NUEVE

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Portal sin puerta,
¿A que sitio llevará?
Salir o entrar.

Olas eternamente a la fuga del viento de la verdad, nubes naufragando entre montañas y mar en un lugar más allá de luz y la oscuridad, flores nocturnas que se cierran al amanecer, hojas secas de otoño al merced de una corriente sin principio y sin fin, piedras que acaban de parir. ¿Fantasía? ¿Sueño? ¿Realidad? Si no fuese por los rayos acogedores de la radiante la luna, que fácil sería creerse perdido en el abismo de la ilusión. Que fácil sería creer que la razón es algo que se puede tener o poseer. Que fácil sería pensar que la ilusión es un pozo tan oscuro como la rabia, tan profundo como la avidez y sin escapatoria como la ignorancia. Que fácil sería hacer de la emoción y su energía el demonio culpable de todo nuestro mal. Algo que tantas veces vemos ocurrir. Como cuando separamos el consumo de la responsabilidad y la autonomía del consumidor y culpamos solo el comercio de todos los males que vemos a nuestro alrededor.

Pero felizmente la luz de la luna alcanza hasta el ultimo rincón de nuestro ser y nos demuestra con cada sentimiento, con toda emoción y en cada instante que todo lo que existe y acontece dentro de nosotros y a nuestro alrededor esta entrelazado entre si. Como la ansiedad que no va separada de la música, el ruido, el hambre o de la sed. Como la tristeza que va de la mano del hambre, de la oscuridad o la injusticia social. Como la felicidad que va acompañada por los rayos del sol, la amistad, el afecto o la satisfacción. O como el consumo desenfrenado que es la otra cara tanto de la lucha diaria por el poder subsistir como del comercio fairtrade.

Y aun así culpamos la emoción del sufrimiento. Pero dentro de la corriente de causa y condición, la emoción aunque tenga su propio lugar y su propia función va siempre acompañada de otros fenómenos que surgen tanto en nuestro interior como en el exterior. Surge como todos los demás fenómenos y expresa la vida que compartimos aquí en este lugar.

Así que afortunados nosotros que ella siempre este ahí. La generosa y radiante luna, siempre dispuesta a que en cualquier momento comprendamos que toda verdad tiene su otra cara también. Lista en todo instante por si se llegase a dar el caso de que por fin nos diésemos cuenta que el problema real no consiste en la emoción sino que en la fragmentación de la realidad a la vez resultado de la separación entre lo observado y el observador. Preparada para que por fin nos demos cuenta que la emoción es un portal. Una puerta de salida, si, pero una puerta de entrada también.

Que esto es así se puede comprobar a través del caso no. 9 de la colección de 301 Koanes – Eihei Shinji del maestro Dogen (1). La historia va así:

Un día el maestro Obaku de la montaña Obaku dejó a sus discípulos atrás para entrar en el Templo Dai-An. Se mezcló con las otras personas que trabajaban y barrio y limpio la sala del Buda y la sala principal.

Un día llegó el primer ministro al templo y ofreció incienso. Un Shuji (un monje responsable del Templo) lo recibió. El ministro casualmente vio una pintura y preguntó:
– ¿Qué figura es esta?
El monje respondió:
– Este es un retrato de un monje honorable
El primer ministro respondió:
– Veo una imagen ¿Pero donde está el honorable monje?
Ninguno de los monjes pudo responder.
El primer ministro volvió a preguntar:
– ¿Hay personas de Zazen en este templo?
El monje respondió:
– Hay un monje que llegó hace poco para trabajar en el templo. El parece ser un hombre de Zazen.
El primer ministro dijo:
-¿pueden traerlo para que le pueda poner también a el la misma pregunta?
Inmediatamente los monjes fueron a buscar al maestro Obaku. Cuando el primer ministro vio al maestro Obaku, pareció estar muy satisfecho y dijo:
– Hace unos instantes puse una pregunta pero ninguno de los monjes pudo responderla. Quiero pedirte si puedes responder en su lugar. Dime una palabra, que pueda cambiar mi vida.
El maestro Obaku dijo:
– Primer ministro por favor pregúntame a mi la misma pregunta.
El primer ministro volvió a poner su pregunta.
El maestro gritó fuerte:
– ¡Primer ministro!
El primer ministro respondió.
El maestro dijo:
-¿Quién eres tu?
El primer ministro experimentó el despertar, como si hubiese obtenido una perla directamente del moño de Gautama Buda.
El dijo:
– El maestro es verdaderamente un monje honorable.
Después invitó al maestro Obaku, para que este volviese a abrir las puertas del templo.

(1) Caso nr. 9, Shigi Shobogenzo – Colección de 301 Koan, Eihei Dogen

Nota: Este blog se financia a travez de donaciones. Cada aporte es necesario y nos ayuda a continuar con nuestra labor. Gassho.

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