TREINTA Y SEIS

Solo una nube,
Separa la montaña,
Del amanecer.

Los recuerdos el viento los dispersa en toda dirección. Se los lleva hacia el pasado, allí donde solían estar. Los reparte por el presente, donde recuerdan lo que no se debe olvidar. Se los lleva hacia el futuro donde aun no acaban de llegar. Ahora, los recuerdos están donde están. Dispersos por todas partes debajo del cielo azul. Llegan hasta el horizonte, se mezclan con las estrellas y el amanecer y penetran en el mar. Aun así una y otra vez el viento les alcanza y les vuelve a dispersar. Gracias ¡OH viento!. Gracias, por volverme a recordar. Gracias por demostrarme una y otra vez que en ti si puedo confiar.

Siempre que hay elecciones, pienso que las elecciones son como los recuerdos. Volátiles y sin un sentido real. Me doy un tiempo, me pregunto que sentido tiene preguntarse si vamos en la dirección correcta, si vamos hacia el progreso, hacia una vida mejor o si vamos hacia el mero dominio o incluso hacía la represión. Brevemente despierta en mi la conciencia que ante las elecciones no hay elección. Observo como la historia se repite no solo en mi sino que también en lo social y me doy cuenta que si me quedase indiferente ante lo que sucede en mundo social sería porque me habría sometido el mudo silencio de la separación. Ósea que las elecciones al igual que el recuerdo están para distinguir los colores, para sentir el frío, para apreciar el calor. No se trata de escoger entre un partido u el otro, no se trata de crear nuevas instituciones o de adoptar una nueva religión o cualquier otra forma de dependencia más. Las elecciones tienen que ver conmigo mismo, con mi postura ante el viento, ante los recuerdos, frente al vivir.

Una vez el maestro Joshu le preguntó al maestro Tosu Daido (1):
– ¿En que situación está un hombre que ha experimentado la gran muerte y que vuelve a vivir?
El maestro Tosu le respondió:
– A una persona así no le permitiría salir por la noche. Cuando por la mañana volviese a amanecer podría venir.

La pregunta sobre la vida y la muerte en el Budismo no siempre se refiere a la reencarnación. En este caso mas bien se refiere a la pregunta ¿que es aquello que muere cuando se entra en la realidad? Así la respuesta del maestro Tosu enseña su comprensión en cuanto a la gran muerte y demuestra que sabe lo que significa vivir. Sabe que morir significa vivir en el recuerdo y que vivir es dejarse llevar por el viento, más allá de cualquier identificación hasta llegar a la realidad en la cual las cosas son. Sabe que la vida acontece solo en esta realidad. La realidad más allá del intelecto, más allá de la emoción. Y más allá el maestro sabe que vivir significa saber convivir y que saber convivir implica también saber elegir. Significa saber que son las elecciones y que no son. Que las elecciones no automáticamente implican que la promesa hecha se vaya a cumplir. Que no dan razón alguna para eludirse hacia un mundo mejor, ya que eludirse implicaría querer escaparse de uno mismo tal y como lo hacemos cada vez que nos aferramos a un ideal. Como tampoco significa cargarse de culpa si es que fracasamos en el sentido neoliberal, pues de eso vive la desigualdad, de que el explotado caiga en una depresión.

Muchas veces me he preguntado porque me gustan tanto las ideas nuevas. ¿Por qué me divierten? ¿porqué traen consigo la posibilidad de nuevos insigths? No, no es eso, en realidad no es que me gusten. En realidad no es ni que sean nuevas y menos mías. En realidad todo es simplemente así como es. Cuando el pensamiento no se posa en ningún objeto la mente se mueve libre de toda fragmentación. Dentro del constante flujo de la corriente de causa y condición donde todo se condiciona mutuamente unas cosas aparecen y otras se van. A estas cosas ni los recuerdos, ni el tiempo les pueden retener. A esto se refiere el maestro Tosu cuando dice que a una persona que ha experimentado la noche no le permitiría salir por la noche. No le daría opción. Simplemente haría lo que debiese hacer. Lo que a la vez implica saber ir más allá de la fragmentación, significa saber moverse en la unidad. Donde la acción justa surge naturalmente tal y cual como la integridad. Ahí donde lo que uno elije, en realidad no es una elección sino el seguir del orden que establece el balance natural. Lo que no da respuestas solo a preguntas como ¿qué es el dominio o que es la represión? si no que también ¿aquello que llamamos progreso implica verdaderamente progresar? Si es verdad, ante la elección no hay elección, aun así hay una elección que engendra sufrimiento porque nace del recuerdo, del mito, de la colonización y hay una elección que la tomamos porque en realidad es una necesidad. La elección que se toma libre de toda inseguridad porque el cuerpo y la mente están entre si y con todas las cosas en paz.

Ahora, los recuerdos están donde están, dispersos por todas partes debajo del cielo azul. Me doy cuenta que si una y otra vez me encuentro con lo nuevo es porque la mente ha vuelto a su estado natural. Desde ahí creo reconocer que el viento se lleva todo con gran rapidez y me pregunto ¿hay velocidad en el viento o son meros recuerdos aquello que se mueve con tanta agilidad? Ante esta pregunta, dudo si el maestro Tosu me dejaría entrar. Decido esperar. Hasta que vuelva a amanecer.

(1) Caso treinta y seis del Shinji Shobogenzo – Colección de 301 Koan de Dogen Zenji.

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