La conciencia extraordinariamente sutil
-que no tiene que ver con el apego emocional –
testimonia la continua prédica del Dharma – Keizan Zenji
Hay artistas a cuales no les gusta la democracia porque dicen que es mediocre. Artistas que sostienen que la realidad solo es verídica cuando se siente con carne y huesos y eso es posible solo en los extremos. ¿Pero hay una realidad peor y una mejor? ¿Puede ser mediocre la realidad o es nuestra percepción condicionada que categoriza y al hacerlo nos crea una confusión? Preguntas que no solo nos invitan a cuestionar nuestra opinión sobre lo que es la democracia si no que nos conducen directamente a la esencia de la práctica del Zen apuntando hacia algo que puede ser una seria dificultad de nuestra práctica y que consiste en lo que llamamos la visión romántica de lo que es el Zen.
En esta visión romántica del Zen nos encontramos siempre con una gran variedad de opiniones sobre lo que nuestra práctica es o lo que debería ser. Desde aquellas opiniones que dicen que el Zen no tiene nada que ver con el ayudar, ni con las ceremonias de conmemoración de nuestra tradición hasta aquellas voces que dicen que el verdadero Zen no conoce forma, que no tiene nada que ver con el Kesa y que no existe la transmisión. Visto así la visión romántica de lo que es el Zen desarrolla un gran esfuerzo en cuanto al querer ver la realidad pero no la acaba de realizar. Queremos ver la realidad, para ello definimos lo que nuestra práctica es o lo que la práctica debiese ser y establecemos un código de moral que nos lo aplicamos a nosotros mismos y a partir de ahí también a los demás. En si un proceso que conocemos bastante bien de la vida en la sociedad, pero que en nuestra práctica resulta ser una gran dificultad. ¿Por qué una dificultad? porque sin darnos cuenta hemos hecho de nuestra práctica un ideal. Un ideal al que le llamamos práctica y que tiene una meta concreta que se llama Satori. Un ideal en el que creamos imágenes e ídolos que se pueden idolatrar y en que hacemos de la realidad algo místico y sobrenatural y que al final nos impide ver las cosas como son.
Pero el Zen no fuese el Zen si fuese solo una opinión. El Zen consiste sobretodo en encontrar el equilibrio a través del cuerpo. Y es a través del cuerpo que comprendemos que el autentico equilibrio se encuentra dentro de una realidad constantemente cambiante solo en este instante y en este lugar. Un equilibrio que trasciende cualquier categoría como autentico o mediocre al no rechazar ninguna idea ni apegándose a ningún ideal. A partir del vivenciar este equilibrio podemos comprender lo que la realidad es y lo que esta no es.
Por otra parte si el Zen no fuese acompañado por la práctica corporal ¿seria de sorprender que no comprendemos la realidad si observamos el proceso mental de construcción de la realidad? Incluso la psicología moderna enseña que cuando nos topamos con un estimulo, por ejemplo un sonido, nuestra primera reacción surge a través del cuerpo. A posterior nuestro cerebro analiza lo que ha ocurrido. Después de la reacción corporal y la estimación del cerebro de la reacción surge la experiencia subjetiva de la situación. ¿Pero es esto así? En el koan del post anterior (1) el maestro Tozan le dice al monje:
“En el instante en el cual un monje habla, no puede escucharse a si mismo“
Estas palabras pueden ser interpretadas según este modelo de la psicología moderna que porque se habla no se puede escuchar. Pero también hay otra manera de interpretar estas palabras: Tal vez quiere decir el maestro Tozan con sus palabras que cuando un monje habla no puede escucharse a si mismo porque al hablar se ha hecho completamente uno con el hablar. Y cuando escucha se hace completamente uno con el escuchar. Siendo así el escuchar y el hablar existen independientemente uno del otro y no solamente como una reacción.
Para aclarar preguntas como estas es necesario practicar con un maestro de nuestra tradición. De esta manera podemos obtener ayuda y aclarar cualquier confusión y comprender lo que más allá de nuestros ideales. Comprender que practicar la Vía del medio no consiste en alcanzar un estado determinado, sino que en volver a nuestro estado natural que se encuentra en este mismo instante. Sobre la comprensión que surge al experimentar el estado natural enseña el maestro Keizan en su Teisho sobre la transmisión del Dharma al maestro Tozan Ryokai (2) lo siguiente:
“Cuando desaparece toda discriminación entre lo ordinario y lo sagrado se extingue también todo apego a la ilusión y al despertar, y lo mismo ocurre con las maquinaciones del pensamiento vehemente, y con los movimientos y formas de la vida y de la muerte. Solo existe una conciencia sutil, una conciencia agudamente despierta que no tiene nada que ver con el apego de la conciencia ligada a las pasiones. Así es como dijo Tozan que había que entenderlo. Entonces estarás de acuerdo con esta nueva realidad. Si sabes que dondequiera que vayas iras solo , no habrá un solo instante en el que todas las cosas dejen de estar de acuerdo con la verdadera realidad. Es por esto por lo que los antiguos dijeron “Solo la realidad puede ser testigo de la realidad. No existe conocimiento fuera de la realidad ni realidad separada del conocimiento. La realidad autentica es el conocimiento inmutable, claro, distinto y constante”. El conocimiento cristalino está completamente desligado del pensamiento. La conciencia aguda no es el apego. Kuei-shan dijo: en ultima instancia, no puedo expresarlo con palabras. Si los seres sensibles pudieran escucharla dejarían de ser seres sensibles. De este modo Tozan recibió la enseñanza de varios maestros y comprendió finalmente la enseñanza de lo no sensible de la que hablan los patriarcas de la tradición Soto.
Así pues, si examináis atentamente, llegareis a tornaros agudamente conscientes de esta conciencia sutil llamada “lo no sensible”, una conciencia que no depende de los sonidos ni de las formas y que no está atada a la conciencia contaminada por las pasiones. Debéis ser muy cautelosos con respecto a este punto. No creáis, por tanto, que lo no sensible se refiere a empalizadas y muros, puesto que se trata simplemente de lo que acontece cuando no estáis identificados con las emociones ni con los pensamientos, cuando vuestras percepciones no son dispersas y vuestra conciencia sutil permanece clara, luminosa y resplandeciente. Es imposible apresar ese dominio por más que lo intentéis, porque no está atado a la forma y, en ese sentido, puede decirse que es inexistente. Pero, por más que tratéis de desembarazaros de el, tampoco podréis hacerlo, porque os ha acompañado desde tiempo inmemorial y, en consecuencia, también puede decirse que no es inexistente. Si no es equiparable al funcionamiento ni al contenido de la conciencia ni tampoco al pensamiento, ¡cuánto menos estará relacionado con los cuatro elementos o con los cinco agregados!”.
(1) Doce, Shinji Shobogenzo – Colección de 301 Koan de Dogen Zenji. Traducción del japonés, comentarios y explicaciones de Gudo Wafu Nishijima Roshi.
(2) Según: Francis Dojun Cook (2006): Denkoroku (Crónicas de la transmisión de la luz) Maestro Keizan. Barcelona.