Cuando comprendemos la realidad
para nosotros no hay mas ser humano o enseñanza,
e instantaneamente, todo el mal Karma,
el Karma del infierno, es destruido.
Si les estoy engañando con falsa habla,
se me arrancará la lengua,
y tendre que sufrir eterno castigo – Shodoka
Cuando vemos las cosas a traves de nuestra conciencia karmica, tendemos a creer que la vida no se preocupa de poner algo de lógica en la distribución de pesos, castigos y recompensas. ¿Cuando se tranquiliza la conciencia karmica? Esto sucede verdaderamente cuando se realiza la naturaleza budica íntegramente con el cuerpo y el espíritu. Por esta razón son todas las especulaciones sobre el pasado, el presente y el futuro y tambien sobre el origen de la naturaleza budica, innecesarias. Dogen explica que la acción en este mismo instante es la realidad y la verdad y que esto es en si la naturaleza de Buda. Mas allá de cualquier especulación, como por ejemplo si todos los seres tienen la naturaleza budica o no, esta se realiza en el balance del aquí y ahora de manera directa y clara.
Por otra parte el concepto del Karma, según el maestro Dogen, vas más allá del hecho y de la acción y significa que las acciones cometidas hoy, debido a la ley de causa y condiciones, alteraran los acontecimientos en el futuro. Creer que el Karma sea una energía que existe independiente a nosotros y que influye sobre nuestra vida es erróneo por que en todo lo que hacemos, creamos Karma.
Esta comprensión pone en duda la creencia en que algo pueda suceder por casualidad. Más bien es así que las razones por las cuales los acontecimientos se manifiestan se mantienen escondidas. Las consecuencias de los hechos tienen además la característica de poderse manifestar inmediatamente, después de un periodo de tiempo corto o después de mucho tiempo. Refiriéndose a esta enseñanza de Buda, el maestro Dogen cuenta en el capitulo Sangi No Go (Karma en los tres tiempos) del Shobogenzo dos historias. Va aquí una historia sobre el mal Karma que se manifiesta inmediatamente:
«Había una vez un leñador, que un día de nieve se perdió en las montañas. La oscuridad ya había llegado y el leñador casi se moría de frío, cuando entro en un bosque muy denso y vio un oso. La piel del oso era azul oscura y sus ojos lucían como dos antorchas y el hombre se moría de miedo. Pero este oso era en realidad un Bodhisattva que había tomado por algún tiempo el cuerpo de un oso. Cuando el oso vio la desesperación y el miedo del leñador le dijo a este: “No tengas miedo. Algunas veces sucede que un padre y una madre a uno lo traicionan pero yo no tengo ninguna intención mala”. Entonces se dirigió al leñador, lo tomó y lo llevó a su cueva donde le albergó. Después de que el leñador se recuperara, el oso le dio varias raíces y frutas y le invito a comer a placer. Como pensó que el hombre seguía teniendo frío, el oso se acostó al lado del leñador abrigándole con su piel. Seis días se estuvo preocupando el oso de esta manera del leñador hasta que al séptimo día comenzó a salir el sol y el camino del bosque comenzó a despejarse. El oso que se había dado cuenta fue de nuevo a por más fruta para dársela al leñador antes de que este partiese. Después acompañó al leñador hasta donde terminaba el bosque y se despidió de el amablemente. El leñador se tiro de rodillas ante el leñador, le agradeció y le preguntó: “¿Como podría agradecerte algún día todo lo que haz hecho por mi? El oso dijo: “no quiero ninguna clase de recompensa y solo espero que así como yo he cuidado de tu vida, que tu algún día cuides de la mía”. El hombre prometió esto por todo su honor, tomó su leña sobre la espalda y comenzó a bajar la montaña. En el camino hacia el pueblo se encontró con dos cazadores que le preguntaros si había visto animales en el bosque y el leñador respondió: “fuera de un oso no he visto ningún otro animal”. Y los cazadores le pidieron que les enseñara adonde había visto al oso. El leñador les dijo que les mostraría donde se encontraba el oso si se podía quedar con dos tercios de la carne. Los cazadores estuvieron de acuerdo y fueron a la caza del oso. Finalmente los cazadores mataron al oso y repartieron la carne en tres partes. Cuando el leñador quiso tomar las dos partes que le tocaban a el se le cayeron los dos brazos como si una cadena de perlas hubiese sido rota en consecuencia de su mal Karma. Los cazadores estaban muy consternados y muy asustados y le preguntaron al leñador que pasaba. El leñador que sentía mucha vergüenza les contó toda la historia. Los cazadores le recriminaron mucho al leñador y exclamaron: “¿como has podido traicionar a este oso que tanto bien te ha hecho? !Es sorprendente que no se te pudra todo el cuerpo! De ahí llevaron la carne de oso a un monasterio cercano y se la dieron de regalo a la Sangha. Uno de los monjes más antiguos y que tenía la admirable sabiduría de conocer el espíritu de otros, entró inmediatamente en Zazen y pudo ver de qué clase de carne se trataba. Y vio que se trataba de la carne de un gran Bodhisattva que le había traído a muchos seres felicidad. Los monjes se quedaron muy consternados cuando escucharon esto. Juntaron mucha leña para quemar la carne, tomaron los huesos restantes y los depositaron dentro de una stupa, se prosternaron y depositaron diferentes ofrendas.
De tal manera es el mal Karma que algún día – tarde o temprano – de alguna manera se manifestara.
Según el maestro Dogen a este tipo de Karma le llamamos: „el Karma de un hecho injusto, que se expresa inmediatamente en el presente”. Por lo general deberíamos intentar de devolver lo antes posible la bondad y benevolencia que otros nos han otorgado – pero no hay que esperar recompensa alguna y quien como en la historia de mas arriba, traiciona a seres benevolentes, sufrirá tal y como en la historia anterior, de las consecuencias de su mal Karma. ¡Que jamás tenga algún ser humano el espíritu de este leñador! Cuando se despidió del oso, el leñador le pregunto: “¿como podría recompensarte? Pero aun así su avidez le llevo a querer poseer dos tercios de la carne del oso. Y fue esta misma avidez la que lo llevo a matar a quien le había dado bondad y salud. Un golpe actúa por razón del mal Karma puede ser mas rápido que la hoja afilada de un sable».
Ahora un ejemplo de un Karma que irremediablemente trae buenos efectos:
«El rey Kaniska de Gandhara tenía un eunuco como vasallo a quien se le habían confiado las tareas internas de la casa real. Un día, mientras un paseo por las afuera de la ciudad, el eunuco vio una manada de quinientos bueyes que eran llevados hacia la ciudad. El eunuco le pregunto al pastor: “¿Qué pasará con estos bueyes?” El pastor respondió: “a los bueyes se les lleva a la ciudad para que sean castrados”. Y el eunuco pensó: “debido a un Karma acumulado desde hace mucho tiempo, tengo que vivir en el cuerpo de un eunuco. Ahora voy a utilizar mi fortuna para salvar a estos animales de la desgracia de la castración”. Finalmente le compro al pastor todos los animales y los dejo todos libres. Debido a la fuerza de este hecho benevolente el eunuco recupero su cuerpo masculino lo que le alegro mucho. Después volvió a la ciudad y mando a un paje donde el rey para pedirle una audiencia. El rey le hizo entrar y le pregunto sorprendido la razón de la entrevista. Entonces el hombre le contó al rey toda la historia en detalles. Cuando el rey escucho esto se sorprendió mucho y sintió mucha alegría. Le ofreció a su vasallo muchos regalos, le dio una función más alta en la corte y lo convirtió en su ministro de relaciones exteriores».
Fuente: Shobogenzo, Sanji no go, Karma en los tres tiempos. Dogen Zenji. Traducción de Ritsunen Grabiele Linnebach