En el desierto,
Una fuente de agua.
Fresco el viento.
Aun hay esperanza dice la madre tierra. A las flores aun le suceden las espigas. A las espigas aun les suceden las hojas secas. Aun hay esperanza dice la madre tierra. Las mariposas aun deslizan bajo el sol su vuelo y sobre el infinito campo aun se manifiesta la verdadera primavera. Con sus caminos interiores, con sus secretos labirintos.
Aun hay esperanza dice la madre tierra. Aun así, me pregunto ¿no será la primavera al final también solo un fruto del pasado? Y es que “todo instante es nuevo” no siempre es una verdad dulce o fácil de digerirla. Quizás porque la primavera siempre ha tenido dos caras. Por un revés una época en la que la naturaleza florece y por otro lado una estación del año que lleva en vientre también el verano, el otoño y el invierno. Que lleva en si tanto el calor como también el frio. Que otorga luz y es la oscuridad al mismo tiempo. Que es el pasado, es el presente y a la vez el futuro en las diez direcciones. Desde esta vista, desde la primavera sin limites y de múltiples caras todo se ve mas claro y muy bien se sabe: si hay alguien o algo a quien aun no ha vivido la primavera de esta manera es porque aun el pasado ha estado actuando. ¿Pero si la primavera es sin limites porque me es tan importante hacer hincapié sobre la ausencia del tiempo? Porque recién ahí es donde se encuentra la fuente de la esperanza pura. Donde lo profundo se expresa en todo lo que hacemos. Es como con la pandemia, me digo yo: nadie está verdaderamente a salvo hasta que todos no estén a salvo. No, no estoy hablando nuevamente de política. Es solo uno de estos hechos. Elevar la exigencia ética en cuanto a la propiedad intelectual en el caso de la vacuna contra el Covid 19 es de vital importancia pues hasta que no se les haya ayudado a tod@s, nuevas variantes del virus se seguirán propagando.
Aun hay esperanza dice nuestra exprimida y explotada madre tierra. Aun estamos a tiempo para reaprender a tomar solo lo que necesitamos. Recuperar esta actitud es incluso algo muy simple. Es algo que ya sabemos. Algo que ocurre hasta de manera natural si comenzamos a observar de donde vienen las cosas y para donde van después que las dejamos. Incluso desde esta forma de observación la toma de conciencia no solo acontece de manera natural sino que se hace inevitable. Algun@s quizás se preguntarán si uno se vuelve más pasivo cuando se enfoca la vida de esta forma, quizás sin tanto ego de por medio, pero en realidad la pasividad es solo una estación pasajera en este proceso de toma de conciencia. Con el tiempo, a través de la practica continua la observación se va transformando en un estado de continua actividad en sintonía con el entorno. Son momentos frecuentemente sorprendentes. Por una parte, porque de repente nos reencontramos con muchas actitudes y pensamientos que en día ya habíamos apreciado su relevancia. Como los conceptos de ayuda que proponen que alguien o un país aprenda a ayudarse a si mismo. Como lo decía ya anteriormente estamos todos juntos en esto lo que implica que nadie está verdaderamente a salvo hasta que todos no estén a salvo. Y por otra parte porque este es el lugar donde lo que diferencia lo profano de lo sagrado se diluye. Donde la distinción entre el despertar y la ilusión se desvanecen. Donde la gran verdad puede ser recibida y donde a la vez puede ser utilizada.
Aun hay esperanza dice nuestra siempre generosa madre tierra pues ningún momento es comparable con otro. A pesar de toda nuestra inteligencia, a pesar de todas nuestras estrategias y conceptos a los que nos aferramos, ningún instante sea del pasado, del presente o del futuro será jamás igual a este que acontece ahora mismo. Aun hay esperanza dice la madre tierra. El viento nuevamente se ha llevado las nubes de la tristeza. La luna como una rueda redonda en el cielo sigue apareciendo noche tras noche. Los humanos vuelven a comprender que el silencio no es mejor que las palabras. Este es el único momento y espacio.