven monje a quien se le había designado ser el asistente personal del maestro no había profundizado todavía hasta la realidad su comprensión del budismo. El no estaba preparado todavía para seguir el desafió del maestro, así que el otro monje substituyó la pregunta abstracta del maestro con golpes desde la otra perspectiva, la material.
El comportamiento mismo de este monje fue la respuesta a la pregunta del maestro Joshu. Esta era una demostración concreta de que la mente actúa correctamente sin discriminar y según las necesidades de la situación real.
En la tercera fase de este koan el Jisha quiso averiguar como percibió el maestro realmente la acción del monje que le agredió. Por eso el maestro afirmo la comprensión del monje. Ellos podían ver uno al otro claramente. La comprensión de ambos sobre le Budismo era idéntica.
Caso 11 del libro uno del “Master Dogen´s Shinji Shobogenzo – 301 koan stories”, por Gudo Wafu Nishijima Roshi