SIMPLICIDAD


El rio es el rio,
El volcán es el volcán.
Vasto el cielo.

Se dice que la simplicidad es lo contrario de la complejidad. Se dice que la simpleza es como una gota de agua que cae sobre una superficie y que se disuelve en la superficie sin dejar huellas en el aire por el cual pasó. Que ser sencillo es ser como una flor que crece, florece y padece sin requerir jamás de ningún tipo de aprobación exterior. Pero no creo esto sea así. No lo creo y es más, estoy convencido que no es así ya que la complejidad no se contradice con la simplicidad. Lo complicado es solo la otra cara de la sencillez, la siguiente etapa dentro del continuo flujo si se quiere ver así. Al igual que la gota que cae y se disuelve al entrar en la unidad: que las huellas que deja una gota en el aire al caer no se vean eso no significa que no haya evidencia de que calló. Y algo parecido ocurre con una flor. Si una flor anhelase algo, si dependiese de cualquier forma de aprobación exterior no sería una flor pues simpleza significa sobretodo la ausencia de cualquier comparación.

Somos humanos, pensamos y la palabra implica abstraer, comparar, fragmentar. Lo que no esta ni bien ni mal solo que justamente aquello que nos destaca como especie, la palabra es frecuentemente justo aquello que nos impide armonizarnos con el flujo natural del constante movimiento universal. Pero esto no tiene por que ser así. La palabra no necesariamente se contradice con la sencillez. También existe la palabra en armonía con el sentimiento y la acción. La palabra libre de falsedad, de esquizofrenia, ausente de doble intención. Casi digo la palabra “apolítica” y me pregunto cuando comenzó la política a perder su simpleza y su integridad. Claramente veo la separación. La separación que provoca la política en el exterior que a la vez es la separación que acontece en mi mismo en precisamente aquel instante en el cual asumo la política como algo que esta fuera de mi pensar. Osea que la política esta en mi. Es mi propia mente que fragmenta con tal de lograr algo que le conviene o que crea división con tal de autoprotegerse. La política que uno se pone como una mascara para engañar esta en mi. Aquella faceta que uno adquiere para poder dominar, para debilitar, para que alguien se sienta culpable, para hacer que el otro sienta que no tiene valor para poderle controlar. Es la mente complicada que ha encontrado la vía y los métodos para que uno mismo se humille sin que ella necesite figurar. Esta política que antes pensaba fuera de mi y que se la atribuía solo a los políticos o a algunos religiosos o a la corrupción esta en mi pero también está dentro de mis posibilidades darle a mi comprensión de lo que es la política otra dirección. Desde aquí, desde este mismo lugar de confusión y complejidad me pregunto como volver otra vez a la simplicidad. ¿Tendré que adoptar una estrategia mejor, mas innovadora, más eficaz para dejar de sentir insatisfacción y volver a la plenitud? La respuesta la encuentro en la soledad. Es justamente ahí donde descubro que así como la complejidad no es lo contrario de la simpleza tampoco la soledad es lo contrario de la plenitud. Pues la soledad puede ser comprendida como ausencia pero solo si la vista esta dirigida hacia el exterior. Mirando hacia el interior, comprendiendo todas las cosas como diferentes aspectos del yo porque claramente vemos que todo lo de afuera tiene su correspondencia también en nuestro interior, la soledad misma se convierte en una fuente de plenitud. Tan lejana y distante puede estar la simpleza pero tan cercana también. Es solo una simple y mera decisión y que aun así tantas veces tanto nos cuesta tomar. ¿Por que será? Hay científicos que dicen que se debe a nuestro sistema de autoprotección ya que este es el que nos hace seguir haciendo solo lo que nos parece bien. Lo que por una parte nos protege pero que por otra parte nos limita también. Pues cuantas veces no desistimos de hacer lo que en el fondo sabemos que deberíamos hacer? Muchas veces no lo hacemos por inseguridad, un temor que silenciosamente nos impide hacer lo que siempre hemos querido hacer. A hacer lo que en el fondo sabemos que está bien. A desistir de hacer lo que desde las entrañas de nuestro cuerpo sabemos que esta mal. Y es que en el pensamiento dualista siempre habrá una división entre yo y los demás y así la mente siempre dependerá de la aprobación exterior. Y si esta división prevalece esta claro que también la mente que busca provecho persistirá. Ósea que es necesario dar un paso más allá. Hacer el bien y desistir de hacer el mal puede ser algo tan fácil pero puede ser algo tan complejo a la vez. Lo que queda evidente ya el hecho que todas las guerras que se han librado siempre han sido en nombre del bien. Ósea que si queremos cambios significativos en cuanto a nuestro comportamiento social es necesario cultivar activamente la atención también en cuanto a los hábitos nocivos en nuestra propia actitud. Este es el punto en que yo personalmente me he encontrado con la práctica de Shikantaza – solo sentarse. Algunas veces se ha dicho que zazen es un método para volver a la simplicidad. Un instrumento para aprender a volver de la complexidad del pensamiento dualista que siempre busca provecho a una manera de actuar que esta en sintonía con todo a nuestro alrededor. Pero la verdad es que esta también es solo una media verdad. La practica de Zazen mas que un método o un instrumento puede significar también realización. La superación de la división entre el mundo interior y el mundo exterior y con ello la comprensión profunda de que la construcción de muros, el proteccionismo o la falta de respeto en cuanto a otros sistemas de creencia en realidad significa fortificar el temor. Así Shikantaza puede significar incluso seguir con toda confianza y fluidez el flujo de causa y condición, armonizarse con todas las cosas en toda dirección y volver de manera directa al orden natural. Comer cuando hay que comer, dormir cuando hay que dormir, trabajar cuando hay que trabajar, discutir cuando hay que discutir, amar cuando hay que amar, de esta manera el orden se establece naturalmente y es este lo que mantiene la simplicidad. ¿Y quien sabe? Quizás tenga este tipo de sencillez incluso el poder de llevarnos hasta el fin de la pobreza en todos sitios o hasta una convivencia en paz en todos los rincones de nuestro planeta azul.

La simpleza no se contradice con la complexidad. Basta solo con dejar de apegarse y de rechazar para observar que lo complejo es solo lo complejo y la simplicidad simplemente la simplicidad. Basta con dejar de pensar la gota que cae como un antes y su disolución en la superficie como un después para ver los rastros que deja una gota al caer. Basta con aceptar que una flor es simplemente una flor y claramente queda evidente el secreto que no lo es: una flor es solo una fragmento del cosmos pero a la vez lleva un universo dentro de si. Concluyo que para volver a la simplicidad hay que soltar y que soltar no significa otra cosa que aceptar.

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