LA PAZ Y EL ZEN

!No es ni la bandera ni el viento. Es vuestro espíritu lo que se mueve! – Hui Neng


El 21 de septiembre se celebra en todo el mundo el día Internacional de la Paz. Un día dedicado a fortalecer la paz en todos los pueblos y culturas y en el que algunas tradiciones budistas se coordinan para meditar, para orar, y para reflexionar junto a todos los seres para que la paz en todo el mundo se haga realidad.

Un día que por lo tanto nos invita a cada uno de nosotros a profundizar sobre que es la paz. Y es que así como lo demuestra la historia de la humanidad y la realidad en algunos países de este planeta, la paz no es ni mucho menos algo obvio. Algo que tal vez a contribuido a que muchas veces se haya hecho de la paz un ideal. Un ideal en el nombre del cual se han construido muros que han dividido familias y naciones y por el cual en ultima instancia hemos estado dispuestos incluso a luchar.

Por lo tanto, celebrando este día internacional de la paz, a partir de nuestra práctica del Zen, nos cuestionamos: ¿que sucede cuando hacemos de la paz un ideal? Una pregunta a la que desde un enfoque centrado en este instante, respondemos: Si hacemos de la paz un ideal, incluso antes de haber comenzado a esforzarnos o a luchar por la paz, podemos estar seguros que jamás alcanzaremos la paz. Y hasta podemos dar un paso más allá y decir que si hacemos de la paz un ideal, jamás alcanzaremos la paz, porque jamás hemos experimentado la paz. Podemos decir incluso que antes de que se ponga el primer ladrillo de este muro de protección, el muro ya cayó. Y más allá hasta podemos decir incluso que el muro de protección de la paz carecía de sentido alguno, porque la paz jamás existió. Podemos observar de esta manera como el pasado el presente y el futuro se funden entre si en este instante y manifiestan la ley de causa y condición. Una ley que para mantenernos en el ejemplo de la paz nos indica, que la verdadera paz implica realización y que más allá nos enseña: sin práctica no hay realización.

Sin práctica no hay realización, es tal vez uno de los puntos más importantes a comprender en nuestra práctica del Zen. Y es que hay muchos fenómenos mentales así como el ideal de la paz que nos indican que si mantenemos la atención fijada en lo que pensamos que es exterior a nosotros, jamás ganaremos claridad sobre la verdadera esencia del tiempo y del ser, pues la emoción siempre dirigirá nuestra atención. Y es que ¿quien no conoce el sentimiento que el tiempo pasa rápido?, ¿esa sensación de que todo se mueve velozmente? Antesdeayer éramos niños, ayer jóvenes y hoy nos damos cuenta que también nosotros somos impermanentes. Que los ideales de ayer hoy carecen de sentido porque ya han quedado obsoletos. Todo a cambiado y decimos: “El tiempo pasa volando”. Una conclusión que frecuente va de la mano de la sensación de un tiempo fugaz y a la cual a menudo se le suman otras conclusiones más: “entre más viejos nos ponemos, más rápido pasa el tiempo”. Conclusiones, que si las dejamos así como así estar y no las cuestionamos, frecuentemente le dan paso a la tristeza o a la nostalgia sobre un tiempo pasado y que fue mejor.
Por otra parte, conclusiones que si profundizamos sobre ellas, nos dan valiosas pistas sobre lo que es el ser, y sobre lo que es el tiempo. Pistas, en forma de preguntas como: ¿consiste el pasado solo de memorias?, ¿Somos porque pensamos?, o tal vez ¿que es lo que une al cuerpo y el espíritu con el tiempo?. Preguntas que en primer lugar nos demuestran que lo primero que debemos hacer es parar. Detenerse porque demasiado grande es nuestra ansiedad. Preguntas que nos demuestran lo importante que es dirigir la mirada de nuestra atención hacia nuestro interior, y desde la inmovilidad de cuerpo, experimentar el silencio. ¿Y que es lo que vemos a partir del silencio? Tal vez nos sorprendan algunas de las respuestas que surgen desde el interior. Y es que lo primero que vemos es una corriente de pensamientos que se mezcla con la realidad. Un comentario, nuestra opinión personal, nuestros recuerdos, nuestras esperazas. ¿A quien le sorprende así, que tenemos el sentimiento, que el tiempo pasa veloz?

Del maestro Hui Neng se cuenta una historia que tal vez nos conduzca a una comprensión mas profunda sobre lo que es la esencia del tiempo y del ser. Se cuenta, que un día, mientras el maestro daba su paseo matinal, escuchó como dos monjes discutían sobre una bandera que se movía al viento. Ellos contemplaban y discutían acaso era el viento o la bandera lo que se movía. Como no estaban de acuerdo, al ver pasar al maestro le preguntaron a este si era la bandera o si era el viento lo que se movía. Entonces Hui-neng les dijo: “!No es ni la bandera ni el viento. Es vuestro espíritu lo que se mueve!“.

Ochentaycuatromil pensamientos se nos ocurren en cuanto a esta respuesta. Pensamientos que por una parte nos enseñan que es la ilusión y que es la realidad. Enseñanzas como aquellas, que nos dicen que lo que pensamos que somos no puede ser nuestro verdadero ser, simplemente ya por el hecho que el pensar es solo una característica del ser. O enseñanzas también sobre el tiempo. Enseñanzas que nos dicen que el único momento en el cual vivimos es este instante, y que esto siempre será así. Y que este instante lleva en si tanto el pasado como el futuro dado somos ahora lo que somos, porque todo a sucedido así como ocurrió. Ósea que la enseñanza que nos guarda la impermanencia es en realidad un mensaje de paz: paz en el interior significa paz con lo exterior y así paz con el tiempo, paz a nuestras heridas y paz con el pasado. Paz incluso con el futuro. Porque si todo en este instante es paz, naturalmente se siembra una semilla de paz.

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