El cielo es amplio en su clara magnitud y las aves vuelan en el como aves – Eihei Dogen
En los todos los retiros mensuales que se ofrecen en el templo de Busshinji en Sao Paulo, es posible asistir a Dokusan – una entrevista personal con el maestro. En estas entrevistas es posible recibir enseñanzas sobre diferentes aspectos de la práctica del Budismo Soto Zen. Enseñanzas sobre aspectos como la actitud mental durante Zazen; sobre lo que es el Karma de acuerdo al budismo Mahayana, o también sobre lo que es la iluminación o el Nirvana. Y es que en la cultura occidental podemos encontrar diversos mitos alrededor de la palabra Nirvana. Mitos que muchas veces difieren de la comprensión del budismo Zen. Va aquí otra propuesta sobre lo que es el Nirvana, de la que esperamos que en base al propio balance sirva como fuente de reflexión:
El Nirvana o la iluminación, son términos que en el Budismo por lo general expresan la salida de Samsara y con ello el abandono de la rueda del renacimiento. Una definición que muchas veces ha sido interpretada como si Nirvana fuese un estado en el cual el iluminado ha superado todas las ilusiones y se ha desprendido de todos los apegos. Ósea que un estado de conciencia especial, en el cual la persona iluminada, al haberse desprendido de su ego, no se ve más separada de su alrededor. Una definición que sobretodo en occidente ha llevado a muchos malentendidos y confusión. Malentendidos que resultan de la conclusión que el Nirvana sea un estado especial, separado de Samsara, que nos eleva de la vida mundana en la que nos tenemos que esforzar. ¿Pero que si el Nirvana o la iluminación no fuesen un estado de conciencia especial? ¿Que si la iluminación fuese la condición normal del ser humano y el nirvana no fuese más que el vivir todo instante de acuerdo a esa realidad?
Según la tradición del budismo Zen dijo el Buda al experimentar la unidad: “Todos los seres, la gran tierra y yo hemos alcanzado simultáneamente la iluminación”. En el Zen, que pertenece al tradición Mahayana del budismo, se sacan de estas palabras del Buda diferentes conclusiones sobre Nirvana. Una de estas conclusiones es que la comprensión individual y relativa de lo que es el “yo”, y la visión absoluta en la cual el “yo” no está separado de las millares de cosas y seres, son dos aspectos de una y la misma realidad. Aspectos de una unidad se manifiesta en todas las cosas: entre el cuerpo y el espíritu, entre lo observado y el observador, entre la vacuidad y la forma, así como entre Samsara y Nirvana. Por lo contrario ¿que sucede si decimos que el Nirvana y el Samsara, están uno del otro separados? Entonces en el mismo instante no solo que haríamos de Samsara y Nirvana dos conceptos opuestos de la realidad, sino que también creamos una separación entre lo observado y el observador. Pero la realidad en el Budismo no es ni dualista ni es un concepto. La realidad esta más allá del dualismo y de cualquier concepto y no conoce ningún tipo de separación;
Ósea que el Budismo Zen no separa entre Samsara y el Nirvana. Y al no separar entre ambos se supone que el Nirvana no es un estado especial de la práctica o de la conciencia, si no que una manera de vivir la vida de acuerdo a la más profunda realidad. La realidad en la que todo es impermanente y en la que todas la existencias son parte de una unidad en la que todo es vacuidad.
Como ejemplo que el Nirvana no puede ser un estado especial de la práctica, muchas veces se señala hacia la vida del propio Buda. Siddartha Gautama se convirtió en el Buda con la edad de treintidos años. A esta edad alcanzo el nirvana pero no por ello su vida se hizo más fácil. El Buda viajaba por toda la India en tiempos en el cual el viajar resultaba difícil y muchas veces peligroso. Viajes en los cuales Shakyamuni sufrió muchos dolores y penas y en la cual estuvo casi por morir, pero dado que el Buda se había liberado del „yo“ limitado, el dolor era solo dolor así como la alegría era solo alegría. Ósea que de la historia del Buda se puede sacar la conclusión, que dentro de Nirvana existen tanto experiencias positivas como experiencias negativas y estas son aceptadas como diferentes expresiones del cambio continuo y de la interdependencia que existe entre todos los seres y cosas.
Por lo tanto cuando en el budismo se habla de la iluminación, en realidad se refiere a una vuelta a la condición normal. Una condición en la cual el individuo cuando dice yo, lo dice sabiendo que este “yo” incluye tanto todas las existencias como el “yo” que en la vida debe escoger de forma dualista y tomar posición en cuanto a la vida. Un “yo” que une Nirvana y Samsara en si y que el Buda recalca aun sabiendo que no es posible concebir la existencia del yo como algo independiente de la gran tierra y del resto de los seres cuando exclama: “Todos los seres, la gran tierra y yo hemos alcanzado simultáneamente la iluminación”.
Entonces, para volver a la pregunta inicial, si el Nirvana o la iluminación son un estado de conciencia especial, podemos responder que en realidad estos son la condición normal. La condición normal de este instante donde fuera y dentro, cuerpo y espíritu, el ser humano y la naturaleza en la que vive, crean una unidad. La condición normal en la cual Samsara y Nirvana son solo ayudas para describir la inmaculada realidad. Si esto fuese así, si Nirvana significase la condición normal del cuerpo espíritu, quedaría por preguntarse si depende de nosotros mismos si vivimos en Samsara o en Nirvana. Una pregunta a la que el Buda respondió: “Todos los seres, la gran tierra y yo, hemos alcanzado simultáneamente la iluminación”.