Con ego o sin,
Mansjusri se sienta.
Sin distinguir.
La tercera noble verdad dice que el fin del sufrimiento puede ser alcanzado a través de Nirodha. Nirodha significando la extinción de la sed, del eterno anhelo, de la ansiedad, del apego. En si una enseñanza como una gota de rocío. Clara, fresca y transparente en su forma superficial pero también de infinita profundidad. De una simpleza casi trivial y de todas maneras increíble, porque alberga tantas innumerables otras enseñanzas en si. Que se manifiestan en toda su magnitud ya con una pregunta tan elemental y básica como: ¿Qué significa extinguir la sed?. Visto desde una perspectiva determinada una pregunta muy básica pero que por otra parte contiene todo el universo budista en sí. Un cosmos que se desvela a sí mismo al seguir indagando en esta noble verdad cuestionándonos por ejemplo: ¿Significa extinguir la sed, ponerle fin al apego? o quizás preguntándonos ¿será posible vivir completamente sin apegos?. Hasta tal vez llegar a la contradicción: ¿Si el fin del apego significase liberación, ¿no equivaldría esta forma de liberación a la afirmación de una existencia independiente, algo que la enseñanza budista definitivamente niega que sea así?
Ósea que hasta la verdad más simple contiene todo un universo en sí. Como una gota de roció. Y a este universo es posible acercársele desde diferentes perspectivas. Por un lado por ejemplo desde una perspectiva más idealista en la cual Nirodha significa abolir cualquier deseo y apego hasta alcanzar el Nirvana. Nirvana significando así la liberación de toda preocupación, problema y confusión. Y por otra parte, desde una perspectiva enfocada en la realidad de este instante tal y como es. Donde el Nirvana no está separado de Samsara, tal y como lo enseña el Sutra de la gran sabiduría con las palabras “La forma es el vacío, el vacío es la forma”. Ósea que existen diferentes perspectivas desde las cuales puede ser abordado el apego. Y más allá se puede decir también que todas estas diferentes perspectivas que explican la existencia de diferentes linajes y escuelas abordan la el apego que es la fuente de la cual nace el ego de diferentes maneras. Unas afirmando que el ego es la raíz de todo mal ya que el ego es justamente lo que conduce al apego. Y otras afirmando que no el ego es el problema sino que nuestra identificación con el yo.
En la tradición Zen, nuestro relacionamiento con el ego o con nuestro apego queda reflejado entre tantos Sutras también en el Hokyo Sanmai “Samadhi del precioso espejo” y este en un pasaje dice:
“Perturbados por las palabras caéis en el abismo.
En desacuerdo con las palabras, llegáis al callejón sin salida de la duda.
Como al contemplaros en un espejo:
La forma y el reflejo se miran.
No sois el reflejo, pero el reflejo es vosotros.
Si se crea una diferencia, por ínfima que sea,
Eso no puede armonizarse con el ritmo de la música”.
Unos versos que contiene muchas enseñanzas en sí pero que en cuanto al ego y con ello en cuanto al apego, interpretado libremente, nos dicen: decir que el ego existe es un error, pero decir que el ego no existe también lo es.
Una conclusión que tal vez explique muchas cosas del universo Zen. Por ejemplo el hecho de que nuestra práctica no consiste en ponerle una cara feliz a toda desgracia o injusticia que ocurre a nuestro alrededor. Que tampoco puede consistir en asumir sin resistencia la omisión de nuestros derechos elementales negando nuestra responsabilidad. Por ejemplo frente al sectarismo. Una enfermedad del mundo espiritual, que tal vez representa uno de los peligros más grandes que existen para la sociedad contemporánea y que debe ser estudiado y abordado en profundidad porque explica las raíces de la persecución religiosa y política. Un fenómeno social, que tanto daño le hace no solo al budismo sino que a toda religión ya que le hace perder toda su credibilidad. Nos referimos a la manipulación o el ataque en nombre de la Fe. Una enfermedad que comienza en nosotros mismos, a nuestro alrededor, que puede afectar nuestro círculo familiar más cercano, nuestras amistades, nuestra salud. Una enfermedad que se sirve de la presión de una mayoría hasta que se convierte en opresión.
Controlando, acercando, creando dependencia material, creando culpabilidad, ayudando con interés. Todo con el fin de eliminar la libertad individual de decisión que tan elemental es para una democracia. Y que así, a través del favoritismo y la manipulación, incluso puede llegar a poner en peligro la paz social de un estado aparentemente democrático. Lo que sucede cuando por la razón que sea, la ley ya no aplica para todos por igual y que así anula la diferencia entre el estado y la religión haciendo hasta de funcionarios públicos luchadores en nombre de la Fe. El momento en el cual la persecución religiosa se convierte en política, porque todo se dicta desde una determinada perspectiva religiosa moral. Una perspectiva excluyente que para volver a nuestro punto inicial solo provoca una cosa con toda seguridad: incrementar el sufrimiento aún más. Más dependencia y más apego sufrimiento en vez de conducirnos a su extinción. Un hecho que una vez más sobretodo nos dice: la atención plena, no significa abolir el apego o el ego, sino que sobretodo no hacer distinciones. Pues la pregunta acaso existe el ego o no tal vez no sea lo más importante en nuestra práctica. Ni tampoco acaso si la extinción de la sed, Nirodha, se refiere a eliminar el apego material, si no que sobre todo a no caer en el error de la separación. O con otras palabras a comprender claramente, que el bien y el mal solo existen en este instante. Cuando hacemos el bien. O cuando hacemos el mal. Y esto vale también para cuando hacemos el mal en nombre del bien, porque justamente en el momento en el cual hacemos el mal en nombre del bien, es cuando la víctima misma se convierte en criminal.
Queda mencionar que el maestro Dogen mismo decía que el sectarismo es una enfermedad seria y quien lo practica es un demonio al que difícilmente se le puede ayudar. Por esta razón, rechazaba hablar de una escuela Zen o incluso de una corriente budista en particular. Todo lo que para Dogen existe es: El tesoro del verdadero ojo del Dharma. El ojo que ve sin crear distinción.