INTERCONEXIÓN

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La lluvia a parado
Las nubes se han ido
Y el cielo vuelve a estar despejado otra vez – Ryokan

Visto desde la realidad que no conoce separación, todo concepto nos distancia de la realidad. Visto desde la realidad que no conoce separación todo concepto aparece porque intentamos de interpretar la realidad. Escuchamos un sonido, nos lo tratamos de explicar ¿que es? ¿quien fue? ¿de donde vino? ¿para donde va?. El apego o el rechazo surgen y en el mismo momento lo que hace un instante era la realidad ya no está.

¿Qué es el yo? En la vida cotidiana así como construimos los muros de protección decimos este soy yo, esto es mío, esta es mi idea, esta es mi fotografía, esto es de mi propiedad. Por otra parte escuchamos un sonido y distinguimos entre un afuera y un interior, entre el ruido y la paz, entre ellos y yo, pero si le dejamos pasar el sonido sin tocarle con nuestra atención no hay distinción entre ellos y yo, no hay afuera o adentro y todo lo que queda es Paz. Le buscamos esencia a los fenómenos pero todo lo que encontramos es interconexión, la manera como se relacionan los fenómenos entre si.

Y más allá, si hay un ruido que nos molesta porque hemos descubierto que el Yo no implica la ausencia de individualidad, tal vez nos diga este ruido ¿qué sería de nuestra concentración o nuestra atención sin todos aquellos que con las trabas que nos ponen nos ayudan a aprender a diferenciar entre la verdad y la delusión? Así, visto desde este instante toda la esencia que le encontramos al Yo es en toda dirección la manera de la cual se relacionan los fenómenos entre si y que aquí llamamos interconexión. Decimos “esta es mi propiedad intelectual, esta es mi idea” pero la verdad es que son las enseñanzas de nuestros maestros que son a la vez las enseñazas de sus maestros y así sin interrupción hasta llegar a la compasión de Buda Shakyamuni que fue el primero en enseñar que el origen del sufrimiento es la dualidad.

Continuando con el Fukanzazengi el maestro Dogen da las siguientes instrucciones para trascender inmediatamente aquí y ahora la dualidad:

En el sitio donde tenéis la costumbre de sentaros, extended una alfombrilla de paja y poned el zafu encima. Sentaos en loto o en medio loto. En la postura del loto, poned primero el pie derecho sobre el muslo izquierdo y el pie izquierdo sobre el muslo derecho. Cuidad de aflojar vuestra ropa y vuestro cinturón, arreglándolos convenientemente. Poned entonces el pie derecho sobre el pie izquierdo y la mano izquierda dirigida hacia arriba sobre la mano derecha; los extremos de los pulgares se tocan. Sentaos bien rectos, en la actitud corporal correcta, ni basculada a la izquierda, ni basculada a la derecha, ni hacia delante, ni hacia atrás. Tened cuidado de que las orejas estén en el mismo plano que los hombros y que la nariz esté en la misma línea vertical que el ombligo. Poned la lengua pegada al paladar; la boca está cerrada; los dientes se tocan. Los ojos deben quedar siempre abiertos, y debéis respirar suavemente por la nariz. Cuando habéis conseguido la postura correcta, respirad profundamente una vez, inspirad y expirad. Basculad el cuerpo de derecha a izquierda e inmovilizaros en una posición sentada estable.

Según el maestro Dogen, la dualidad se abandona directamente tomando la postura de Zazen y dirigiendo la vista hacia interior. Nos confiamos plenamente a todos los aspectos de la postura de zazen y dejamos que los pensamientos pasen. Observamos: recuerdos vienen recuerdos van, miedos que aparecen miedos que se van, una buena idea llega hasta que aparece una mejor. Dejamos todo esto pasar y abandonamos todos estos pensamientos hasta que las inquietudes se convierten en respuestas a través de una experiencia real:

¿Qué es lo que nos impide trascender nuestras ideas personales sobre el bien y el mal? ¿Qué es lo que nos impide ser solidarios de verdad?

Tal vez algunos de nosotros se digan: solo el hecho que todo lo vemos con nuestra atención dirigida hacia el exterior. Nuestra atención dirigida completamente hacia aquel mundo de afuera donde nos percibimos como seres separados a los demás y donde todo lo que existe es la competitividad. Una competitividad que muchas veces nos hace incluso practicar como si el objetivo de nuestra practica fuese alcanzar una cima. La cima que nos conduce a la gloria y que si la alcanzamos nos hace encontramos con el ser puro y radiante que llevamos en el interior. Una cima a la que se puede ir lento o rápido y en la que nos es bueno ir demasiado rápido porque hay muchas perspectivas antes que tienen que ser asimiladas con profundidad. Imágenes que nuevamente nos demuestran que cuando nos percibimos separados de los demás y pensamos que alcanzar la verdad depende de nuestra voluntad personal, todo lo que existe es delusión. ¿Porqué? Tal vez porque la cima en el Budismo Zen no fuese la cima si fuese pura o impura, si existiese un arriba o un abajo, un antes o un después un lento o un rápido, la superficialidad o la profundidad.

De esta manera el estudio del Yo nos demuestra: Zazen no es un método para realizar la Vía, zazen es la Vía en si.

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