El agua es clara hasta su fondo mas profundo
y los peces nadan en ella como peces.
El cielo es amplio en su clara magnitud
y las aves vuelan en el como aves – Eihei Dogen
En nuestra sociedad muchas personas sufren de soledad. Este sentimiento de soledad no tiene porque limitarse a personas que esten solas sino que se puede tener incluso si se vive en familia o si se tiene pareja o se participe en comunidades de diferentes intereses. La soledad como sufrimiento es muchas veces la expresion de una depresion y frecuentemente se explica como la ausencia de algo en lo que creer o como un producto del individualismo que surge de la sociedad competitiva, donde quien no puede o no quiere competir queda marginado. Visto así, se entiende que los grupos más propensos a este sufrimiento, sean los más débiles de una sociedad: los enfermos, los ancianos, los niños, los minusválidos y otros grupos minoritarios. Esta soledad se expresa por miedos sociales, timidez y dificultades de contacto con otras personas, lo que lleva a la persona afectada a aislarse aun más porque le cuesta más reintegrarse. Eso en cuanto a la sociología, pero a partir de la comprensión budista ¿cuál es el enfoque que le damos a la soledad?
En la vida cotidiana siempre que se le pregunta a alguien ¿quién eres? la respuesta esta en relación a algo o alguien que esta fuera de nosotros: “soy el hijo de, la madre de, el amigo de, la empleada de y posicionamos nuestra existencia en una condición de superioridad o inferioridad a alguien o algo. Y así hay quien piensa que ha logrado algo en la vida y se identifica con ello y otros que piensan que no han logrado nada y se menosprecian a si mismos. Pero ¿que queda si dejamos de ver nuestra existencia en relación a algo que se encuentra fuera de nosotros? ¿Quién es ese “yo” si no lo explicamos a través de algo que este fuera de nosotros?
Cuando Buda Shakyamuni exclamo su iluminación proclamó: “Todos los seres, la gran tierra y yo hemos alcanzado simultáneamente la iluminación”. Esta frase ha sido interpretada de varias maneras pero en cuanto a la pregunta sobre el “yo” podríamos preguntar ¿significa esta exclamación de Buda que todos los otros seres no tienen esta identidad ilimitada? Por supuesto que no. La práctica del budismo consiste en hacer que esta identidad ilimitada se manifieste. Al sentarnos frente a la pared, la práctica de Zazen nos enseña como funciona el proceso mental de la construcción del ego. Es solo nuestra consciencia condicionada la que compara y se identifica con algo que esta fuera de nosotros y fortifica así la creencia en un “yo” separado. Es así como comprendemos lo que sucede cuando comparamos y nos dejamos oprimir por esta comparación y dejamos que nuestra identidad dependa de circunstancias que se encuentran fuera de nosotros. En el Zen nadie y nada puede ser comparado con el otro porque todo tiene su propio espacio dentro de este universo; todo tiene su propia identidad que es a la vez incomparable. El Buda utiliza la palabra “yo” porque en su sabiduría y compasión esta consiente que todas las existencias tanto poseen como carecen de un “yo”. En el Denkoroku el maestro Keizan aclara en este sentido refiriéndose a la iluminación del Buda:
“Yo no creo que quien se iluminara en esa ocasión fuese Buda Shakyamuni, porque no es posible concebir su existencia como algo independiente de la gran tierra y del resto de los seres. Aunque las montañas, los ríos y las diez mil formas florezcan por doquier, no debemos concluir por esto que algo exista fuera de la pupila del ojo de Gautama. La pupila del ojo de Gautama os contempla a todos, pero esa pupila también habita en vosotros, porque es precisamente el ojo de Gautama el que acaba transformándose en nuestro cuerpo y mora en nuestro interior como un abismo de insondable profundidad. No creáis por tanto que, en el pasado o en el presente, vosotros y la resplandeciente pupila del Buda habéis sido, de algún modo, entidades diferentes. Nosotros somos la pupila de Gautama y Gautama es nuestra autentica totalidad.”
Zazen tiene innumerables meritos y uno de ellos es sin duda que a través de su práctica comprendamos que cada uno de nosotros lleva en si un mundo muy personal e individual donde la comparación esta demás. A partir de ahí no es necesario preocuparse por como nos juzguen los demás, porque valoramos en todo instante nuestro verdadero ser que no esta separado de nadie – pase lo que pase.