PERFECCÍON

LAJA
El conocimiento último que no conoce ni principio ni conoce fin

Visto desde la unidad todos los procesos sociales como lo es también la emigración se ven como movimientos que se encuentran dentro de la unidad. Como suspiros de la respiración que son tan pasajeros como la felicidad, como la tristeza o como cualquier otra pasión. Suspiros de tanta importancia como la misma respiración ¿pues que sería de nuestras vidas o de nuestra práctica sin la emoción?

Tal vez sea oportuno aclarar una vez más que nuestras conclusiones en cuanto a la emigración no provienen desde una determinada perspectiva político-social sino que solo de la práctica de zazen. Pues es zazen lo que nos hace comprender que cuando un ruido surge, en realidad no hay quien diga si este ruido viene de adentro o si viene del exterior. Un ruido simplemente aparece y luego no está, hasta que otro ruido aparece y nuevamente se va. Y algo parecido ocurre si miramos hacia los procesos sociales desde la no-dualidad, pues visto desde la realidad que no conoce separación, por bien intencionadas que sean las soluciones que se aportan para actuar contra la pobreza o la emigración, si se diferencia entre lo de adentro y lo de afuera lo que se crea es más división y confusión. Pues mientras que en algunos países la protección del medio ambiente tiene la prioridad en otros el principal objetivo es sobrevivir. ¿Quien tiene la razón? Tal vez no sea una cuestión de razón. Pues la emigración que para unos significa un problema para los otros implica una necesidad elemental para sobrevivir. Llegamos así a la conclusión que los problemas a los que se enfrenta la sociedad de hoy no son ni del todo solo locales como tampoco lo son solo globales sino que están expuestos a la mutua interconectividad. Una interconectividad que a la vez nos demuestra que toda acción local, tiene efecto en todo el mundo y que nos enseña de esta manera a la vez que si construimos muros de protección en realidad nos estamos construyendo nuestra propia prisión ¿por qué? Porque un ruido no viene ni solo de adentro ni tampoco solo del exterior.

El Fukanzengi del maestro Dogen continua de la siguiente manera:

¿Tengo yo necesidad de hablar de Buda, que estaba en posesión del conocimiento innato? Se siente todavía la influencia de los seis años que él vivió, sentado en loto en una inmovilidad total. Y Bodhidharma, la transmisión hasta nuestros días del sello ha conservado el recuerdo de sus nueve años de meditación delante de una pared. Si esto sucedía con los santos de la antigüedad, ¿como los hombres de hoy pueden quedar dispensados de negociar la Vía?

Una de las dificultades más frecuentes para todo quien práctica el Zen es tal vez el equivocarse en cuanto a lo que significa el objetivo de nuestra práctica. Pues frecuentemente hablando del entrenamiento físico mental muchas veces se confunde el estudiar el Yo con el afán hacia la perfección. La perfección de la mente siendo algo parecido a la higiene mental y la perfección del cuerpo siendo la perfecta postura de zazen. Y es justamente entonces cuando la practica de Shikantaza, que es una practica del soltar toda formación mental desarrolla toda su efectividad, pues nos demuestra una vez más que tal vez, sin notarlo, nos hemos aferrado a un ideal. Pues comprendemos que cuando existe algo perfecto existe también algo que no lo es. Imposible entonces no dudar y preguntarse: ¿no será la perfección otra expresión del dualismo más? Y no es solo eso de lo que nos damos cuenta cuando volvemos del ímpetu hacia la perfección a la realidad, ya que lo que tal vez sea más importante aun, abrimos los ojos en cuanto al hecho que sea cual sea la cantidad de enseñanzas que sabemos, todas las enseñazas, toda la experiencia que tenemos en cuanto a la práctica, todo esto se mueve dentro de lo que llamamos la actividad mental.
Así, no es que el estudio o la experiencia y las vivencias no cuenten, pero más importante es vivir este instante tal y como es – sin un antes ni un después. Llegando aquí quizás sea oportuno recordar que desde Buda Shakyamuni hasta hoy, los maestros de la tradicion del Budismo Zen, son maestros y discipulos a la vez. Maestros porque han experimentado con cuerpo y mente las diferentes facetas del Yo y discipulos a la vez porque alguien les ha transmitido este conocimiento innato en cada cual de nosotros y que no tiene ni comienzo ni fin.
¿Cómo podría verse esta experiencia limitada a la comprension intelectual? Una experiencia que está más allá de la tristeza, más allá de cualquier palabra y tambien más allá de la felicidad. La experiencia que hizo a Mahakashyapa sonreir cuando Buda cogío una flor y la hizo girar delicademente etre sus dedos o que hizo que Eka se postrara frente a su maestro cuando Bodhidharma le pidío que expresase su comprensión.

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