Caso
El cuadragesimocuarto patriarca fue el monje Tosu Gisei discípulo de Fu-shan Yüan-chien, quien le preguntó sobre el relato conocido con el nombre “Ajeno a las palabras, ajeno al silencio”, en el que se refiere el encuentro entre el Buda y una persona que no era budista. Un día, al cabo de tres años, Yüan-chien le preguntó:
-¿Recuerdas el caso? Intenta responder.
Cuando el maestro estaba a punto de responder, Yüan-chien le tapó la boca con la mano y, en aquel mismo instante, el maestro alcanzó la iluminación plena.
Circunstancias
El nombre iniciático del maestro era Tosu Gisei, que había nacido en la familia de Li, de Ch´ing-she. A los seis años, el maestro, que era inusualmente inteligente, renuncio al hogar y se fue a vivir al monasterio Miao-hisang, donde se dedico al estudio de las escrituras hasta que, a los catorce años de edad se convirtió en monje. El maestro estudio el Tratado de los cien Dharmas, pero muy pronto se dijo: “para recorrer el camino de la iluminación hacen falta tres interminables eones. ¿Qué sentido tiene, pues, tomar la decisión de seguirlo? “Mas tarde, el maestro llegó a Lo-yang y escuchó los comentarios sobre el Abantamsaka-sutra y entonces se disiparon todas sus dudas. En cierta ocasión, Tosu Gisei estaba leyendo los poemas referentes a los bodhisattvas llamados Lin y, cuando llego al pasaje en el que se habla de “la esencia de la Mente”, pensó ¿Cómo puede, si el Dharma está más allá de las palabras y de las escrituras, ser transmitido mediante un simple comentario? Entonces fue cuando abandonó la lectura y empezó a viajar para escuchar directamente los comentarios de los maestro de la transmisión Zen. En aquella época el maestro Taiyo Kyogen se hallaba en el pico de Hui-sheng. Una noche el maestro soñó que volaba auspicioso. Al día siguiente se encontró con Taiyo Kyogen, quien le dio la bienvenida amablemente y entonces tuvo lugar el incidente que hemos mencionado anteriormente en que el maestro alcanzó la iluminación plena. Después de ello el maestro se postro ante Taiyo Kyogen.
-¿Has despertado el sutil funcionamiento de tu mente? – preguntó Yüan-chien
– Hoy Tosu Gisei es como un enfermo empapado en sudor – terció entonces un sirviente.
– Abandona tu chácara – dijo entonces Tosu Gisei, dirigiéndose al sirviente-, si sigues murmurando acabarás haciéndome vomitar.
Tres años más tarde Yüan-chien le revelo la enseñanza fundamental del linaje de Ts´ao-tung, y Tosu Gisei la entendió plenamente. Yüan-chien len confío entonces el retrato, las sandalias y la ropa de Taiyo Kyogen, diciéndole: “Tu trasmitirás en mi lugar la enseñanza de la tradición. Custódiala bien y no te quedes aquí durante mucho tiempo más”. Entonces compuso el siguiente poema:
El monte Sumeru se yergue en la inmensidad del cielo
Enmarcado por el sol y la luna.
Una cohorte de montañas se postra ante el
Y las blancas nubes cambian de forma sin cesar.
La tradición del monasterio de Hsiao-lin
Florece y se expande por doquier
Mientras se disipan las tinieblas
Que se cernían sobre Ts ´ao-ch ´i y Tung-shan,
Y un fénix dorado anida en la guarida del dragón.
¿Cómo podría el musgo del recinto imperial
verse aplastado por los carros?
Teisho
La enseñanza del verdadero Dharma del Tathagatha se difundió del Este al Oeste y las cinco escuelas florecieron por doquier. Los métodos y los estilos diferían levemente de escuela en escuela, en unos casos se hablaba del dragón y en otros del ave fénix, pero ninguno de ellos era superior a los demás y, aunque todos eran distintos, tampoco había ninguno que fuese inferior. Tosu Gisei estaba totalmente de acuerdo con Ta-yang en palabra y obra y es merecedor de ser considerado como un descendiente del linaje de Ts´ao-tung. El maestro Yüan-chien había recibido la enseñanza del She-chien (uno de los linajes de Lin-chi). Pero el ave fénix no debe anidar en la guarida del dragón y es por ello por lo que Yüan-chien le envío a visitar al maestro Yüan-t´ung Fa-hsiu. Una vez que el maestro llegó al monasterio de Yüan-t´ung no formuló pregunta alguna, sino que sencillamente se puso a dormir. Entonces un sirviente avisó a Yüan-t ´ ung y le dijo:
– En el vestíbulo hay un monje que lleva todo el día durmiendo. Deberías ser más estricto.
-¿De quién se trata? – preguntó Yüan-t ´ung.
– De Tosu Gisei – replicó el asistente.
– Eso no es normal. Vamos a verlo – dijo entonces el patriarca, tomando su bastón. Al llegar al vestíbulo vio al maestro durmiendo a pierna suelta.
– No escatimamos los alimentos para que tú comas y duermas cuando y donde quieras – le reprendió el patriarca, golpeando el suelo con su bastón.
– ¿Qué es lo que debería hacer? – inquirió el maestro.
-¿Por qué no formulas preguntas y practicas zazen como hacen todos los demás? – respondió Yüan-t´ung.
– Los alimentos exquisitos no tientan a quien está saciado- respondió el maestro.
– No sé de que me estas hablando – insistió Yüan-t ´ung.
– ¿Qué es lo que quieres saber? –replicó entonces el maestro.
– Ahora ya sé pues de dónde proviene tu obstinada pereza- dijo entonces Yüan-t´ung.
Entonces se saludaron riendo con un apretón de manos y juntos entraron en los aposentos de Yüan-t´ung. A partir de aquel momento su reputación creció y se expandió por toda la comunidad budista. Como recoge el Compendio de las cinco lámparas, el maestro vivió en el monasterio del monte Paiyün y más tarde se trasladó al monte T óu-tzu.
En Las crónicas ininterrumpidas de los dichos de los antiguos maestros se afirma que Tosu Gisei recibió el Dharma del maestro Zen Yüan-chien, discípulo del gran maestro Tayang Ming-an y que, tanto su enseñanza como sus palabras, estaban en completo acuerdo con las palabras y acciones de Taiyo Kyogen. Al final de su vida Taiyo Kyogen quiso transmitirle las enseñanzas, las sandalias y el ropaje de la tradición, pero Yüan-chien los rechazó diciendo que él ya había recibido el Dharma, ante lo cual Ming-an se lamentó de que no hubiera nadie a quien poder transmitir su linaje.
– La tradición de Taiyo Kyogen se extingue y será difícil revivirla – replicó entonces Yüan-chieh-. Si no encuentras a un sucesor, aceptaré el ropaje de la fe y me encargaré de trasmitirlo.
– Entonces compondré un poema y te lo dejaré como prueba – replicó Ming-an.
El poema decía lo siguiente:
La vegetación del monte Yang-kuang
Sólo crecerá si cuidas de ella.
Pero para que las ramas crezcan profusamente
Las raíces, ocultas y profundas, deben ser fuertes.
– Quien reciba el Dharma deberá permanecer oculto durante diez años. Sólo entonces podrá difundirlo – concluyó Ming-an.
Más tarde, cuando Yüan-chieh encontró a Tosu Gisei, le transmitió la enseñanza fundamental de Ts´ao-tung, el retrato de Taiyo Kyogen y el kesa diciendo: “Te transmito la herencia del linaje de Ta-yang”. Como estaba previsto, al cabo de diez años Tosu Gisei reapareció como el heredero del Dharma de Taiyo Kyogen. El monte “Yang-kuang” al que se refiere el poema presenta a Ta-yang, las “distintas ramas” al maestro Tosu Gisei y el “crecimiento profuso” a Yüan-chieh.
Como había predicho Ming-an, Tosu Gisei permaneció diez años en silencio y, cuando reapareció, hizo una ofrenda de incienso diciendo: “¿Sabéis, monjes, de donde procede este incienso? No viene de los cielos ni de la tierra, ni tampoco del ying o del yang. Este incienso ha existido desde antes del primer buda, y está más allá de categorías tales como lo sagrado o lo profano. Desde el buda Dipamkara ha sido transmitido por los siete budas hasta llegar directamente a Hui-neng y su corriente se ha difundido por toda China. A comienzos del año 1064 recibí la transmisión de la enseñanza y un poema de manos del compasivo maestro zen Fu-shan Yüan-chien, que me ordenó que difundiera en su lugar la enseñanza de Taiyo Kyogen. Así pues, aunque este rudo monje no haya conocido a Ta-yang, heredó, sin embargo, su enseñanza a través de una persona digna de toda confianza. Es por ello por lo que he tomado la determinación de no traicionar la confianza depositada en mi al transmitirme el Dharma del monje Fu-shan. Ofrezco respetuosamente este incienso al gran sacerdote Ming-an, del monte Ta-yang, en Ying-chou, porque el único padre de los Budas es el Dharma”. Más tarde, el maestro se dedico a difundir la enseñanza de Taiyo Kyogen, encontró al maestro Fuyo Dokai y le nombró su heredero espiritual.
El maestro Zen Yüan-chien, de monte Fu-shan, fue también el séptimo sucesor de Lin-chi y discípulo de She-hsien Kuei-sheng. Renunció al hogar con el monje San-chiao Chih sung y se convirtió en un novicio siendo todavía muy joven. En cierta ocasión, un monje llegó a la habitación de San-chiao y preguntó por la historia del roble Chao-chou y fue precisamente observado como Chih-sung cuestionaba al monje como Yüan-chien alcanzó el despertar. Más tarde visitó varios maestros y todos ellos confirmaron su iluminación. Tuvo audiencias con Fen-yang y con She-hsien, recibiendo el sello de aprobación de ambos y convirtiéndose finalmente en el heredero del Dharma de She-hsien. También estuvo con Taiyo Kyogen y sus mentes se reconocieron. Es por ese motivo por el que, cuando Taiyo Kyogen intentó transmitirle la enseñanza, el la rechazó porque, habiéndola recibido ya de She-hsien, no podía aceptarla. Pero Taiyo Kyogen no tenia a nadie a quien transmitir su enseñanza, por esto por lo que Yüan-chien la aceptó provisionalmente para que no se extinguiera. Más tarde, Yüan-chieh encontró a Tosu Gisei y le transmitió directamente la enseñanza de Taiyo Kyogen. Ahora podéis entender la identidad esencial de los linajes de Ch´ing-yüan y de Nan-yüeh.
Cuanto Yüan-chien se dio cuenta de que la tradición de Taiyo Kyogen podía perecer, aceptó convertirse provisionalmente en su sucesor. Sind embargo, los seguidores de nuestra propia tradición consideran que el linaje de Nan-yüeh es inferior y que la enseñanza de Ch´ing-yüan es superior, mientras que los discípulos de Lin-chi, por su parte, afirman que el linaje de Taiyo Kyogen se extinguió con Kyogen y que fue continuado por los seguidores de Lin-chi. Pero ambos puntos de vista parecen ignorar la esencia de la enseñanza. Nadie debería poner en duda la validez de nuestra escuela o de la suya ni tampoco la integridad de sus seguidores o de los nuestros. Tanto Ch´ing-yüan como Nan-yüeh fueron discípulos de Hui-neng y son tan inseparables como los dos cuernos que adoran la testuz de un toro. Yao-shan y Tan-hsia Chih-ung se iluminaron con Ma-tsu, el primero se convirtió en heredero de Shih-t´ou y el segundo sucedió a Shih-t óu. No hay, por tanto, superioridad ni inferioridad alguna en la carne y los huesos de los hermanos. Bien podemos, por tanto, decir que nuestros patriarcas son los auténticos herederos y que los demás son sus hijos espirituales. Debéis entender que los seguidores de Lin-chi son tan admirables como los seguidores de nuestra tradición. Si el linaje de Lin-chi fuera inferior, Yüan-chien podría haber sucedido a Taiyo Kyogen y, en cambio, si Taiyo Kyogen hubiera sido inferior o hubiera estado equivocado, Yüan-chien no se habría avenido a transmitir el Dharma a Tosu Gisei. No entabléis disputas, pues, entre las cinco casas y las siete tradiciones, antes bien ocupaos de aclarar la Mente. Éste es el verdadero Dharma de todos los budas. ¿Cómo podrías estar en desacuerdo con respecto al yo y a los demás? No debéis establecer discriminaciones ni tratar de diferenciar entre lo superior y lo inferior.
Es por esto por lo que Hui-hung Chiao-fan dice, en Las crónicas de Shih-men y de Lin-chien: “El Guardián de la Vieja Torre (el maestro Zen Ch´eng-ku) vivió unos cien años después de Yün-men, pero se llamó a si mismo su heredero.
Tosu Gisei no conoció a Taiyo Kyogen, pero había recibido la transmisión y jamás puso en duda que fuese su heredero. Estos dos viejos seguidores lo consideraron así porque habían recibido la transmisión y estaban satisfechos de ello. Se tomaron a si mismos muy en serio, pero tomaron el Dharma demasiado a la ligera. Quienes si se tomaron muy en serio el Dharma fueron Yüng-chia y Huang-p. Yüng-chia despertó a la tradición de la Mente de Buda cuando escuchó el Sutra de Vimalakirti. Luego se dirigió al sexto patriarca y le dijo: “Quiero conocer la esencia de la enseñanza”. Huang-po, por su parte, despertó al significado de Ma-tsu y se convirtió en el sucesor de Pai-chang”.
En mi opinión, Hui-hung Chiao-fan está parcialmente equivocado, porque existe constancia de que el Dharma de Taiyo Kyogen fue confiado a Yüan-chien y tampoco cabe la menor duda de que, diez años después de su muerte, se cumplió la profecía que le había hecho a T´ou-tzu. Si Hui-hung hubiese dudado de que el Dharma se legó a Yüan-chien, la autenticidad de la transmisión de Taiyo Kyogen podría ser puesta en entredicho. Pero las instrucciones de los patriarcas no pueden compararse a los acontecimientos ordinarios. Si hasta la gente ordinaria acepta la palabra de una persona honrada, ¡cuánto más tendríamos que aceptar que Yüan-chien, buen conocedor del Dharma, había recibido la trasmisión directamente de Taiyo Kyogen y se fundió con el en cuerpo y alma! Chiao-fan critica a Tosu Gisei por no dudar de las palabras de Yüan-chien y considera que, al ser heredero de She-hsien, fue un verdadero sucesor del linaje de Lin-chi. Pero esto es algo que los antiguos no ponen en cuestión. ¿Cómo podrían mentir los patriarcas del Buda? Yüan chien era honrado y respetado como el receptor de la aprobación y predicción de las sucesivas generaciones de patriarcas. ¿Por qué debería Tosu Gisei haber dudado de él? En realidad, fue como si Taiyo Kyogen todavía estuviese vivo.
La vida de los patriarcas del Buda discurre sin comienzo ni final. Trasciende el pasado, el presente y el futuro y no existe en ella la menor diferencia entre el maestro y el discípulo. Al igual que una calabaza esta enredada entre sus propias hojas, el maestro y el discípulo también se hallan fundidos. Así pues, Fa-yang, Yüuen-chien y Tosu Gisei fueron la misma persona, Taiyo Kyogen y, a fin de cuentas, Shakyamuni o por que no dormía el segundo patriarca chino haber dudado de Bodhidharma? Los patriarcas del buda no mienten ni tampoco pueden ser engañados. En el Dharma del Buda se valora la ausencia de identidad del yo, esa es la esencia de la transmisión. Taiyo Kyogen confió en Yüan-chien considerando que el Dharma ero lo fundamental. Estos tres maestros no dejaron que la enseñanza de sus predecesores se extinguiera, sino que se encargaron de transmitir la tradición de Tung-shan a las posteriores generaciones. Esta es una particularidad admirable de nuestra tradición y un verdadero tesoro del Dharma del Buda.
Ahora bien, cuando no se encuentra un recipiendario adecuado para el Dharma del buda es posible entregarlo provisionalmente a una persona de confianza. En este sentido, considero que Chiao-fan fue poco cuidadoso al comparar a Tosu Gisei con el “Guardian de la vieja Torre”. Ch ´eng ku, el llamado “Guardián de la Vieja Torre” del monasterio de Ch ´ien-fu, vivió junto a la torre erigida en memoria del maestro Zen Yün-chu Hung chiao un centenar de años aproximadamente después de Yün-men. Ch ´eng-ku comprendió parcialmente a Yün-men, y por esto por lo dijo: La comprensión de Huang-po no fue perfecta. ¿Cómo sería posible separar el pasado del presente? Aunque comprendiera las palabras de Ma-tsu, no llegó a sucederle. Yo, en cambio, que si entiendo las palabras de Yün –men, debería ser su sucesor”.
A fin de cuentas, lo único que estaba diciendo es que era el heredero y sucesor de Yün-men, como parecen confirmasen todos los registros, aunque no deja de ser divertida. Si Hsiang-yen alcanzó el despertar cuando oyó como se quebraba un bambú ¿por qué no se convirtió en sucesor del bambú? Y si Ling yün alcanzó el despertar al contemplar la flor del durazno ¿por qué no se convirtió entonces en el sucesor del las flores del durazno? Es lamentable que Ch ´eng-ju no comprendiera que la transmisión del Dharma solo puede tener lugar allí donde se encuentran los patriarcas del Buda. Si Chiao-fan también llegó a dudar del monje Tosu Gisei es porque no comprendió la naturaleza de la transmisión y el reconocimiento mutuo que tuvo lugar en los aposentos del patriarca. Puede decirse entonces que Chiao-fan se menosprecio a si mismo y no alcanzó el Dharma. Hay que dudar, por tanto de la validez de las afirmaciones que ser vierten en Las crónicas de Lin-chien.
En la historia que hemos mencionado al comienzo de este capítulo, un no budista preguntó al Buda: “¿Qué es aquello tan ajeno a las palabras como al silencio?”. El Venerado por todo el mundo, sabiendo que no es algo que tenga que ver con las palabras, ni con el silencio, permaneció callado durante un rato. Cuando el no budista se dio cuenta súbitamente de que no se trata de algo oculto ni tampoco de algo evidente, que no es el yo ni tampoco los demás, que carece de interior y también de exterior y que, como el espacio y las aguas del océano, lo impregna todo, se postró a sus pies diciendo: “La comprensión del Venerado por todo el mundo ha disipado las tinieblas de mi ignorancia y me ha permitido entrar en la verdad”.
El no budista experimento la gran pureza del cielo cuando no queda el menor rastro de nube y la gran inmovilidad del océano cuando el viento deja de soplar.
– ¿Qué hizo que no budista comprendiera hasta el punto de hablar de entrar en la verdad? – preguntó entonces Ananda, que no acababa de entender lo ocurrido.
– El buen caballo emprende el galope con sol ver labra de la fusta – replicó el Buda.
Así pues, el método utilizado por los patriarcas budistas lleva a cada persona a descubrir su propio tesoro y alcanzar el despertar y la iluminación sin necesidad de pronunciar una sola palabra ni recurrir a estratagema alguna. Por ello se dice que es como emprender el camino con solo ver la sombra de la fusta.
No debéis, por tanto, aferraros al reino del no pensamiento, sino que tenéis que seguir utilizando vuestros ojos. No os identifiquéis, pues, con el silencio, sino que debéis seguir tratando de aclarar la Mente. Muchas personas interpretan erróneamente el silencio del Buda considerando que, al igual que las montañas quedan a la vista cuando se disipa la niebla que las envuelve, la Mente solo se manifiesta cuando desaparece todo pensamiento, cuando se trascienden las formas y los nombres y cuando uno es absolutamente independiente de todas las cosas. Pero, si no os despojáis de vuestra piel y vuestra carne, y no trascendéis la percepción ordinaria, la mera comprensión intelectual os abocará a una incesante y absurda búsqueda externa. Si queréis ser merecedores de este reino debéis poner fin a vuestra agitada búsqueda y cortar de un tajo el impulso que la anima. Cuando lleguéis a verlo directamente no podréis decir que se trate del no pensamiento. Está más allá de toda definición y, por consiguiente, es imposible equipararlo al silencio o afirmar que consiste en sentarse tranquilamente manteniendo los ojos cerrados. Debéis, por el contrario, dirigir vuestra mirada hacia ese lugar en el que se dispersan vuestros huesos y no queda rostro alguno de piel ni de carne, ese domino en el que no existe luz ni oscuridad, ese reino que es varón ni tampoco hembra.
Poema
¿Cómo podría transmitir este asunto?
La silueta de la montaña es tan elevada
que ni los pájaros pueden atravesarla.
¿Quien puede caminar sobre la afilada hoja de una espada
o correr sobre una delgada capa de hielo?