LA IMPERMANENCIA

“Estudiar la Vía del Buda es estudiarse a uno mismo.
Estudiarse a uno mismo es olvidarse de uno mismo.
Olvidarse de uno mismo es ser testimoniado por todo el Universo.”

Con esta frase, Dogen Zenji describe el espíritu de nuestra práctica de Shikantaza y enfoca especialmente en un tema central del Budismo que es el del ego. Según la enseñanza de Buda y tal como lo refleja el Sutra Maka Hannya Haramita Shingyo, es el ego inexistente pero se percibe como una identidad propia al ser el resultado del juego de los sentidos. Es el ego el que nos impide ver las cosas como son pero también es verdad que sin ego no se puede vivir. La pregunta entonces a la que nos enfrentamos es ¿que hacer con el ego? ¿Hay que eliminarle?
Esta era la pregunta principal cuando el maestro Dogen escribió: “Estudiar la Vía del Buda es estudiarse a uno mismo. Estudiarse a uno mismo es olvidarse de uno mismo”.

La contradicción que significa esta cuestión sobre el ego, el maestro Dogen la resolvió a través de la comprensión de la impermanencia. La impermanencia es la condición original de todos los fenómenos y cuando aceptamos este hecho profundamente y dejamos de rechazar o de apegarnos es posible olvidarse de uno mismo y entrar en la casa de Buda. En el espíritu de Shikantaza ni se rechaza ni se apega uno a nada y por eso que se llama solo sentarse.

Hay quien dice: “la separación comienza cuando uno se olvida que es naturaleza de Buda”, pero esto no es del todo correcto, porque implicaría que por un lado existiese la iluminación y por otro la dualidad. Pero en el Zen del maestro Dogen, la iluminación es nuestra condición constante solo que nos complicamos al justamente creer que existen Budas por un lado y seres sensibles por otro, iluminación por un lado y dualidad por otro y al aceptar esta supuesta condición como un hecho, fortificamos aun más la dualidad.

Cuando por ejemplo se queda el agua del baño corriendo, y el ruido del agua nos molesta, la Vía esta justo ahí: al hacerse uno con el ruido del agua. Cuando nos hacemos uno con lo que nos da dificultades, cuando abandonamos el apego y soltamos el rechazo, podemos hacernos uno con nuestros problemas y es entonces cuando nos damos cuenta que la separación es solo una creación de la mente. Para dar este ultimo paso, la confianza es necesaria y nos damos cuenta que la confianza a los demás tiene que ver mucho con la autoconfianza – porque la dualidad es una ilusión. Es importante comprender que en todo instante uno se puede liberar de las fantasias, de los sueños, del sufrimiento. Por lo tanto si nos hacemos uno con nuestras dificultades damos un verdadero paso adelante.
En la visión dualista existe la contradicción entre un ego inexistente y un ego imprescindible, entre los budas y los seres sensibles, pero esta contradicción se desvanece cuando comprendemos que la impermanencia es la condición original de todos los fenómenos y que no existe nada que en ningún momento pueda ser poseído o ganado.

Es este el punto donde se debe mencionar que para profundizar en el Zen la práctica con un maestro es imprescindible. La comprensión intelectual, contiene el riesgo latente que practiquemos porque deseemos mejorar, porque queramos ser mas importantes. Pero lo mas importante en nuestra práctica consiste en dejar de verse a uno separado de los demás.

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