Kei significa “valle” o “abismo”, sei “voz” o “sonido”, san significa “montaña” y shiki “forma” o “color”. De esta manera significa keisei sanshiki “la voz del valle y la forma de la montaña” – lo que a la vez significa la manifestación de los fenómenos en la naturaleza. En el Buda – Dharma el mundo físico expresa una cara de la verdad. La naturaleza representa el aspecto material de la realidad, y enseña la verdad inequívoca que manifiesta día tras día el orden cósmico. Por eso en el Budismo se dice que la voz del valle es la enseñanza de Gautama Buda y que la forma de la montaña sea su cuerpo puro. En este capitulo del Shobogenzo, el maestro Dogen describe de manera poética el desperar de algunos maestros a la verdad. Va aquí la historia del poeta So Toba (1036 – 1101) que como se dice, escuchó la voz del río en el valle y alcanzo el despertar. A posterior compuso un poema y se lo presentó al maestro Shokaku Joso:
“La voz del valle es la ancha y larga lengua de Buda,
La forma de la montaña no es otra cosa que su cuerpo puro,
Ochenta y cuatro mil versos en la noche,
¿Como podría decírselo a los hombres en otro día?”
Comentarios de Dogen Zenji:
«¿Qué fue lo que llevó al laico Toba a ver la forma de la montaña de manera diferente e escuchar la voz del valle de manera distinta? Fue solo una frase, media frase o fueron los ochenta y cuatro mil versos lo que el escuchó? Que lamentable es que hasta entonces la voz y la forma de las montañas y ríos le hallan quedado ocultos. Podemos estar contentos de que existen instantes, causas y circunstancias en las cuales las montañas y los ríos se manifiestan. La lengua de Buda que se expresa no se paraliza jamás, ¿como podría la forma de su cuerpo existir solo una vez y después desaparecer? Deberíamos aprender que la lengua y el cuerpo están cerca de nosotros tanto cuando aparecen como cuando desaparecen? Deberíamos observarles de manera abstracta como una unidad o concreto como una mitad? Ni en primavera ni en otoño de los años anteriores Toba no había ni visto ni oido la montaña y los ríos de verdad, pero en ese instante de esa noche pudo ver las montañas y los ríos al menos un poco. Los Bodhisattvas que hoy persiguen la verdad también deberían entrar por esta puerta de la enseñanza de la naturaleza y comenzar por las montañas que fluyen y las aguas que no fluyen. En el día antes de la noche, en el cual Toba alcanzó el despertar, el había visitado al maestro Joso y le preguntó sobre como los seres no sensibles anunciaban la verdad. Mientras que el maestro Zen hablaba, el cuerpo de Toba no estaba todavía maduro para la transformación repentina pero en el instante en el que escucho la voz del valle, subió la bruma de las olas que se volcaban hasta muy alto del cielo. Por eso si la voz del valle sorprendió a Toba, hay que preguntarse, si esta fue la voz del valle o la influencia del maestro Shokaku. Se debe suponer, que las palabras del maestro Shokaku sobre las enseñanzas de la naturaleza no sensible seguían actuando dentro de el y que imperceptiblemente se habían unido con la voz del valle de aquella noche. ¿Quién podría decidir si la experiencia de Toba era tan física como dos litros de agua? ¿Quien la idealizaría y afirmaría que es el patrón de medida absoluto? Por ultimo, ¿fue el laico Toba el que despertó a la verdad, o fueron las montañas y los ríos los que alcanzaron el despertar? ¿Como podría alguien que tiene la vista clara no percibir la larga lengua de Buda y su cuerpo puro?”
De: “Shobogenzo Keisei sanshiki” – Traducción según Gudo Wafu Nishijima Roshi y Gabriele Linnebach.