El patriarca numero cuarenta y nueve fue el maestro zen Hsüeh-Tou Chih-Chien – Setcho Chikan. Cuando Tendo Sokaku se hallaba en el monte Tíeng-t ´ung, cierto día interrumpió en la sala diciendo:
– Las palabras del Venerado por todo el mundo tenían un significado oculto que no pasó inadvertido a Kasyapa.
Cuando Setcho Chikan escucho esto entendió súbitamente su significado y, en aquel mismo instante, de pie en medio de todos los monjes, las lagrimas comenzaron a rodar por sus mejillas. Entonces exclamó, sin darse cuenta:
– ¿Por qué no lo habías advertido anteriormente?
Cuando Tendo Sokaku finalizó el sermón, se dirigió a Setcho Chikan y le preguntó:
-¿Por qué lloras?
– Porque las palabras del Venerado por todo el mundo encierran un significado oculto que no pasó inadvertido a Kasyapa – respondió Setcho Chikan.
Tendo Sokaku le concedió entonces su aprobación y dijo finalmente:
– Tu debe ser aquel del que hablara Yün-chu.
Circunstancias
El maestro, cuyo nombre iniciático era el de Chih-chien, procedía de la familia Wu, de Ch´u-chou. Cierto día, siendo todavía un niño, su madre le lavó una herida y le preguntó lo que era. “Mi mano es como la mano del Buda”, replicó Setcho Chikan. Cuando creció y sus padres murieron, el maestro se dirigió a Chang-lu a ver a Chen-hsie Ch´ing-liao. En aquel tiempo, Tendo Sokaku era el decano de los monjes y pensó que Setcho Chikan podría ser un recipiente adecuado para recibir el Dharma. Posteriormente, Setcho Chikan se retiró al monte Hsiang sin verse importunado en ningún momento por los animales salvajes que allí moraban. Una noche, cerca ya de la confirmación y Yen-shou, volvió a practicar con Tendo Sokaku que en aquella época era abad del monasterio del monte T´ien t´ung, y este le asigno el importante puesto de escribiente. Otro día tuvo lugar el incidente que hemos mencionado en el apartado anterior.
En el capitulo llamado la “Naturaleza del Tathagata” que se encuentra en el Sutra del nirvana se cuenta que, en cierta ocasión, el bodhisattva Mahakasyapa dijo al Buda:
– ¡Oh, Venerado por todo el mundo! Según lo que has enseñado, la palabra de todos los budas encierra un significado oculto. Pero esto no es lo que has querido decir. ¿Por qué? Porque aunque la palabra de todos los budas ¡oh, Venerado por todo el mundo! Encierre un significado oculto, este no es un cuerpo oculto de enseñanza. Es como un títere movido por un mago ya que, aunque la gente pueda verle postrarse, ponerse de pie, mirar hacia arriba y mirar hacia abajo, la marioneta no es el verdadero artífice de todos esos movimientos. El Dharma del Buda es todo lo contrario porque, gracias a el, la gente puede alcanzar una comprensión mas profunda. ¿Cómo puede afirmarse, entonces, ¡oh, Venerado por todo el mundo! que los budas tengan un cuerpo oculto de enseñanzas?
– Muy bien, muy bien, hijo de noble familia. Tal como dice, el Tathagata no posee un cuerpo oculto de enseñanzas, porque las palabras del Tathagata son tan claras, evidentes, puras y resplandecientes como la luna llena de otoño en el firmamento de la noche, y todo el mundo puede verla. Las personas ignorantes creen en la existencia de un cuerpo oculto de enseñanzas, pero el sabio, es decir, aquel que ha comprendido completamente, no lo denomina así.
A partir de ese momento, esta expresión ha sido utilizada durante largo tiempo por los maestros y patriarcas de la tradición. En consecuencia, apenas fue planteada, Setcho Chikan alcanzó el despertar. Ciertamente no se hallaba oculta.
Teisho
Cuando escucháis la palabras no debéis quedaros atrapados en la mera forma sino que, muy al contrario, debéis tratar de aprehender su verdadero significado. Decir “fuego” no equivale al fuego y, del mismo modo, decir “agua” no es lo mismo que el agua, ya que no os quemáis cuando pronuncias la palabra agua. Debéis entender realmente que el fuego y el agua no son palabras. El sacerdote Shih-tou dijo “Cuando escucháis hablar debéis tratar de comprender el sentido de lo que se os dice y no avanzar vuestra propia interpretación”. Yao-shan, por su parte afirmó: Mirad dentro de vosotros mismos. No debéis descartar el lenguaje. Ahora mismo estoy propiciando palabras que revelan lo nunca dicho. ¿Quién es aquel que, desde el mismo origen, carece de oídos, de ojos, etcétera?”.
Chang-ch´ing, por su parte, señaló que “las veintiocho generaciones de patriarcas hindúes hablaron de la transmisión de la Mente y no de la transmisión de las palabras”, y el gran maestro Yün-men afirmó que “si el asunto que nos ocupa estuviera más allá de las palabras carecerían de todo sentido las doce partes de las que se compone el canon de los tres vehículos. ¿Para que hablar, entonces, de “una trasmisión especial ajena a las escrituras”? Si únicamente os limitáis a utilizar la comprensión intelectual – como hicieron los santos de los diez estadios – mereceríais ser criticados por mas brillantes que fuesen vuestros sermones, porque todavía estarías tratando de contemplar la naturaleza esencial a través de un delgado velo de seda. Debéis entender, por tanto, que la mente discriminativa se hallan tan alejada de ello como lo están entre si lo cielos y la tierra”. Si lo hacéis así no os quemareis la boca al pronunciar la palabra “fuego” y podréis hablar durante toda la jornada sin que nada se adhiera a vuestros labios y dientes ya que, en realidad, no pronunciareis palabra alguna.
Debéis saber, monjes, que existe “alguien” que no solo no pronuncia palabra alguna, sino que incluso carece de boca, “alguien” que no solo no tiene boca sino que tampoco tiene ojos: “alguien” que jamás ha poseído un solo epice de los cuatro elementos ni de los seis sentidos. Pero “ese”, sin embargo, no es el vacío ni la nada. Aunque creáis que sois vosotros quienes escucháis los sonidos y quienes veis las formas, quien realmente escucha y ve no es otros que este “Compañero Sin Rostro”. El es, en definitiva, quien os proporciona este cuerpo y esta mente y, por esto por lo que, ni vuestro cuerpo ni vuestra mente son, en modo alguno, cosas creadas. Si todavía no habéis alcanzado esta comprensión, seguramente creéis que vuestro cuerpo es el fruto de la intervención de vuestros progenitores o una consecuencia del karma, y supondréis que es el resultado de la unión entre el ovulo y la esperma, y que se halla constituido por la piel, la carne, etcétera. Pero este tipo de comprensión lo único que indica es que todavía no habéis aclarado plenamente lo que es el Yo.
Los maestros espirituales utilizan numerosos recursos para ayudar a suspender la actividad de los seis sentidos y favorecer el acceso a este dominio. En este momento, sin embargo, existe algo que no puede ser destruido ni aplastado. Cuando eres consciente de ello, no puedes reducirlo a la vacuidad ni a la forma, a la luz ni a la oscuridad. En tal caso resulta imposible afirmar que estáis iluminados o que, por el contrario, sois unos ignorantes. Por esta razón, este dominio no puede ser llamado “Buda”, “Dharma”, “Mente” ni “naturaleza esencial”. Este reino, en definitiva, no es otra cosa más que una brillante e ilimitada claridad que no puede compararse a la luz del fuego ni al resplandor del agua. Por más que lo intentéis, no podréis verlo y, por mas que os empeñéis en conseguirlo, jamás llegareis a alcanzarlo. Es la atención despierta, un estado de máxima alerta que no desaparece por mas que el universo se vea consumido por el agua, el fuego y el viento, y que tampoco experimenta cambio alguno cuando reaparecen los tres mundos y los seis senderos, y las diez mil formas florecen por doquier. Ni los budas ni los patriarcas sabe que hacer con ello. Monjes, si queréis acceder a este domino debéis cerrar los ojos durante un tiempo, controlar vuestra respiración, olvidaros de vuestro cuerpo, suspender toda relación con los objetos, convertiros en un cielo diáfano sin nubes y devenir un inmenso océano sin oleaje. Solo entonces podéis tener alguna experiencia de lo que os estoy hablando.
Aunque los patriarcas no puedan explicarlo, en este momento existe una luz resplandeciente, una luz más brillante que la de la luna y la del sol alumbrando la oscuridad del cielo, ya que, en este mismo instante, la luna y el cielo son una misma cosa y no queda nada que pueda ser iluminado. Todo el universo deviene sol, y ya no existe lugar alguno donde no resplandezca. Debéis llegar a experimentar esto plenamente porque, de lo contrario, no solo estaréis confundidos en lo que respecta a los monjes y los laicos, a las mujeres y los hombres, sino que también transmigrareis a través del triple mundo y los seis senderos del renacimiento. Mientras seáis discípulos del Buda pareceréis monjes pero ¿qué ocurrirá cuando finalmente caigáis en las manos del viejo Yama (el Juez de los Muertos)? ¡No os mortifiquéis a vosotros mismos de este modo!
No existe lugar alguno en el triple mundo al que no arribe plenamente del Dharma del Buda Shakyamuni. Así pues, si realmente lo buscáis, no podéis dejar de encontrarlo. No es fácil adquirir un cuerpo humano y, si lo meritos acumulados en el pasado os han permitido gozar de el, basta con alcanzar una sola vez este dominio par quedar completamente liberados. Este reino no es masculino ni femenino, divino ni demoniaco, mundano ni sabio, monacal ni laico. Así pues, cuando arribéis a este dominio, si sois monjes dejareis de ser monjes y, si sois laicos, también dejareis de serlo. En tal caso no os veréis engañados por los seis sentidos ni estaréis a merced de las seis conciencias. Pero si no lográis acceder a ese dominio, permaneceréis eslavizados en el engaño. ¿No es eso lamentable? Desde el mismo comienzo ha estado dentro de vosotros y, si queréis alcanzarlo, tenéis que aprender a utilizar vuestro poder. Nadie carece de le por vuestros ojos (y vuestros sentidos en general) acaban confundiéndoos. ¡Que lamentable es tener que transmigrar de continuo una y otra vez!
Permaneced atentos, olvidaos de los sentidos y de sus objetos, no recurráis a la mente ni a la conciencia y ciertamente lo alcanzareis. No debéis tratar de llegar a este dominio gradualmente (estadio tras estadio), sino que basta con actualizar con resolución todo vuestro poder para llegar a experimentarlo en este mismo instante. Por mas breve que sea este atisbo, si sois directamente conscientes de la fuente sin dejar lugar a una comprensión parcial, acabareis alcanzándolo. Una vez allí permaneced sobre vuestros propios pies, sin dejaros tambalear por los ocho vientos. Los antiguos decían: «Estudiar la Vía es como tratar de encender fuego frotando dos palos. Uno no debe detenerse ni por un instante, aunque vea aparecer el humo”. Así pues, para encender vuestro fuego deberéis poner en movimiento todo vuestro poder. Pero ¿cuál es, en este caso, el “humo”? Cuando encontráis a un maestro espiritual diestro y no aparece ni un solo pensamiento, es cuando se ve salir el humo. Si en ese momento os detenéis, dejareis de producir calor y si, por el contrario, seguís adelante, acabareis produciendo fuego. Esto es lo que significa conocer a “aquel” que no origina ni un solo pensamiento.
Si no podéis ser plenamente conscientes del Yo, aunque os parezca haber encontrado un cierto reposo, no seréis mas que un árbol reseco o un cadáver inerme cuyo espíritu (carente ya de poder) todavía no lo ha abandonado. Por consiguiente, si queréis llegar a experimentar personalmente este dominio, debéis avivar el fuego con todo lo que poseáis. Y esto no es algo que depende de la meditación, como tampoco de que os pongáis a corar como ranas.
Poema
¿Cuál es el principio que contiene ese “significado oculto que, sin embargo, es evidente”?
Ese cuerpo vacío y resplandeciente
Recibe el nombre de cuerpo oculto indestructible.