Excepto sentarse, nada que buscar, nada más es el Buddhadharma – Eihei Dogen
Mientras vivimos hay pocas situaciones donde no queremos aparentar algo, donde lo unico que nos preocupa es que trajes vestimos durante la vida. Este es el ser que esta determinado desde fuera en donde nuestros gustos casi siempre están en función a cosas que están fuera de nosotros: a la opinión de otras personas, a las costumbres de cada lugar, a los requisitos de un estatus social, a la propaganda.
Y al observar este mundo de las apariencias podemos reconocer que vivimos intentando corresponder a estas apariencias. Que hacemos todo lo posible para corresponder a las imágenes que creamos sobre las apariencias a las que tenemos que corresponder. De esta manera así como corremos detrás de las apariencias corremos detrás de tantas cosas, detrás de bienes materiales, detrás de un futuro mejor y sin darnos cuenta nuestra vida se ha convertido en una carrera. Vivimos online. Se nos puede ubicar en todo instante y en todo lugar y vivimos con el temor de que algo se nos pueda escapar. De que no se nos pueda contactar o de que nos perdamos algo. Así buscamos la conexión más rápida, la transmisión de datos más segura o los celulares más versátiles.
Y no solo que buscamos corresponder lo máximo posible con las apariencias que opinamos que son importantes sino que además las cuidamos. Cuidamos las apariencias y a este cuidado hasta llegamos a llamarle balance. Nos sentimos estresados y descargamos el estrés en los gimnasios, lo que a corto plazo nos hace sentir bien, ¿pero hemos cuestionado con ello los conceptos que mantenemos sobre quienes somos de verdad?.
Por esta razón una de las preguntas centrales en nuestra práctica es “quien es el “Yo”. Nuestra práctica no diferencia entre la vida cotidiana y la práctica concreta de Zazen pero hay que tener claro que para indagar sobre lo que es el „yo“ lo primero que debemos hacer es quitarle a este „yo“ su referencia exterior. Y este es un proceso que requiere su tiempo y su espacio. Por esta razón, practicamos diariamente o asistimos a la practica intensiva en forma de Sesshin. Solo de esta manera podemos crear el espacio necesario para que nuestro espíritu vuelva a la tranquilidad; aquella tranquilidad imprescindible para comprender nuestra más profunda identidad.
El maestro Kosho Uchiyama dice en “Abrir la mano del pensamiento” (1):
„Cuando nos referimos a nosotros mismos, por lo general hacemos referencia a nuestro ser consciente, incluyendo lo que vemos y lo que pensamos en ese momento, nuestro rol habitual o identidad. De hecho, nuestro ser consciente es la suma de nuestros pensamientos mientras estamos despiertos, desde el tiempo en que éramos niños hasta el presente. Tomamos todos esos pensamientos conscientes, los abstraemos de nuestra vida y a eso le llamamos nuestro ser, pero esto es tan solo una parte del ser.
Tomemos por ejemplo el sueño. Quienquiera que sea, todos dormimos abriendo, lo que llamo, la mano del pensamiento. No es que todo deje de existir durante le sueño; al dormir soltamos nuestra conciencia pero nuestro cuerpo continua funcionando. Respiramos determinado numero de veces por minuto y nuestro corazón late a un cierto ritmo. A la mañana siguiente nos despertamos, abrimos los ojos y nuestros pensamientos comienzan a operar. Una vez más los ponemos a funcionar basándonos en los conceptos que teníamos el día anterior acerca de quienes somos. Lo que la vida es, no es solo lo que somos por la mañana, también comprende los pensamientos de quienes creíamos ser toda nuestra vida hasta mañana».
En nuestra tradición la manera más directa para volver a esta tranquilidad del espíritu, es a través de Zazen. Este Zazen no es ni un razonamiento, ni una teoría, ni un ejercicio intelectual si no que en primer lugar una práctica. Una práctica basada en la postura de Zazen. Sin austeridad ni mortificación obtenemos así la el acceso a la comprensión del varadero yo. Una entidad no separada de todas las demás y en la que encontramos la esencia de todo el universo. El lugar donde nos armonizamos concretamente con los demás son las sesshin. Sesshin quiere decir entrar en contacto con la esencia original, armonizarse con los demás viviendo plenamente el presente.
(1) De: Kosho Uchiyama: Abrir la mano del pensamiento – Fundamentos de la práctica del budismo Zen. Editorial Kairós, Barcelona 2009.