Al volcán llega,
Solo quien sabe fluir.
¡Con el bote no¡
El canto de un pájaro irrumpe en el silencio de la noche. Un pez nada cuesta arriba en las aguas de un río de montaña. Una gota de rocío sobre una brizna de pasto en una fresca mañana. Compartir los sueños con una persona cercana no tiene porque ser una ilusión. Cuando hay simplicidad todo ocurre cuando tiene que ocurrir. Cuando hay sencillez todo esta en el sitio en el que tiene que estar. Y es que la simplicidad es una puerta siempre abierta. La sencillez es un portal que permite que el orden natural circule libre de cualquier obstrucción. Adentro están nuestras emociones, afuera lo que percibimos como la realidad. Ambos lados están unidos por el constante flujo de causa y condición. Lo que ocurre afuera tiene su reflejo en nuestro interior, lo que sentimos adentro influye sobre nuestra percepción de lo exterior.
Todo podría ser siempre así de simple pero no siempre lo es. Existe la palabra, el patrimonio cultural, la desigualdad social, la historia. Lo complejo también influye sobre el presente y de esta manera también sobre el porvenir. Lo complejo nos rodea constantemente recordándonos una y otra vez que lo autentico no lo sería si faltase la responsabilidad. Ósea que la simplicidad verdadera en realidad es un compromiso. En realidad es el deber de volver una y otra vez a lo simple, a nosotros mismos, a quienes somos de verdad. Desde este criterio de lo que es la simplicidad incluso podemos imaginar sueños lucidos sobre el mundo en el que queremos vivir. ¿Qué tal sería un mundo sin hambre y sin pobreza? ¿Que tal sería la tierra sin guerras, sin muros, sin persecución?
Algunas veces tengo la impresión que hemos perdido el norte justamente porque hemos dejado de soñar. El Soñar muchas veces lo asociamos con la mentira, con la ilusión, pero soñar puede ser mucho más. Puede ser aquello que nos permite volver otra vez a la simplicidad. Así que vuelvo a lo simple de nuevo y desde aquí puedo verlo todo nuevamente con claridad. Estamos siempre a solo a una exhalación. Estamos siempre a solo una decisión. A una sola y nada más. Estamos siempre a solo un pensamiento de la simplicidad que conlleva la armonía universal. ¿No me crees? Vamos a ponerlo a prueba. ¿Qué tal si soñásemos juntos un poquito? ¿Qué tal si ambos nos comprometiésemos a partir de ahora mismo, a partir de este mismo instante a ser solo nosotros mismos? ¿Qué si a partir de ahora mismo tu y yo comenzásemos a ser honestos con nosotros mismos? Es un simple compromiso, si, pero que si se aplica con consecuencia nos abre una autentica vía de crecimiento interior porque ser honesto con uno mismo en realidad implica soltar cualquier expectativa de recompensa que esperamos que surja en cualquier instante posterior. Aun así una simple decisión que podemos tomar en cualquier instante. Por ejemplo ahora mismo. ¡Ya!. Ósea que hablamos de una mera decisión pero que ¿cuanto no repercutiría tanto en nuestro interior como en el mundo exterior? Y es que de un momento a otro dejaríamos de seguir tantos espejismos que hemos adoptado a través de nuestro Karma personal. Los relacionamientos del pasado, la diversas situaciones que han ocurrido, la educación, la falsa responsabilidad, la culpa. Sobretodo la culpa, aquel sentimiento destructivo que nos mantiene atrapados en el pasado y que nos desconecta del presente imposibilitándonos ver lo que es de verdad. A partir de aquí comprenderíamos quizás que las verdaderas conquistas acontecen en nuestro interior. Pues al volver de la culpa y el pasado a este instante podemos ver con claridad que si todo no hubiese surgido así como pasó, no estaríamos ahora aquí. El instante en el que le se hace posible quitarle al diablo su juguete pues eso es lo que ocurre cuando la víctima deja de convertirse en opresor. Así todo un mundo nuevo quedaría revelado. Descubriríamos por ejemplo así que si somos honestos con nosotros mismos hasta el final, el perder es solo la otra cara del ganar y ganar otra cara del perder. Y así por su puesto comenzaríamos a comprender que un compromiso que se vive en el interior inmediatamente repercute también en todo a nuestro alrededor. Como una gota que cae sobre la superficie del océano de la realidad. Ya la intención seria de querer ser honestos con nosotros mismos nos conduce sobre una vía que comienza a despojarnos de la imagen que tenemos de nosotros mismos, de la identidad ficticia creada a través de todo lo que se ha encontrado hasta ahora a nuestro alrededor. ¿Y quien sabe? Quizás tenga así solo una simple decisión incluso la facultad de solventar tantos de los males de los cuales padece nuestra sociedad. El consumo, ya que dejaríamos de consumir tantas cosas inútiles porque ya no dependeríamos de una aprobación exterior. El consumo tendría un impacto sobre el comercio y el comercio afectaría la pobreza y la desigualdad social. Pues si fuésemos honestos con nosotros mismos hasta el final simplemente no toleraríamos la injusticia social. Y si se acabase la pobreza seguro que se abolirían problemas como las guerras o la inmigración, por que nadie se va de su país de origen donde vive su entorno familiar si no hubiesen necesidades básicas que cubrir o si no hubiesen razones externas por la cuales luchar. De esta manera, si comenzásemos con nuestra honestidad desde el interior y fuésemos consecuentes hasta el final todo lo que quedaría seria un ser libre que sabe vivir la vida en sintonía con lo que acontece a su alrededor y de nada servirían entonces los muros pues derribados quedarían los muros en nuestro interior. Todo esto a partir de una simple decisión.
No se porque pero estoy muy seguro que no haría falta de nada más. Y es que la simplicidad todo lo refleja y todo lo aclara sin que reste ninguna confusión. Hasta las preguntas más complejas. Como por ejemplo ¿qué hacer si la realidad en la que vivimos no nos gusta como es? o incluso la preguntas realmente importantes como ¿que va primero, la Fe o el amor por los demás?. Preguntas que ya en si tienen el don de invocar el despertar. En la simplicidad los sueños se encuentran en armonía con la realidad. Desde aquí incluso podemos imaginar realmente un mundo mejor. Una imaginación llena de convicción. En tiempos en los cuales la mentira se ha convertido en un medio legitimo hasta para regir, decirlo es incluso un deber: hay que superar la doble moral. Hay que seguir moviéndose guiados por la verdad en dirección hacia la verdad. El soñar no tiene por que significarse mentir o crear una ilusión. Es más, se requiere de los suenhos para querer volver a la realidad. No se requiere valentía, es solo una decisión.
El viento no tiene culpa que se caigan las hojas, las hojas se caen cuando a llegado el momento para caer. Las aves migratorias no vuelven del sur para obligar al invierno a que se valla, vuelven porque la primavera está por volver.