TENDO NYOJO

«El viento de la Vía que sopla por doquier
es más duro que el diamante
y sostiene a la totalidad de la tierra» – Keizan Zenji

Tendo Nyojo ( T’ien-t’ung Ju-ching )1163 -1228.

Un día en que Dogen estaba sentado en Zazen, su vecino se durmió. El maestro Nyojo golpeo con fuerza al discípulo y con voz fuerte gritó: “!Zazen es abandonar el cuerpo y el espíritu!: ¿Por qué duermes?”. Al oír estas palabras Dogen experimento el gran despertar. Después Dogen fue a ver a Nyojo y le dijo:

“- He abandonado el cuerpo y el espíritu – shin jin datsu raku”.
Nyojo le contestó:
“-¡Abandona ahora el cuerpo y el espíritu!”
Dogen se postró entonces respetuosamente ante Nyojo y este añadió:
“Cuerpo y espíritu han sido abandonados – datsu raku shin jin”

Comentarios de Keizan Jokin:
Según se dice, Dogen alcanzo la Vía cuando se dio cuenta de que la practica del Zen requiere el abandono del cuerpo y de la mente. Efectivamente, la práctica del Zen consiste en el abandono del cuerpo y de la mente ordinaria. No es posible adentrarse en la Vía sin abandonar el cuerpo y la mente. Quizás creáis que el cuerpo se reduce a la carne, los huesos y a la medula pero, si observáis en profundidad, no descubriréis el menor rastro de ellos. (…) Debéis experimentar por vosotros mismos. Prestad atención y descubrid que existe un cuerpo que no se halla confiado a la piel. La carne, los huesos y la medula, un cuerpo del que no podréis desprenderos por más que lo intentéis, un cuerpo que jamás podréis abandonar. Es por esto por lo que, al referirse a esta condición. Los patriarcas dijeron: “Cuando todo se ha vaciado todavía queda algo que no puede ser vaciado”. Una vez que clarifiquéis completamente este punto no dudareis ya de los venerables patriarcas ni de los budas pasados, presentes ni futuros

Gyoji, la practica con el cuerpo, la verdadera concentración del Maestro Fuyo Dokai y el aspecto filosófico del Maestro Wanshi se fusionaron para crear, generaciones mas tarde, el Zen soto fundado por el maestro Nyojo (T’ien-t’ung Ju-ching).

La educación de Nyojo era muy sólida. “El Zen es zazen, shikantaza” decía. Se levantaba todos los días a las dos o las tres de la mañana y hacia zazen hasta las diez o las once de la noche. Cuando un monje se dormía, le golpeaba con el puño o con la sandalia. Su enseñanza era:

¿Para que sirve pasar la vida durmiendo? ¿Para que os reunís en el dojo? ¿Cuál es, al final, el sentido de todo esto? La vida y la muerte son lo importante. Todo es impermanente y cambia con rapidez. Hoy mismo podemos caer enfermos. Desconocemos el momento de nuestra muerte. Ya que estais vivos es una estupidez dejar pasar el tiempo en vano, sino practicar el dharma de Buda. El dharma esta en decadencia porque nadie fomenta la practica de zazen”.

Nyojo era el ejemplo vivo de su enseñanza y consagro toda su vida para la salvación de la Vía, a la práctica de zazen. Decía a sus discípulos:

“desde los diecinueve años he recorrido este país en busca de un maestro y no he encontrado ninguno. Desde los diecinueve años no ha habido ni un solo día ni una sola noche en que no haya practicado zazen. Mucho antes de llegar a ser responsable de templo, deje de dirigir la palabra a mis familiares pues no soporto perder el tiempo. Solo he vivido en templos y nunca he entrado en otro tipo de vivienda. Desde luego, nunca he malgastado el tiempo visitando por placer parajes montañosos en la costa. Al margen de los horarios habituales de zazen, iba en verano a los lugares frescos y en invierno a los lugares menos expuestos al frío para practicar zazen hasta el borde de los profundos precipicios. Siempre mantenía la postura de Buda como modelo en el espíritu. Si padecía de hemorroides no por ello practicaba menos zazen con el mayor vigor”

Segun: Bovay, Kaltenbach, De Smedt (1999): Zen. Práctica y enseñanza, historia y tradición, civilización y perspectivas. Barcelona: Editorial Kairós.
Francis Dojun Cook (2006): Denkoroku (Cronicas de la transmisión de la luz) Maestro Keizan. Barcelona: Editorial Kairós

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