Volver a casa,
Una y otra vez más.
Seguro hogar.
Como una pasión que un día descubre que el querer retener el amor es tan imposible como querer atrapar el agua del mar porque querer capturar el amor tiene más que ver mas con el propio miedo que con el amor. Como un deseo que por fin experimenta la satisfacción que se siente cuando se da sin esperar nada a cambio, como lo hace la primavera con los cerezos, el mar con los peces, la noche cuando cae sobre el mundo o la luna cuando se refleja sobre el mar. De la misma manera si nos permitimos dudar y seguir caminando hasta que no quede ninguna incertidumbre más, inevitablemente la búsqueda de ganancia tendrá que caer. Se desploma y con ella también toda inquietud, toda ignorancia al igual que toda ansiedad. Y tal vez, si se dan las condiciones, caiga algún día con el sentido de provecho también todo aquello que hasta entonces nos impedía ser quienes somos de verdad. Así, al final de la duda de manera natural muchos aprendizajes se revelan de una vez. Una de estas enseñanzas es que la práctica no acaba más que comenzar, que no tiene fin, pues esta consiste en volver una y otra vez a la realidad.
¿Pues de que serviría comprender que el origen de la ansiedad radica en la mente que distingue esto y aquello, en el dualismo que valoriza y separa las cosas creando así su propia realidad, si no aprendiésemos a convivir con el sentido de provecho y la ansiedad?. La respuesta a esta pregunta la encontramos no solo en el consumo compulsivo sino que también en todas la otras facetas de la vida social. En la prensa, en la filosofía, en la poesía como también en la espiritualidad. En la prensa y su compromiso con la verdad y el derecho a libre expresión. En la filosofía en su búsqueda de la verdad más allá de cualquier limite o cualquier interés. En la poesía en su esfuerzo por expresar lo indescriptible que tiene realidad. Y en la espiritualidad en su necesidad inapelable de experimentar la unidad.
En la prensa. Cuando en función de nuestros intereses sobrepasamos una y otra vez el legado que une al oficio del periodismo con la verdad para conseguir un resultado mejor. Cada vez que se abandona el compromiso que se tiene con los lectores y la sociedad para subir un peldaño mas, para adquirir mas reconocimiento o simplemente para vender más y cuando de esta manera se le pone precio a la libre expresión.
En la filosofía. Cuando se crea y se expone un pensamiento nuevo y empleamos una y otra vez la rivalidad y la fragmentación de la realidad para legitimar la veracidad de lo que acabamos de presentar. Lo que ocurre siempre cuando se intenta exponer soluciones locales para problemas que en realidad tienen carácter tanto local como universal. Lo que se puede observar en las respuestas que damos a preguntas como “¿Quiénes somos?”. Una pregunta que no nos ponemos solo en Latinoamérica si no que en todas partes del mundo también.
En la poesía. Cuando negamos que el amar significa tanto incondicionalidad como también irresponsabilidad, incoherencia, pasión, cariño o ilusión.
O en la espiritualidad. Cuando creemos haber comprendido el alcance de la palabra unidad y una vez más pensamos saber que es la verdad.
Ósea que cuando todas la dudas caen, en realidad la practica no hace más que comenzar. Esto por el simple hecho que aunque no resten dudas más, esto no necesariamente significa que hemos aprendido a convivir con el sentido de provecho y la ansiedad. Pues la ansiedad al estar estrechamente entrelazada con la actividad mental, no es algo que siempre podamos controlar. Lo demuestra la facilidad con la que nuevamente nos perdemos en la expectativa en cuanto a un instante mejor. Lo que a la vez expone con claridad la necesidad de ejercitar una y otra vez la vuelta a la realidad aprendiendo a independizarse de toda formación mental. Es así como aprendemos a convivir con el sentido de provecho. Nos independizamos de la ansiedad descolonizando una y otra vez nuestra propia manera de pensar. Volviendo una y otra vez a la realidad hasta que algún dìa tal vez concluyamos: en realidad somos constante actividad.
Un día antes de entrar en el Parinirvana, al presentir que su muerte acontecería dentro de breve Buda Shakyamuni expuso algunas recomendaciones para todo quien desea seguir por la vía que lleva al despertar a nuestra verdadera naturaleza. Estas recomendaciones quedaron registradas en el Yuikyogyo, el Sutra de las enseñanzas heredadas. En este Sutra, que representa las ultimas enseñanzas del Buda, el primer punto que menciona Buda Shakyamuni es „Tener pocos deseos”.
El Buda dijo: “Monjes, deberíais saber que alguien que tiene muchos deseos, tiene que hacer muchos esfuerzos y aguantar mucho sufrimiento, ya que intenta obtener mucho. Alguien que tiene pocos deseos no busca nada ni codicia nada y por eso no tiene preocupaciones. Pero no solo por esta razón deberíais aprender a tener pocos deseos ya que una vida con pocos deseos trae muchas virtudes y meritos con si. Una persona con pocos deseo no necesita querer agradar para conseguir la gracia de otros ni tampoco se ve expuesto al vaivén de sus sentidos. Alguien, que se ejercita en tener pocos deseos no se preocupa y no se atemoriza ya que su espíritu se mantiene pacifico y equilibrado. Surja lo que surja, el lo percibe como suficiente y de esta manera no hay nada que le haga falta. Al tener pocos deseos se mantiene en el Nirvana. A esto se le llama tener pocos deseos”. (1)
(1) Según Shobogenzo Hachi dainingaku – Las ocho verdades de una gran persona.
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