LA DIALÉCTICA

Cuando los pájaros vuelan por el cielo, como quiera que vuelen, no existe fin para el cielo – Eihei Dogen

Nuestra practica de Shikantaza es una práctica de equilibrio. El equilibrio entre la tensión y la relajación, el equilibrio del cuerpo-y-espíritu. Y este equilibrio se encuentra a través de un movimiento que surge de diferentes direcciones. Una de estas direcciones es la actitud correcta de la atención. Para esto derivamos la atención mental hacia todos los puntos de la postura: la respiración, la postura corporal y la atención del espíritu en el aquí y ahora. Otro movimiento es el de soltar. Soltamos los prejuicios, las opiniones, los miedos, las categorías, hasta que soltamos hasta la ultima categoría que es aquella sobre la postura correcta. Justamente en ese momento nos abandonamos completamente a la postura. Nos hacemos uno con todo y podemos seguir el orden cósmico – podemos seguir el Dharma – y realizamos a la vez la verdadera libertad.

De esta manera en el Zen todas las enseñanzas surgen de Zazen. Y estas enseñanzas reflejan el mismo movimiento de unidad que se manifiesta durante nuestra práctica. Un movimiento que desde el pensamiento discursivo, racional y lógico al que estamos acostumbrados en la vida cotidiana muchas veces nos parece contradictorio. Para explicar porque en nuestra practica enfocamos tanto en abandonar el pensamiento discursivo, hablemos sobre las limitaciones de este esta forma del pensamiento en cuanto a la descripción de la realidad. Para esto tomemos como ejemplo la dialéctica. Uno de los métodos mas utilizados en los últimos dos siglos para describir la realidad social e individual.

Por lo general en el proceso dialéctico se utilizan las contradicciones para crear una síntesis. Por ejemplo se podría decir: donde por una parte esta la tensión y por otra parte la relajación en el punto exacto entre la tensión y la relajación encontramos el equilibrio.

Ósea que hablamos de un método, una receta, bastante eficaz para encontrar soluciones a la dualidad. ¿Pero es esto verdaderamente así? Comprobémoslo preguntándonos: ¿mantienen las soluciones que hemos encontrado a través de la dialéctica su validez también bajo circunstancias cambiantes? Nos entran las primeras dudas. Dudas porque las soluciones, la enseñazas receta, tendrían que mantener su validez incluso en situaciones completamente diferentes. Pero como el tiempo no existe como constante fija sino que representa la suma de los instantes que vivimos, donde cada instante es lo único que tenemos, las soluciones surgen siempre relacionadas solo a este tiempo espacio. Por eso decimos en el Zen que las recetas no existen.

Y al las dudas que ya teníamos se le pueden sumar otras que valen para cualquier descripción teórica de la realidad: cualquier descripción de la realidad siempre reflejara una situación donde un observador reflexiona sobre la realidad, donde un observador intenta de crear un guía para encontrar su camino dentro de la realidad. ¿Pero es esto posible si el observador no se hace uno con lo observado? Pregunta que nos acaba de convencer que la descripción de la realidad que se consigue a través de la dialéctica es solo una realidad descriptiva, una guía, pero no la realidad misma. ¿O de que serviría la frase de nuestro ejemplo, sin tomar la postura para experimentar el equilibrio nosotros mismos? Todo se mantendría en la ficción descriptiva. Así si en discurso dialéctico decimos: “donde por una parte esta la tensión y por otra parte la relajación en el punto exacto entre la tensión y la relajación encontramos el equilibrio” – estamos describiendo una situación, pero la relación entre el observador y lo observado perdura y por lo tanto la dualidad también.

Así muchas veces para alguien que no enfoca su vida desde la práctica de la meditación, la actitud de un practicante del Zen puede parecer contradictoria. Pero tal vez sea solo el pensamiento discursivo el que haga que se perciba el Zen como contradictorio. Para dar un ejemplo al respecto, en los últimos dos posts de este blog, en el post “ISMOS” decimos que lo mas importante es abandonar el pensamiento discursivo y soltar todas las categorías, incluso aquella de no querer hacer categorías. Así todo un post mas tarde, en “SENTARSE CON TODAS LAS ILUSIONES” afirmamos que llega un momento en el cual debemos tomar posición, en el cual debemos actuar. A primera vista afirmaciones contradictorias, pero que vistas dentro de su propio contexto de lugar y tiempo, no están en contradicción alguna sino que representan diferentes aspectos de una y la misma actividad. La actividad del despertar. Una actividad que sobrepasa las limitaciones de las contradicciones, del bien y el mal, lo lógico y lo ilógico, lo mortal y lo inmortal.

Sobre este despertar el maestro Dogen dice en el capitulo Bendowa del Shobogenzo lo siguiente:

Si un ser humano, incluso por un solo momento, manifiesta la postura del Buda en las tres formas de conducta, mientras esa persona se sienta derecha en samadhi, el mundo entero del Dharma asume la postura del Dharma y todo el espacio se vuelve el estado de realización.

La practica aumenta así el goce del Dharma, que corresponde al estado original de los budas tathagatas, y renueva el esplendor de su realización de la verdad. Incluso, a lo largo de los mundos del Dharma en la diez direcciones, los seres comunes de los tres estados y los seis estados todos se vuelven claros y puros en cuerpo y mente de manera inmediata; ellos experimentan el estado de gran liberación, y aparecen sus características originales. Luego, todos los Dharmas experimentan y comprenden la verdadera realización y las innumerables cosas ponen en practica su cuerpo búdico; en un instante, trascienden totalmente los limites de la experiencia y la comprensión; se sientan derechos como reyes del árbol Bodhi, en un momento, giran la gran rueda del Dharma, la que se encuentra en el inigualable estado de equilibrio, y establecen el estado ultimo, sin adorno y profundo de prajna. Estos estados equilibrados y verdaderos de la realización también funcionan de otra manera, siguiendo vías de cooperación intima y mística, de manera que esta persona que se sienta en Zazen resueltamente se libera del cuerpo y la mente, elimina innumerables opiniones y pensamientos impuros acumulados del pasado, y así experimenta y entiende el Dharma natural y puro del Buda. A través de cada una de la infinitesimales e innumerables moradas de la verdad de los budas tathagatas, el practicante promueve el trabajo del Buda y difunde su influencia lejos y ampliamente por sobre aquellos que tienen las cualidades ascendentes del Buda, elevando de esta manera intensamente el verdadero estado ascendente de Buda. En este momento, todo el Universo en las diez direcciones – el suelo, la tierra, el césped y los árboles; las cercas, las murallas, la tejas y las piedras – lleva a cabo el trabajo de Buda.

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