LA LLAVE

Sobre un altar,

Tapado por la nieve.

Silencio pleno.

Hay una corriente invisible que es hermana del alma. Un rio interno cuyas aguas constantemente están bajando de la montaña para fundirse en algún momento con el mar infinito. Una corriente que en su trayectoria se hace hermana del cielo, del sol, de la luna, del día como también de la noche. Una corriente sobre la que caen tanto los pétalos de las flores de primavera como también las hojas del generoso otoño. Quizás sea la auténtica tragedia de la humanidad no poder percibirla. Creerse separado a ella y como sonámbulos permitir que el sueño modele nuestra mente. ¿Quién es la víctima, quien es el opresor, y quien es ahora el verdugo? Quizás sea este el momento inicial del sufrimiento. El momento en el que perdemos la conexión con la corriente invisible y al perderla nos convirtamos en su marioneta.

Sí, démosle un sentido positivo a la tolerancia. Hagamos de la tolerancia no solo la capacidad de aceptar lo diferente sino que una apreciación incondicional de lo diferente sin tener miedo, respetando y considerando lo diferente como igual a nosotros mismos. Desde la tranquilad, desde una situación privilegiada es fácil decirlo. Pero ¿qué ocurre cuando azota la injusticia y con esta las emociones? ¿Como cuando constantemente se crean y construyen situaciones a la espera de quien ha sido identificado como el enemigo se aniquile a si mismo y nosotros podamos conservar nuestra supuesta inocencia y con ello nuestra autoridad, nuestra identidad, nuestra cultura? O más allá cuestionando ¿Qué sentido tiene querer ganar sin ensuciarnos las manos? ¿Qué sentido tiene querer apropiarse de la verdad? No es acaso así que ya el solo intento pone en evidencia no solo que no hemos conseguido solucionar nuestros conflictos internos sino que incluso ni somos conscientes de ellos? Propongo entonces que continuemos buscando aquella llave invisible que toda puerta abre. Que no nos conformemos con adaptar constantemente las definiciones de los conceptos como el de la tolerancia a una realidad también constantemente cambiante porque siempre estaremos haciendo solo eso: reaccionando y de esta manera nada cambiaremos en cuanto al hecho que mundo externo siempre nos a estado y nos sigue dominándonos ¿De esta manera es acaso posible alcanzar la paz en nosotros mismos? ¿Es posible coexistir así en paz entre nosotros y con la naturaleza? 

Según dice la mitología un 8 de diciembre hace unos 2600 años atrás el príncipe Gautama tras una prolongada practica de meditación y después de contemplar la estrella del amanecer anunciaba su experiencia mística al mundo con las palabras: 

“Que maravilloso, que maravilloso, la gran tierra, todos los seres y yo hemos alcanzado simultáneamente la iluminación” 

y de esta manera se convertía en un Buda, en un ser despierto. Había dado con la llave inexistente que abre todas la puertas para proclamar que la maravilla si existe y que esta maravilla es la realidad misma que está aconteciendo en este mismo momento. Proclamaba así por vez primera al mundo la sabiduría del cuerpo. La sabiduría del cuerpo que es la vez la sabiduría del mundo y que simultáneamente es también la sabiduría de la realidad que compartimos. El hecho que todo está cambiando constantemente, que a la vez todo está interrelacionado entre si y que todo carece de un yo separado.   

Hay una corriente invisible que es hermana del silencio. Una corriente que todo lo penetra, todos los seres, todas las cosas, la gran tierra como cualquier palabra por más insignificante que sea. Quizás sea  entonces esta la autentica tragedia de la humanidad, el no poder percibirla. El no poder comprender que todo se haya contenido en este mismo cuerpo y  creernos así separados para que como sonámbulos permitamos que nuestro sueño modele la realidad en la que todos coexistimos. Al rio en su transcurso por el valle le acompañan las riberas, le escoltan los árboles con sus ramas y le siguen sus hojas. De día le acompaña el cielo y aunque las veamos solo de noche también las estrellas. 

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4 Respuestas a LA LLAVE

  1. Tú. dice:

    Esa corriente, que es a la vez corriente y extraordinaria, está también en el movimiento de las hojas de los árboles cuando el viento sopla. Y en la quietud cuando no hay viento.

    • Meiyo dice:

      Sí, es la corriente tanto del movimiento como también es la corriente de la quietud porque es la corriente del silencio. La corriente que se expande en todas las direcciones y que a travez del tiempo nos hace llegar las palabras de Buda Shakyamuni: «Que maravilloso, que maravilloso, la gran tierra, todos los seres y yo, simultáneamente hemos realizado la via».

  2. S.fritz dice:

    De acuerdo…por instantes

    • Meiyo dice:

      Hola Sergio, quizás le damos demasiada importancia al estar de acuerdo o no estar de acuerdo, quizás este hecho sea justo lo que nos hace percibir el tiempo una suma de instantes. Gassho

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