Una flor es una flor y un capullo es un capullo, Como en otoño caen las hojas y en primavera las ramas comienzan a brotar. Aun así la flor existe en el capullo como el capullo existe en la flor.
Cuando aquello que llamamos nuestro mundo esta impregnado completamente por la actividad mental, muchas veces podemos observar que el anhelo, la confusión y la rabia se encuentran latentemente aquí. Al acecho y esperando la más minima ocasión para quitarnos nuestra autonomía, someternos y hacernos sufrir. Sentimientos que así nos van enseñando que el temor es un veneno tan poderoso que puede mantenernos toda una vida en la confusión. Lo que puede ocurrir si comenzamos a tenerle miedo al temor.
Cuando nos resignamos ante al fuerza del miedo y lo que este provoca en nuestro interior e intentamos vivir con el ignorando la causa de su manifestación. Así tal vez incluso lleguemos a hacer el mal, e incluso sin verdaderamente sentirnos culpables porque en definitiva lo que estamos haciendo es sobrevivir.
Otras veces confundimos nuestro afán por tener la razón con la verdad. Sin notar que vemos las cosas desde nuestra visión particular llamamos aquello que percibimos la verdad. Nos sentimos llamados a cuidar y luchar por la verdad dispuestos a todo. Incluso a controlar o a manipular con tal de apartar. Todo con tal de apartar los obstáculos que creemos que infringen con aquello que pensamos que es la verdad.
Ambos casos ejemplares sobre estados de la mente que ha perdido de vista que la verdad está presente aquí en este mismo instante y en este mismo lugar. Eso es lo que observamos cuando la mente se mantiene tranquila y pacifica ante la realidad. Cuando dejamos de juzgar o apegarnos a los fenómenos mentales y permitimos que todo se manifieste tal y como es. Pues si volvemos una y otra vez a la realidad, si permitimos que la actividad mental sea solo el mundo mental, el veneno comienza a convertirse en medicina y la medicina se torna en gratitud. Nos encontramos con que aquella oportunidad que tanto hemos anhelado para poder crecer ya está aquí. Y todo esto porque estamos aprendiendo a volver a la realidad. Por que comenzamos a ser independientes de verdad pues comenzamos a ver que la verdad existe en abundancia y en una y todas las cosas sin distinción. Por mas temor que hallan despertado anteriormente en nosotros la dificultades que hemos experimentado o por más diminutas o insignificantes que hemos estado estimando todo aquello que no concierne el yo.
Y es que son justamente aquellas cosas que nos provocan temor o que menospreciamos aquello que nos enseña la senda para trascender la dualidad. Son estas las cosas a través de las cuales aprendemos a hacer de un veneno un don y que nos ayudan a dar un paso gigante en dirección hacia la propia emancipación. Pues solo a través de este aprendizaje, al aprender a convivir con nuestra emoción es como podemos comenzar a comprender que ante nuestro Karma si hay elección. Una experiencia que despierta en nosotros en toda dirección gratitud ya que no solo que le damos un valor diferente a todo a nuestro alrededor sino que sobretodo porque descubrimos que en todo instante nos es posible volver a la realidad. Haciéndonos conscientes de que todo es irrepetible dentro del constante cambio e interiorizando el hecho que dentro de este cambio claramente existe también la continuidad. Así, aunque nos veamos cara a cara con la impermanencia, el rostro de lo que antes era un lobo feroz se ha vuelto la cara de una creatura independiente y que cumple una función determinada dentro de un circulo natural.
De esta manera llegamos a la conclusión que apreciar todo aquello que la vida nos trae con si y volver a la realidad van de la mano. Y si no percibimos una de estas dos caras de una y la misma realidad es por que aun no vemos las cosas como son. Así que nos preguntamos ¿que será lo que nos impide ver las cosas como verdaderamente son? ¿que será aquello que impide apreciar todas las cosas por diminutas que las creamos? Las respuestas a estas preguntas nacen como capullos desde la rama de Zazen. Sin buscar y de manera natural ya que cuando el brote comienza a abrirse para darle espacio a la flor, su cambio nos da a entender que si la concentración no está enfocada en algún concepto en particular y se mantiene amplia y tranquila más allá de cualquier discriminación, Samsara y Nirvana son uno y el mismo lugar.
Un lugar que a la vez nos da muchas cosas a entender. Por ejemplo que si vemos la vida como aquel lapso de tiempo entre el nacimiento y la muerte es porque enfocamos la vida y la muerte desde la muerte y no desde la vida. Desde el miedo a la muerte que es un miedo que fortifica en nosotros la visión que este instante tiene un comienzo y tiene un fin. Y que por otro lado si enfocamos nuestra atención en la no separación volviendo una y otra vez a la realidad, enfocamos la vida y la muerte desde la perspectiva de la vida ya que claramente podemos ver que ni el nacimiento es el principio ni la muerte es el fin si no que todo tiene su continuidad dentro de la incesante corriente de causa y condición. Así incluso tal vez descubramos que es solo el “yo” lo que nos impide ver las cosas como son. Que es el “yo” lo que distingue entre “yo” y los “demás”, lo crea la separación entre la vida y la muerte, entre Samsara y Nirvana, entre el principio y el fin.
Y todo esto lo encontramos en el proceso de volver una y otra vez a la realidad. Así tal vez nos preguntemos ¿y de donde nace este proceso de volver una y otra vez a la realidad? Posiblemente lleguemos a la conclusión que es posible encontrar la realidad en todo detalle de la postura de Zazen. O incluso tal vez descubramos que si apreciamos justamente los detalles de la postura de Zazen es justamente el momento en el cual estamos realizando la verdad. Así que toda nuestra gratitud se dirige a aquel maestro que por primera vez experimentó la unidad y que en su compasión nos heredo la postura de Zazen. El portal hacia el autentico despertar a nuestra naturaleza original. LA puerta hacia la comprensión que no hay necesidad de querer escaparse hacia un mundo mejor pues la unidad de Samsara y Nirvana es la realidad.
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