Al río que pasa,
Valla a donde valla,
Se le puede oír.
Ojalá que algún dia ya no haya mas refugiados por que ya nadie más tiene razón alguna para huir. Ojalá que algún dia sepamos apreciar el susurro vital que murmura un río al pasar. Ojalá que algún dia todo ser humano pueda decidir libremente el papel que desea o no desea emplear en una sociedad. Ojala que algún dia comprendamos que hasta la mas bella flor no requiere ni comparación ni aprobación para existir. Ojalá que llegue el día en el cual toda vida tenga en todo lugar el mismo valor. Ojalá que cuando nos llegue la hora de partir, podamos hacerlo con paz en el corazón.
En el Zen también tenemos muchos ideales. Muchos sueños, muchas esperanzas, muchas ilusiones. Solo que no nos apegamos a nuestro ideal. Solo que le dejamos libremente pasar. Descubrimos así el cese de toda distinción. La meta se vuelve el camino y el camino la meta a la vez. Comprendemos que si queremos paz hemos de practicar la paz, si queremos sanación tenemos que ser la sanación, si queremos igualdad debemos practicar la igualdad y si queremos libertad debemos ejercer la libertad. Ósea que el verdadero enfoque que le da el Zen a la educación radica en el despertar de la ilusión de la separación. El darse cuenta hasta que punto estamos viviendo sumergidos en la ilusión. Hasta que punto estamos atrapados en un habito mental.
Como cuando con toda nuestra rectitud decimos por ejemplo que el Budismo se opone a la creencia en dios. Lo explicamos, lo justificamos, lo exponemos con frases como: „en el budismo dios no existe porque cuando todo lo que existe es la solo la constante impermanencia no queda espacio para un ser creador“. Creemos haber entendido algo. Creemos haber tocado la esencia de la impermanencia tal vez. O creemos que practicar el budismo es como salir a ganar votos para una champaña electoral y tener mas llegada en la sociedad. Pero en la realidad más allá de la separación el budismo no es ni teísta ni ateísta. No afirma la existencia de un ser creador. Ni tampoco la niega. Esto simplemente porque cuando no existe separación, decir que dios no existe esta tan demás como afirmar que si existe un ser creador. Afirmemos lo que afirmemos, todo lo que desde la conciencia le agreguemos a la realidad está demás. A lo que podemos llamar cerrar una puerta con intención. Una intención que por supuesto puede ser observada desde cualquier otra perspectiva de la conciencia más. Diferenciamos entre el bien y el mal, identificamos al enemigo y ya nos hemos separamos de la inseparable realidad. Creamos un espejismo en nuestra mente en el cual deponemos toda la responsabilidad del mal que nos ocurre. Momento en el cual la neblina de la ignorancia todo lo pareciese empañar. El mal en nombre del bien, los vencedores con su euforia, los derrotados con su lamento, el arrepentimiento, el dolor. Todas expresiones de la ignorancia y el sufrimiento que llevamos en nuestro propio interior. Expresiones de la ilusión de la separación.
Por esta razón preguntamos una vez más ¿cual es la mas inmediata vía hacia la paz? Y una vez mas respondemos: Volver aquí y ahora a la inseparable realidad. Volver una y otra vez a la paz. Volver al sitio donde todo se ve sin separación. Donde observamos con claridad que la paz interior se expresa también en el exterior. Donde apreciamos con claridad que los problemas no se solucionan simplemente apagando el televisor. Que debemos ir más allá. Que debemos ir hasta donde todo esta interrelacionado entre si y sin fragmentación. Donde vemos con claridad que destruir la naturaleza es un ataque contra nuestra propia salud. Donde observamos que querer derrotar la violencia en nombre de un ideal con otro ideal o con mas violencia es imposible. Porque esa misma violencia la llevamos dentro de nosotros también. Solo que se radicaliza cuando las circunstancias sociales son especialmente desfavorables. Cuando hay pobreza extrema. Cuando hay desamparo. Cuando hay falta de educación.
Ósea que en el Zen cuando hablamos del derecho humano a la educación no necesariamente ponemos en duda algún sistema educativo en especial. Tampoco no le negamos a ningún alumno su derecho a satisfacer sus inquietudes, sus necesidades o a abrirse camino en la sociedad. A lo que nos referimos en el Zen cuando hablamos de educación es al esfuerzo por superar la ilusión de la separación.
Con la conciencia amplia y abierta soltando todo ideal ojalá que logremos así comprender lo que verdaderamente significa que los otros son el yo y el yo los demás. Lo que debe ser aclarado con exactitud y precisión. Pues cuando los otros son verdaderamente el yo y el yo los demás no es necesario ni poner a los otros por delante de uno mismo, ni agregar cualquier tipo de intención. Cuando el yo son los otros y los otros son el yo cesa todo tipo de distinción. Cesa el tiempo, cesa el esfuerzo, cesa la pobreza, cesa la enemistad.