El océano es el océano porque no rechaza ni una sola gota de agua
Hoy en día, cuando se habla sobre la integración o la asimilación en la sociedad, se hace teniendo conceptos fijos sobre los que la identidad cultural de una sociedad es o deberia ser. Así, cuando se habla de la identidad cultural de una sociedad, por lo general se refiere a la diversidad de elementos y subculturas que le componen: idiomas, costumbres, hábitos, el sistema social, las religiones. Visto así se podría sacar la conclusión que toda sociedad o cultura tiene caracteristicas que componen un nucleo fijo de su identidad. Pero la identidad de toda cultura, así como lo demuestra la historia de la humanidad desde la época de los primeros de nuestra especie carece de una identidad fija porque siempre a estado en constante cambio. Y así como han ido cambiando las costumbres y los hábitos, ha ido cambiando el idioma, las fronteras, los países. Por otra parte, los elementos que constituyen una sociedad desde siempre han tenido otra característica más en común, que es el hecho que todos estos elementos se influyen mutuamente. Ósea que las principales características de la identidad de cultural de una sociedad son el constante cambio y la relación de interdependencia entre los diferentes elementos que le constituyen. Para profundizar sobre la esencia de la identidad cultural de una sociedad tomemos uno de los fenómenos sociales que más se discuten hoy en día en nuestra sociedad: la integración.
Aquella integración donde existen grupos o círculos sociales que componen la mayoría, y donde aparecen nuevos grupos desde afuera que comienzan a participar en las actividades sociales. Se entiende que entre mas características en común entre los grupos mayoritarios de „adentro“ y los grupos minoritarios de „afuera“, más fácil sea la integración y que entre mas diferencias entre estos grupos, mas lento sea este proceso. Ósea que la integración es el fruto del acercamiento, de una constante comunicación, del encontrar cosas en común y del descubrir lo que es diferente y que complementa o enriquece una sociedad. Desde este punto de vista, muchas veces sorprende la manera como se debate actualmente la integración y los argumentos que se emplean para exponer los diferentes puntos de vista. Se habla por ejemplo de la necesidad de adaptación de los grupos entrantes o de la diferencias entre la integración y la asimilación que implica la perdida de la identidad cultural de los grupos minoritarios que se quieren integrar en la sociedad de la mayoria. Pero volviendo a las conclusiones iniciales nos preguntamos, si la interdependencia y el cambio desde siempre han sido los únicos elementos fijos de una sociedad y si la constante transformación es un hecho innegable ¿porqué se discute el tema de la integración como si fuese un problema en vez de una realidad que puede significar una oportunidad de crecimiento dependiendo de cómo cooperemos en conjunto? ¿O porque se discute la integración desde la perspectiva de las mayorías que están “adentro” y que imponen sus valores a las minorías que están “fuera” y que desean entrar. ¿O, porqué ante lo nuevo sentimos que se estén cuestionando nuestros valores?
En nuestra práctica, en el Budadharma, todas las cosas son lo que son. La montañas, son las montañas, los ríos son los ríos, un pez es un pez y un ser humano es un ser humano. Y todas estas cosas son el cuerpo de Buda. Y este cuerpo del Buda es todas las existencias por igual que no conoce diferenciaciones entre seres iluminados y seres no iluminados porque en realidad no existen seres no iluminados, y de la misma manera tampoco separa entre personas que son de aquí y otras que son de allá o personas que están dentro y otras que están fuera. ¿Pero de donde viene esta separación entre los afuera y los de adentro o el miedo a lo que es diferente a lo que conocemos? Tal vez del hecho de que no nos comprendemos a nosotros mismos. Porque si nos comprendiésemos a nosotros mismos tal vez comprendiésemos que la separación entre adentro y afuera es solo el fruto de una creación mental. Siendo así, comprendernos a nosotros mismos significa ver con claridad la naturaleza del dualismo. Comprender por ejemplo con claridad que nuestra percepción de la realidad defiere de la realidad porque nuestra interpretación de la realidad esta condicionada por la percepción a través de nuestros sentidos condicionados. Y de la interpretación confusa de la realidad sacamos conclusiones confusas que nos llevan a diferenciar entre afuera y adentro y que a la vez nos conducen a diferenciaciones cada vez más abstractas aun que nos llevan a discriminar entre personas de afuera y otras de adentro o entre nacionales y extranjeros o que nos llevan a pensar que la identidad cultural de una sociedad sea un concepto fijo con una identidad propia y separada. Pero el Budadharma no es una abstracción, ni consiste en escoger entre “o esto o lo otro”. El Budadharma es mas bien un hecho donde existe “tanto esto como lo otro”. O con otras palabras: En el Budadharma todos somos de aquí. Todos somos de aquel lugar donde todos los fenómenos están relacionados entre si y donde todo se encuentra en un movimiento de constante transformación. Si mirásemos de esta manera hacia todos los fenómenos tal vez reconoceríamos que todas las cosas en todo el universo no son mas que el cuerpo y el espíritu despierto del Buda, donde no hay espacios para diferenciaciones de cualquier tipo sean porque ante el movimiento del cambio continuo todo esta en su sitio, donde todo tiene su lugar y donde todo es constante encuentro integrador.
Cuando reconocemos este hecho fundamental de nuestra existencia, reconocemos que todo es la Vía del Buda y que esta Vía tiene un cuerpo completamente libre. Es entonces cuando reconocemos la profunda verdad de nuestros maestros cuando dicen: “La sabiduría, al igual que los primeros de nuestra especie, esencialmente es nómada y no precisa construir casas porque ella ya esta en casa”.