Detrás del templo,
Desprende sus colores,
Un arce nuevo.
Lo siento. Lo siento si las palabras a continuación creen alguna confusión. Lo siento si infrinjan una vez más contra alguna de las reglas del desapego. Pero esta vez creo que he de comenzar el año expresando un anhelo. El deseo de que en este nuevo año por el bien nuestro y por el bien de nuestro planeta nos volvamos a encontrar con la pureza. La pureza de la realidad fugaz que cambia constantemente. La pureza que está más allá de los conceptos, más allá de la moral y más allá del significado. La pureza que esta más allá de la dicotomía puro e impuro, más allá de lo sagrado y lo profano pero que aun así habita en todo lo que conocemos. En la risa de un niño como también en los sonidos de una ciudad mentalizada. En una gota de rocio al igual que en una pelota olvidada. En el sol que se aproxima cada mañana como también en las hojas de árbol antes de desprender su vuelo.
La pureza muchas veces sorprende por su abrumadora simpleza. Llega frecuentemente como el sonido de riachuelo que baja desde la montaña hasta la comprension para refrescar la memoria y para poner al descubierto una perspectiva de la realidad que como un relámpago ilumina nuestra conciencia. En el budismo por ejemplo uno de los símbolos más conocidos para el amor, la paz y la pureza es la esvástica. Por otra parte ¿Qué otro símbolo hoy en día se encuentra tan cercano al horror, al llanto de millones de muertos, a la ignorancia colectiva y al fanatismo? Es tanto el impacto de ver lo más puro ante lo más contaminado que me pregunto quien y por que lo ha hecho. ¿Con que motivo han intentado sepultar la pureza? Y la verdad es que no encuentro motivo, solo sospechas. Parecido a cuando busco en la interpretación negativa que se le da muchas veces a la palabra secta. Más aun sabiendo que el budismo como religión se compone por multiples sectas de iguales derechos que no responden al concepto occidental de una organización madre que rige sobre las más pequeñas. Aun así existen en occidente manuales de conducta para parientes de integrantes de sectas con lo que se otorga casi una licencia oficial para que se discrimine y se persiga a sus practicantes. Aun así muchas veces nosotros mismos, quizás asumiendo que la pureza sea parecida a un acto de mero reaccionismo aceptamos inconscientemente esta situación de injusticia adopatando términos como budismo no sectario o budismo seculario. Me pregunto ¿quién lo ha hecho? ¿cuál es su sentido?. No tengo una respuesta en concreto, solo sospechas. Pero aun así, no, la pureza no puede ser un concepto. Más bien a de ser un proceso en constante movimiento. Debe ser una más bien un acto, una acción sin principio ni fin al igual como el viento.
Si la pureza no existiese en un estado fijo, si admitiésemos su esencia hibrida comprenderíamos con claridad que un estado de guerra no puede ser una situación que deba ser admitida permanentemente. Comprenderiamos así que la pureza muchas veces en su carácter fluctuante perfectamente puede encontrarse incluso muy cercana a la indignación o al repudio. Y es que un conflicto armado no da para dar por sentado que es legitimo o incluso un deber de ayudar al oprimido. Tampoco se trata de un pacifismo sin sabiduría. Se trata de que el compromiso con la autentica pureza, con la integridad, no admite conformarse con el uso de las armas para solucionar un conflicto. No es casualidad que sea contradictorio. Quizás así se entienda que a la autentica pureza en realidad no hay nada que le cautive. Y porque no hay nada que le cautive en realidad la pureza en nuestra práctica es un compromiso. El compromiso del bodisattva de la compasión a escuchar los lamentos del mundo a travez de todos los tiempos.
Si, lo siento. Lo siento si mis palabras sean insuficientes al intentar de corresponder a una exigencia tan alta como lo es la de la autentica pureza. Solo me queda como expresarlo como un deseo de año nuevo. Solo me resta intentar de aclarar que no los deseos en realidad sean los causantes del sufrimiento sino que el apego. El apego a los deseos como el apego a un concepto fijo. El apego a un símbolo como el apego a nuestras ideas que muchas veces difieren de una realidad constantemente cambiante. Y es que la pureza en realidad es un acto simple y directo. Es un actuar estando en sintonía con todo el universo.