Todo lo toca,
Cielo, montaña y mar.
El viento austral.
Querid@s lector@s, como fríos vientos que nos soplan en la cara desde múltiples direcciones aparecen en ultimo tiempo diferentes voces que se muestran criticas con la práctica de la meditación. Voces como aquella que aclama que ya por respeto a multiculturalidad que caracteriza la sociedad que compartimos toda práctica espiritual imperativamente debiese ser algo que esta dirigido exclusivamente hacia el interior. O voces como aquella que pone en manifiesto que la meditación reesfuerza la sociedad neoliberal. Aludiendo que al ofrecer sanación, bienestar y felicidad en el interior, la meditación ofrece al mismo tiempo una escapatoria en cuanto a la responsabilidad que el individuo tiene en respecto a su entorno y a su respectiva realidad exterior. Según estas voces quien medita acepta la realidad sin querer cambiarla porque la meditación le insinúa que es mas fácil cambiar la propia visión del mundo que el mundo en si. Al proponer este enfoque de la realidad la práctica de la meditación supuestamente nos esta alentando a desistir de querer construir una sociedad mas justa y mejor. Y no solo que se le culpa a la meditación de cultivar amnesia en cuanto a la responsabilidad civil sino además se nos culpa directamente de justificar la injusticia ya que al supuestamente no hacernos responsables de lo que sucede en la sociedad implícitamente estamos legitimando una situación de injusticia y de desigualdad. Todo esto al parecer justifica a estas voces criticas con la práctica de la meditación a concluir que la meditación en realidad reesfuerza la sociedad de consumo neoliberal.
Por esta razón, porque hay diferentes vientos que soplan desde diferentes sitios del dualismo materialista racional creemos que es hora de disipar más que alguna confusión. Y es que en la práctica del Budismo Zen no distinguimos entre el mundo interior y el mundo exterior. Dicha separación cuando se hace, se hace solo por razones didácticas y si alguien se apega a cualquiera de estas dos visiones de interior o exterior, expone con ello solo su apego y su confusión. El apego al ideal o el apego al temor. Pues en la realidad budista, la relación que existe entre lo interior con lo exterior es como la relación que existe entre el mar y el ser humano. Lo que le afecta al mar, seamos conscientes de ello o no, nos afecta en el mismo instante también a nosotros mismos. ¿Cómo podría haber ahí cualquier separación?. Ósea que por mas que aúllan los vientos de cualquier dirección, la meditación si puede conducirnos hasta un estado de verdadera transformación. Nos puede llevar hasta el punto en cual despertamos al hecho que el mundo interior refleja el mundo exterior y que el mundo exterior se refleja en el mundo interior. Algo que vale tanto para la paz, las justicia social como también para la corrupción. Es ahí donde nos damos cuenta que está en todo instante en nuestras propias manos que las cosas cambien para mejor.
Ahora, la pregunta que surge es ¿cuándo percibimos desbalance, si entendemos que las cosas no están marchando bien y por lo tanto queremos que se efectúen cambios significativos en la sociedad y si no existe separación entre el mundo interior y el exterior ¿por donde comenzar? En la práctica del Zen, el punto de partida es el punto de llegada a la vez. Este instante. A partir del aquí y ahora, toda actividad se da de manera natural. Todo se mueve a la vez sin que sea necesario discriminar entre lo interior o lo exterior. Lo importante es comenzar. De esta manera incluso el primer paso que damos lleva consigo todo el proceso de emancipación. Paso a paso caminamos sin abandonar este instante lo que nos da la posibilidad de expresar en todo instante nuestra naturaleza original. Desde aquí, de esta manera de experimentar cada instante podemos comprender más fácilmente, que mientras la práctica de Zazen este enfocada exclusivamente hacia el mundo interior o solo hacia el mundo exterior, esta práctica jamás podrá ser llamada budismo Zen sino que será una práctica de auto afirmación más. Lo que, nos guste o no, puede ser observado frecuentemente también en toda actividad social. Especialmente cuando se piensa que lo que estamos haciendo por la sociedad debe ser una especie de sacrificio por lo demás ¿y es que cuantas veces esta intención no ha terminado por desenmascarándose como una especie de egoísmo con disfraz? Visto de esta perspectiva incluso podemos afirmar que sería un error concluir que el budismo contribuye a convertirnos en una persona mejor. Definitivamente, según las enseñanzas budistas no existe el verdadero cambio positivo sin que el desarrollo no implique simultáneamente tanto al individuo como a su entorno también. Este es el punto donde la practica budista la da a lo que convencionalmente comprendemos bajo progreso un enfoque diferente a lo común en la sociedad. En la practica budista no se trata de ganar, ser mejor, ser mas rápido o cualquier otro concepto que resulta de la comparación. El progreso que no incluye en el proceso de desarrollo a todo el entorno en realidad no es progreso si no que un deterioro que reesfuerza el circulo del sufrimiento y de la ilusión aun más.
Cuando el viento salvaje aparece e intenta desraizarnos o llevarnos lejos, no lo hace con intención. Lo hace por que es puro y porque sigue el orden natural. Ósea que no es el viento el que canta cuando escuchamos un canto diciendo que el refugio lo hemos de encontrar en nuestro interior. Debe ser el susurro del hombre que se esconde del viento porque teme que este se lo pueda llevar. Tampoco sopla el viento que el alivio se encuentra en lejanía, después que la lluvia haya caído sobre el mar y los rayos del sol irrumpan serenos en la oscuridad. El viento puro es solo el aire y este toca todo por igual.
Hola Seido, queda solo mencionar que el Dharma significa «La verdad». Gassho
Genial! Mas claro ni el agua. Vientos siempre van y vienen pero el darma lo incluye todo. Gracias! Gassho!