“Debéis saber que, en un remoto rincón de un valle brumoso,
Un pino sagrado resiste la acometida de los siglos” Keizan Zenji
Mahakashyapa fue el primer maestro ancestral. En cierta ocasión el Venerado por todo el mundo alzo una flor y pestañeó, suscitando la sonrisa de Kasyapa. Entonces el Venerado dijo: – » Tengo conmigo el Tesoro del Ojo del Verdadero Dharma y la maravillosa mente del nirvana, y se lo he transmitido a Mahakashyapa».
La verdadera ley dice que el Dharma no puede ser transmitido ni recibido. Para ilustrar este hecho inmutable y eterno, el Buda sostuvo una flor entre sus dedos a lo que Kasyapa por su parte, respondió con una sonrisa y, en el mismo instante en que Shakyamuni y Mahakasyapa se reconocieron sus corazones latieron al unísono. El espíritu del Buda era como un espejo en el que se reflejaba el de Mahakashyapa. Mahakashyapa sólo estaba presente, aquí y ahora. Estaba en perfecta y total unión con el espirtu de su maestro. Su espíritu estaba disponible, sin obstáculos, perfectamente puro. Eso es lo que se llama el espíritu original. Ese espíritu es la enseñanza misma.
De ahí comienza el autentico linaje de maestro a discípulo. Buda dio su Kesa a Mahakashyapa. Así se ha transmitido el verdadero Zen, de maestro a maestro, de patriarca a patriarca, profundamente, íntimamente, hasta nuestros días.
Segun: Bovay, Kaltenbach, De Smedt (1999): Zen. Práctica y enseñanza, historia y tradición, civilización y perspectivas. Barcelona: Editorial Kairós.
Francis Dojun Cook (2006): Denkoroku (Cronicas de la transmisión de la luz) Maestro Keizan. Barcelona: Editorial Kairós