Pétalos que caen,
Con plena intención.
Sobre el agua.
No hay nada que no este sujeto al cambio continuo, no hay nada que no dependa de su alrededor. Lo demuestra el cambio climático, lo deja en evidencia los tratados que en cualquier momento se pueden anular. Aunque los efectos del calentamiento global a corto plazo por región sean distintos, el proceso en si nos afecta a todos por igual, Aunque los tratados, los contratos y las promesas se hagan para perdurar, para dar estabilidad y para revertir un proceso que pone en peligro el equilibrio climático global, los tratados se rompen, se marchitan sin importar ahora porque. Ósea que el cambio continuo es una realidad al igual que es verdad que no existe una existencia independiente de lo que acontece a nuestro alrededor.
Aun así, indudablemente es decepcionante observar que como especie no somos capaces de alcanzar un consenso por el bien no solo de la humanidad sino que también de todo el planeta. Ante la decepción siempre hay diferentes reacciones posibles, entristecerse es una opción, buscar soluciones es otra, pero ante todo llama sobretodo la atención que con la decepción nos encontremos ante una situación de reacción. Y reaccionar no es lo mismo que actuar. La reacción y la acción son ambos diferentes aspectos del movimiento, si, pero la reacción representa el efecto y la acción la causa. Mientras la reacción es una consecuencia de una acción determinada, la acción lleva un elemento creador en si. ¿Creador? o ¿imperceptible para la conciencia sin un antes ni un después? Dejemos esta pregunta por el momento abierta para que cada cual la responda como estime. A lo que voy es que la reacción, la decepción, acontece debido a la ilusión del control o más bien a la sensación de perdida de control. Debido a que nos aferramos a interpretaciones y conceptos fijos sobre la realidad y en consecuencia a que el proceso mental no va en sincronía con lo que acontece en la realidad. Ahora podríamos apelar al dedo índice de la moral, recordando que si sentimos decepción y nos desilusionamos es porque antes había ilusión, pero creo que con esta estrategia no llegaríamos muy lejos en cuanto al problema del calentamiento global. Más bien, eso si, convendría revisar nuestra actitud mental de aferrarnos a los conceptos que nos hacemos sobre la realidad. Uno de estos conceptos es también la felicidad.
Según las definiciones más generales que circulan se dice que la felicidad es una emoción que se produce en una persona cuando esta cree haber alcanzado una meta deseada. Que se trata de una condición subjetiva de satisfacción y alegría que influye en las actitudes y el comportamiento y que las personas que tienen un alto grado de felicidad muestran generalmente un enfoque positivo que les motiva para conquistar nuevas metas. Casi demás esta mencionar que implícita en esta definición de la felicidad se encuentra la separación. La división entre ahora y un momento supuestamente mejor. Lo que a la vez implica dejar en manos ajenas la felicidad – en manos de la casualidad o en manos de una fuerza ajena, quizás de una fuerza superior. Observamos entonces diversos significados detrás de los conceptos que mantenemos sobre la felicidad. Diferentes enfoques que se basan en diferentes ideologías pero sobretodo también mucha confusión. ¿Qué es la felicidad? ¿Una meta, un valor o una manera de enfocar la realidad? Preguntas que dejan demasiado margen para perder de vista justamente la felicidad.
Ahora, ¿cuál es la alternativa desde el punto de vista de la práctica del Zen? Como siempre, en nuestra práctica el punto de partida y la meta es siempre el aquí y ahora. Plenamente conscientes de que nada es seguro y que todo lo que hacemos repercute en toda dirección, hacemos lo más conscientemente posible lo que haya que hacer. De esta manera la felicidad nos acompaña vallamos donde vallamos, sea en situaciones favorables o sean adversas. En todo momento somos conscientes de que hemos hecho lo mejor que podíamos hacer, que en todo momento le hemos dado a la vida el aprecio que se merece. Llegando aquí siempre aparece alguien que aun así sigue echando en falta la distracción. Por eso reitero una vez más que la verdadera atención va mucho más allá del control. Es más, justamente más allá del control es donde nuevamente podemos descubrir que todo termino, sea la felicidad, la razón, la democracia o hasta incluso la distracción gana un significado diferente si no hay separación. Si vamos más allá incluso podemos observar que la felicidad cambia su aspecto según cada situación. Algunas veces sabe a alegría otras a tristeza, de vez en cuando tiene un gusto agridulce, otras veces sabe a un poema, adopta la forma de una bella mujer, la risa de un niño, el refugio de la noche, el olor inconfundible del mar, puede sentirse como una despedida o hasta incluso como una decepción. La decepción alberga en si la felicidad que se siente al darnos cuenta de que por fin hemos despertado de una ilusión. La ilusión de pensar la felicidad como una meta en la distante lejanía y dejarla así al amparo de una fuerza exterior es una de ellas. Quien a partir de este punto siga en búsqueda de más distracción, solo necesita seguir indagando más. ¿No será que haya una sentido determinado o incluso una intención concreta detrás de lo que “normalmente” entendemos como felicidad?. Así quizás descubramos detrás de lo que frecuentemente se da a entender como la felicidad incluso la manipulación, el autoritarismo o la violencia que contiene en si el afán por dominar.
Todo esta supuesto al cambio continuo, todo depende de todo a su alrededor. Cambia el clima, cambian las opiniones y las situaciones cambian los tratados, si, pero eso no tiene porque significar dejar en manos del destino nuestra autonomía o nuestra autodeterminación. Menos nuestra libertad y menos aun nuestra felicidad. Con otras palabras, si todo depende de lo demás, pero esto no significa que debamos quedarnos pasivos ante la injusticia cuando está ocurre en la sociedad. Zazen significa sentarse y reconocerse a si mismo para más allá de cualquier concepto hacernos uno con la realidad.
Super, je n’ai pas de mots pour exprimer mes émotions, patrice
Hola Patrice, Si, la felicidad puede ser una emoción al igual que puede ser un estado de conciencia o una manera determinada de enfocar la realidad. De esta manera el silencio, la honestidad, el respeto o la tolerancia también pueden ser expresiones de la felicidad. Gassho