En el espacio,
Estrellas que le rodean.
Luna serena.
En la semi oscuridad, en ese espacio entre la noche y el día, cuando la oscuridad comienza a hacerle espacio a la luz es cuando mejor creo percibir los contrastes, cuando mejor creo escuchar el silencio. Es en aquellos momentos cuando las estrellas de a poco comienzan a apagarse. Cuando la tierra comienza a ponerse pálida y las flores comienzan a salir de su ensueño. En momentos en los cuales ya se divisa la silueta del día es cuando mas claro creo sentir el cuerpo de la noche. Imposible decidirse por la luz o la oscuridad cuando todo instante esta lleno de un consciente misticismo. Incluso no es ni necesario elegir porque el idealismo se despide por si mismo. Se disipa en el aliento del día, en la sustancia de la noche. No, la ciencia no se contradice con la verdad que abarca incluso lo no aun manifiesto. Si lo hiciese y se diese cuenta de ello, seguro que se auto corregiría pues de no reformarse tras darse cuenta de un error, ya no sería ella misma.
Lo mismo ocurre con el zen budismo. Si hubiese cualquier prueba sobre algún error o una contradicción en sus teorías, aquellas doctrinas se verían automáticamente modificadas. Es que está en la naturaleza de esta practica milenaria, que por quien la practica es comprendida también como una ciencia de la mente o como una disciplina de ingeniería interna. Otra cosa es que hay espacios a los cuales la ciencia aun no ha llegado. Espacios como lo pueden ser un medicamento contra un virus desconocido pero que también puede ser el lugar más allá del racionalismo, más allá de los conceptos y de sus significados heredados. Espacios que tienen en común que de manera casi inconsciente introducen la noción del tiempo. Me detengo para observar más detalladamente lo que ocurre aquí mismo en este instante, en este lugar entre el pasado y el futuro, en este momento al que solemos llamar el presente tomando el ejemplo de un fenómeno social que por irracional que sea sigue persistiendo. El racismo. Sea directo o sea estructural e institucionalizado. Sabemos del racismo que la discriminación por razones de origen o de color de piel tiene más que ver con la ignorancia que con cualquier otra cosa pues el color de la piel que cada individuo tiene es solo cuestión de pigmentos y melanina. Lo sabemos, somos consciente de ello y aun así el racismo sigue marcando nuestra existencia y condicionando la de las generaciones futuras. Ósea que debe haber algo más que justifique el racismo que se percibe en muchas sociedades aun hoy en día. Debe haber algo más que explique la existencia de los privilegios y de las estructuras de dominio que aun hoy en día se encuentran en los múltiples aparatos sociales de la justicia, de la educación, de la salud y en tantos otros organismos sociales. Seguimos la corriente de causa y condición y en el pasado nos encontramos con la historia del colonialismo. ¿Será que hay aquí algunos conceptos aun no aclarados o aun no procesados por la conciencia humana y que aun hoy en día los seguimos aplicando inconscientemente?
En el budismo, la ignorancia es Avidya. Se trata de una palabra en sanscrito que se compone de “a” y “vidya” que significa “no vidya” o no saber, no ver, o no comprender”. Un concepto más allá de ser comprendido como una falta de información sobre algún hecho se entiende como nuestra ceguera fundamental en cuanto a la realidad en la que vivimos. La ceguera en cuanto a la impermancia que caracteriza todos los fenómenos como también nuestra inhabilidad de experimentar la profunda conexión que nos une todo lo que percibimos como externo. ¿Pero que es lo que nos impide dar este paso tan decisivo más allá, hacia la autentica conexión con los demás? Quizás sea una cuestión de definición de la identidad. O quizás sea la falta de conciencia en cuanto a un habito dañino o el Karma como solemos llamar a este tipo de acción. Como sea, más allá de cualquier tipo de ocultismo, espiritualismo o materialismo, la propuesta del budismo Zen, para afrontar la ignorancia es cuestionar la inherente naturaleza de todo lo que existe, incluyendo la propia misma.
Hay quienes dicen que los confinamientos de nada sirven. Que solo son una expresión del sufrimiento. Son los mismos que culpan a la luna de estar planeando acercarse a la tierra. Son los que afirman que su verdadero propósito es de cubrir el mundo con su blancura para después llenarlo con su esencia. A ellos les respondo que se equivocan. Es que no está en la naturaleza de la luna la conquista. Además, es que hay por lo menos dos lunas. Está la luna que acompaña a las estrellas soñolientas, si, pero también existe una luna que con su presencia despide todos los idealismos. ¿Ahora me preguntarán si estas dos lunas pueden verse alguna vez juntas? Opino que si. Especialmente en los espacios de entremedio. Entre los otros astros del universo. Entre la noche y el día. Cuando la luz comienza a substituir lo oscuro. Entre un paradigma y el otro. Cuando lo antiguo comienza a quedar obsoleto y lo nuevo ya se hace manifiesto.