Vuela el ave
Bajo el cielo azul.
Sin dejar huellas.
Ante todo lo que sucede en el mundo a nuestro alrededor, hablar de Magga realmente es una necesidad. Magga, la liberación del sufrimiento, es la cuarta noble verdad. Es la verdad descrita en el budismo tradicional a través del noble camino óctuple que se compone por:
1 La visión o comprensión correcta
2 El pensamiento o determinación correcta
3 El Habla correcto
4 La acción correcta
5 El medio de vida correcto
6 El Esfuerzo correcto
7 La correcta presencia
8 La concentración correcta.
En si un camino que ya a primera vista expone sobretodo una cosa con claridad: el hecho que en el budismo la responsabilidad y la libertad no se contradicen entre sí. Al contrario, que más bien indica que sin responsabilidad no puede haber liberación. La responsabilidad del aquí y ahora que consiste en dirigirse en todo instante en la dirección correcta. Con ego o sin él, que nos exije tomar posicion, siguiendo la huellas de los antepasados pero sin seguir un ideal. Que asi, nos dice que es tiempo de dejar de ocultarse detrás del “nosotros” para decir claramente “yo”. La responsabilidad que aun empleando la primera persona singular va más allá de cualquier dogma moral al comenzar al incluir conscientemente la propia realidad individual de este instante y este lugar. Comprendida así la responsabilidad ¿Cómo podría haber solo una senda para alcanzar el fin del sufrimiento? Ósea que existen diferentes sendas y de hecho las hay tantas como seres humanos existen sobre la tierra ya que aunque todos nos movamos en la misma dirección, en realidad toda persona sigue su propio camino espiritual.
Una comprensión que explica porque las enseñanzas del noble camino óctuple tal y como se describen en el budismo tradicional coinciden en su contenido ético con las enseñanzas de los seis paramitas del budismo Mahayana y así mismo también con la práctica de Shikantaza, solo sentarse, tal y como la postula el Budismo Zen. De esta manera, visto desde las enseñanzas del maestro Dogen se podría decir que todo el noble camino óctuple se manifiesta íntegramente en la postura de Zazen. Y es que en la práctica de Shikantaza todas las enseñanzas se revelan a sí mismas a partir de la relación entre la esencia y la forma, entre el vacío y la forma. El Sutra de la gran sabiduría dice: la forma es el vacío, el vacío es la forma. En si una formula simple, como una gota de roció, pero que contiene todo el universo budista en sí. De tanta claridad que revela en todo instante si hemos llegado hasta el final de la forma. Hasta el punto en el que comprendemos que al igual como la forma es el vacío y el vacío la forma, también la forma es la forma y el vacío el vacío. O con otras palabras, hasta haber interiorizado con cuerpo y mente el hecho de que aunque la forma sea el vacío, o aunque la forma sea inpermanente, la forma en este mismo instante es la expresión más clara y directa de la verdad.
Ósea que la forma es la realidad. Y porque esto es así le damos a la forma y a las formas toda nuestra atención. Lo que explique tal vez la postura del maestro Dogen en cuanto al sectarismo. Una palabra que en si proviene del latín del término “secta” y significa en primera instancia comunidad, escuela o partido. En si nada negativo ya que el termino puede ser aplicado a casi todas las formas de convivencia en comunidad y no solo a personas o individuos que se identifican con una creencia o una religión determinada. Ósea que hasta ahí todo bien, pues toda comunidad, sea espiritual, religiosa o política puede ser denominada secta. Algo diferente ocurre con el término sectarismo. Este, al menos en la discusión social frecuentemente se encuentra en oposición a la libertad individual y a los derechos humanos. Y especialmente en sociedades donde no hay una separacion clara entre el estado y la religion pues en estos el sectarimso afecta incluso la democracia en si y la estabilidad de una sociedad. Especialmente porque posibilita el favoritismo y la corrupcion y agrede y crea dependencia – y todo esto en nombre de la Fe. O más bien dicho, en nombre de una determinada interpretación de la Fe. Una interpretación que visto desde la perspectiva de cualquier práctica sincera sobretodo expresa el propio sufrimiento de quien provoca esta separación en nombre del bien. Según las ensenhanzas budistas esto ocurre debido a la ignorancia. La ignorancia sobre el hecho que el vacío es la forma, la forma el vacío, pero también que la forma es la forma. O con otras palabras ignorancia sobre el hecho de que aquello que llamamos amor en realidad es egoismo, osea que apego y miedo, si detrás existe una obligacion.
En los ocho puntos del noble camino óctuple aparece la palabra «correcta» o «recta» que es una traducción de la palabra «sammā» (en pali), que significa ‘plenitud’, ‘coherencia’ o ‘perfección’. Esta es la dirección que guía hacia la unidad. El movimiento que desde el equilibrio, como un espejo, en todo momento nos está diciendo si nuestra actitud es recta y noble o si no lo es. La forma en este mismo instante lo dice sin que quede duda alguna.
El entrenamiento de una persona sincera y comprometidamente el Zen tal vez sea algunas veces muy diferente. Algunas veces llena de gratitud pero también con momentos muy difíciles. Momentos en cuales se palpita con claridad la injusticia que deben haber experimentado todos aquellos que fueron acusados, excluidos, condenados, convertidos o exterminados por pensar o creer algo diferente. Sea en nombre de la compasión o sea en nombre de Dios. La impotencia que se siente cuando la calumnia es más fuerte que nuestra humanidad. Momentos que por otra parte nos dan a entender profundamente, que no puede haber compromiso ante la forma. Lo que hacemos aquí y ahora es lo que cuenta. Todo lo demás es solo especulación. Una enseñanza muy simple y clara que sobretodo recuerda que hay que ser muy cautos en cuanto a la actividad mental. Es necesario observarla desde su raíz ya que esta es el la principal herramienta de todo quien, inconsciente de su propio sufrimiento, intenta manipular a otros en nombre del bien. Tal vez sea esta sea una posible interpretación en cuanto a la dirección correcta en nuestra práctica. Haciéndonos responsables de nuestra propia liberación. La responsabilidad del aquí y ahora que consiste en dirigirse en todo instante en la dirección correcta. Esforzándonos en todo instante, errando, cayendo, corrigiendo y volviéndose a levantar, para que a pesar del sufrimiento a nuestro alrededor que es nuestro sufrimiento también, podamos seguir desarrollando la sabiduría que nos permita ir más allá. Por el bien de todos los seres que es nuestro bien a la vez.