LAS METAS Y EL ZEN

Sobre el cielo,
Y entre los ramajes.
La luna llena.

La luna no elogia. La luna no regaña. La luna suele iluminar la noche pero puede salir también por el día. La luna no da premios pero tampoco oprime. La luna simplemente pasa. Siendo y dejando ser a pesar de lo que hagan las nubes, el viento, la tierra o el fuego. Ella solo sigue su orbita fiel a su propia travesía. En función de la tierra, en función del sol, en constante harmonía con el universo. Hay algunos que dicen que la luna es una egoísta por que no se preocupa por los otros. Aun así, no se porque pero me confío a ella y sigo buscando proteccion bajo sus rayos nocturnos. Sera por que bajo su luz puedo verme casi transparente. Será porque me permite ver incluso lo que no me gusta, impidiéndome así más una vez que me auto engañe. No. El sufrimiento no ocurre para hacerme sentirme culpable. No, no aparece para hacerme sentirme triste. El sufrimiento ocurre simplemente porque no he comprendido algo o si lo he comprendido probablemente lo habré olvidado. Por ejemplo que las cosas cambian constantemente y que nosotros cambiamos con ellas. Que las cosas ocurren afuera por que también ocurren adentro, que la pureza solo se encuentra en la impureza, que la honestidad solo puede ser una meta.

Escuchando estas palabras me dices que nuevamente te he confundido y me lo reprochas. Me recriminas que así como te lo han enseñado toda meta solo puede ser una proyección hacia un momento que ahora mismo es inexistente y que por lo tanto no sirve. Si, tienes toda la razón del mundo pero aun así, si lo afirmas, con ello también estas diciendo que aun no sabes lo que verdaderamente puede ser la mente. Por esta razón permiteme expresarlo de otra manera: las metas son como a sinceridad o como aquello de ser honesto. Sinceros jamas podremos serlo. Otra cosa es que podemos intentar ser honestos en todo momento. Osea que si, las metas en el Zen existen, solo que no nos apegamos a ellas. Algunas veces observando el movimiento de la mente ante la luz de la luna creo reconocer que el autoritarismo siempre esta encontrando nuevas formas. Que asombrosamente a todo se adapta creando una y otra vez nuevas identidades ficticias. Me pregunto entonces cuando es que la opresión verdaderamente emerge . Me demando por lo tanto ¿que tienen en común el autoritarismo, el racismo y el patriarcado y de donde es que surgen? Y observo que la mente que se identifica con el pensamiento es como una marioneta guiada por las emociones. En constante movimiento al amparo de nuestros sentidos, lo que no estaría ni bien ni mal si no fuese por lo que a la realidad le añadimos. Nuestras interpretaciones, nuestras opiniones, nuestros prejuicios. Decimos que el neoliberalismo es un monstruo absorbelotodo enemigo de lo diferente. Decimos que el racismo es una mera enfermedad de la mente que solo existe en los otros. Decimos que la discriminacion genérica solo se afronta con la prohibición y el castigo. Decimos que el objetivo justifica los medios. ¿Acaso no es este el momento en el cual dejamos en manos ajenas nuestra libertad, nuestra autonomía?. ¡Y vaya comportamiento que podemos así muchas veces en evidencia!. Es como si intentásemos apropiarnos incluso de la luna. Como si quisiésemos colonializar incluso el palido astro que ya mucho antes que nosotros alumbraba. Para exponerlo más claro ¿no es este el momento cuando el autoritarismo nuevamente surge? Cuando optamos por seguir nuestra expectativa en vez lo que nos esta diciendo el momento presente? Claro queda entonces: el sufrimiento no ocurre para sentirnos culpables. Menos para sentirnos desdichados o para diabolizar a otros. El sufrimiento en realidad no tiene sentido alguno. Y si a toda costa le deseamos otorgar sentido ¿no sería mas recomendable utilizarlo como remedio para desilusionarnos o para desproveernos de alguna emoción negativa?. ¿O quizás para mantenernos alerta y despiertos y aprender a actuar tal y como cada situación lo exija?. Si me preguntas a mi, este es el único sentido que puede tener el sufrimiento y a la vez el único sentido que pueden tener las metas.

Como la luna, las metas frecuentemente quedan a una altura inalcanzable. A ser que nos hagamos verdaderamente uno con ellas. Algunas veces pienso así que si hay sufrimiento en algún sitio lo hay en todo el mundo. En todo proceso social, en toda idea por buena que sea, incluso en todo concepto. Reviso esta sospecha en términos como la sinceridad, en la paciencia, en la disciplina o en la felicidad sentándome bajo el blanco resplandor de la luna que ni juzga ni reprocha. Claramente creo observar que siempre que sigo la actividad mental intérpreto estos conceptos como atributos enfocados hacia afuera sin darme cuenta que de esta manera automáticamente estoy trasladando así mi autonomía hacia algo externo. „Deja que digan lo que quieran“, me parece susurrar entonces la luna y me pregunta: ¿por que tiene que ser la sinceridad un concepto moral fijo?, ¿por que no puede ser la disciplina algo así como un constante volver a nosotros mismos?, ¿por que tiene que ser la paciencia un resistir a algo en vez de un darse el espacio necesario para poder interiorizar lo aprendido?, ¿por que tiene que depender la felicidad de algo externo y no ser un estado de consciencia cual una y otra vez evidencia que nada existe separado?. La luna sigue ahí encendida como una llama entre el cielo y el ramaje.

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